Los fans argentinos no suelen ser precisamente tibios ante sus ídolos, pero lo que está viviendo Franco Colapinto, el primer piloto de su país en conseguir sumar puntos en la Fórmula 1 desde Carlos Reutemann, es difícil de describir. Sería una exageración decir que se ha hecho más famoso que Messi (“No, no, eso no, imposible, imposible…”, protesta el bonaerense cuando se lo insinuamos medio de broma), pero su capacidad de movilizar e ilusionar a millones de aficionados, y de ponerlos de acuerdo en un país dividido y polarizado, tiene pocos precedentes en la últimas décadas más allá del Mundial de fútbol que ganó la Selección argentina en Qatar en 2022.
“El deporte es siempre algo que a los argentinos nos representa mucho”, justifica Franco. “Somos muy apasionados del deporte y de los deportistas de nuestro país, y siempre los apoyamos con todo. Son los mejores fanáticos, los argentinos, con diferencia, en la Fórmula 1, se nota que están un paso por delante del resto”.
Colapinto ha devuelto el albiceleste a las gradas de los circuitos de todo el mundo. La pasión con la que lo han animado y celebrado sus compatriotas podría parecer hasta desproporcionada para un espectador neutral, teniendo en cuenta que recién empiezaba en la máxima competición automovilística, que estaba en un equipo con escasas probabilidades de subir al pódium y que se incorporó a la parrilla a mitad de temporada.
“Es algo muy lindo de ver, algo que me hace sentir orgulloso”, asegura Colapinto. “La verdad es que lo de Brasil fue una locura, la cantidad de gente que había apoyando, empujándome, alentándome. Orgulloso de ser argentino, obviamente, el deporte es algo en lo que siempre nos apoyamos para tratar de olvidarnos del resto de las cosas y disfrutar del momento, de un partido de fútbol o de una carrera de autos”.
Seguramente en un país como Inglaterra, cuna de la Fórmula 1, contemplan ese entusiasmo desmedido como una muestra más del ardiente carácter latino. Pero los españoles entendemos a la perfección la locura que infecta los corazones de los argentinos cada vez que sale Franco a la pista, porque para nosotros es una especie de déjà vu. Ya lo vivimos, allá por 2004, con otro joven piloto llamado Fernando Alonso.
Franco se toma con naturalidad y con relativa calma esta ola de fervor que (no solo en su país) se ha desatado con su velocidad y regularidad a los mandos de un Williams que, en manos del estadounidense Logan Sargeant, pasaba más tiempo en el garaje que en la pista. “La presión es parte del trabajo”, dice. “En la Fórmula 1, todo se mide en base a tu performance, y desde la primera carrera estuve teniendo una muy buena performance, estuve haciendo lo que el equipo me pidió, lo que el equipo esperaba, que es lo más importante, o probablemente más de lo que esperaba”.
Si algo ha llamado la atención de los entendidos y, por supuesto, de los jefes del resto de escuderías, es precisamente esa capacidad para rendir desde el primer día e incluso batir en ocasiones a un piloto rápido y experimentado como su compañero de equipo, Alex Albon. No es muy habitual que un rookie supere las expectativas de todo el paddock con la regularidad con la que lo ha hecho el argentino.
“Fueron carreras muy lindas, carreras de adaptación también, carreras en las que fui aprendiendo mucho con el equipo, en las que fui entendiendo más el auto, aprendiendo cómo manejarlo”, dice sobre los nueve grandes premios que ha disputado. “Estoy acostumbrándome a la Fórmula 1, que es un mundo totalmente diferente a lo que estaba acostumbrado antes. Así que disfrutando de la experiencia y de la oportunidad, y ojalá que se venga algo en el futuro, estoy tratando de demostrar que me merezco la oportunidad de quedarme en la Fórmula 1, que me merezco un asiento en esta categoría. Es mi objetivo, dejar claro que me merezco un asiento, y eso es lo que estamos intentando hacer en cada carrera”.
Que Colapinto es un piloto rápido y con talento para competir en la máxima categoría del automovilismo es algo que ya casi nadie duda. El cronómetro no miente, y las posiciones al ver la bandera de cuadros, tampoco. Solo ha tenido un fin de semana realmente malo, ese Gran Premio de Brasil ante miles de aficionados argentinos, pero en unas condiciones de pista tan extremas que cualquier mínimo error te conducía directo hasta el muro.
Con todo, las mejores cartas que maneja el piloto para encontrar un asiento en la jovencísima parrilla de 2025 son el apoyo de los patrocinadores de su país, que se lo rifan, y una cualidad imposible de medir en un deporte en el que, por defecto, se mide absolutamente todo: el carisma. Franco, acorde a su nombre, derrocha naturalidad y candor, y se desenvuelve entre los miembros del equipo de GQ con una humildad y una bonhomía que resultan encantadoras. Tiene un atractivo que salta de la realidad a las fotografías sin necesidad de ningún tipo de filtro. A sus 21 años, ya parece poseer esa aura que está reservada a las futuras estrellas. “Tienes en tus manos una joya”, le comento a su mánager, la española María Catarineu, a la que se le puede atribuir gran parte de la dimensión del fenómeno Colapinto. “Lo sé, siete años llevo ya con él…”, me contesta con una sonrisa.
En un principio, Franco se siente raro en las prendas que le ponemos para la sesión, pero enseguida se hace con ellas y las defiende con una energía arrolladora. Cumpliendo con el cliché argentino, su discurso es fluido, elegante y sorprendentemente maduro para un chico de su edad. No en vano, gran parte de la atracción que despierta su personaje obedece a la forma que tiene de expresarse ante los medios de comunicación. “Yo en mi caso obviamente siempre fui bastante puro en lo que digo, en lo que hago, y eso es lo que a la gente le gusta y algo que valora, creo que es algo que se estaba perdiendo en la Fórmula 1, porque no hay muchos que lo hacen. Creo que nada más es un poco mi forma de ser y de desenvolverme, así que ojalá que no me lo van a cambiar mucho, pero sí que están obviamente tratando de cuidarme un poco”.
Se refiere al equipo Williams en particular, y a un negocio, la Fórmula 1, en la que la ingenuidad y la sinceridad no siempre cotizan al alza. “Mañana voy a hacer media training”, nos dice, “me mandaron a Williams a hacer media training. Así que nada, obviamente hay que ser correcto y, en mi caso, tengo que aprender un montón de cosas, porque yo siempre digo un poco lo que pienso y lo que siento, pero hay que ser también políticamente correcto y es lo que está intentando inculcarme el equipo. Así que nada, es un poco seguir las reglas, las normas de lo que quieren que haga”.
La Fórmula 1 es un deporte inglés y los ingleses son extremadamente correctos, pero igual los latinos podéis cambiar un poquito eso, ¿no?
Los latinos somos muy poco correctos [ríe], creo que es un poco lo opuesto a los ingleses, pero al final hay que acostumbrarse y hay que adaptarse a la situación en la que estás y al deporte en el que estás, a lo que necesita el equipo que hagas, y bueno, todos tenemos jefes y hay que hacerles caso. Pero yo creo que esa energía latina ayuda a que la gente se empiece a meter más en la Fórmula 1, veo mucha gente que no conocía nada de automovilismo y ahora de golpe se están metiendo mucho, así que es lindo de ver y algo positivo.
¿Cómo te llevas con el resto de pilotos hispanos, como Fernando Alonso, Carlos Sainz o Checo Pérez?
Bueno, Fernando, la verdad… Todos los latinos son unos grandísimos pilotos y muy buenas personas, pero la verdad que Fernando desde que entré en la Fórmula 1 me apoyó, me dijo: “Boludo, lo que necesites, avísame, tranquilo, pregúntame”, y fue muy abierto para mí, de muy chico yo lo veía corriendo, lo apoyaba a él, a Checo, y ahora de golpe estar corriendo contra ellos es algo bastante loco y algo muy especial, así que estoy disfrutando de esta oportunidad que tengo de correr contra ellos, de compartir la pista y estar compitiendo contra él y contra Fernando. Es algo loco, pero muy bonito.
Carlos Sainz ha dicho que se aficionó a la Fórmula 1 viendo correr a Fernando Alonso. ¿Quién te animó a ti a meterte en este deporte?
Creo que Ayrton Senna y Fangio fueron los que me empezaron a marcar la línea del automovilismo y de la Fórmula 1, viendo las películas de Ayrton, leyendo los libros… Son momentos en que uno se va haciendo un poco más fanático y cuando vas entendiendo la historia, cuando vas viendo cómo él llegó, hasta dónde llegó, siendo latinoamericano también, sudamericano, es como algo mucho más… Te sentís un poco representado y un poco… como que compartimos la situación, cómo llegó él, las cosas que le pasaron, los sacrificios que tuvo que hacer. Fue mi gran ídolo de chico desde que empecé a meterme en el automovilismo y lo sigue siendo.
Si pudieras elegir una cualidad de Senna para ti, ¿cuál sería?
No, bueno, la verdad es que la destreza y el talento que tenía Ayrton arriba del auto eran una locura y es algo muy difícil de tener o de practicar. La verdad que siempre lo admiré por su capacidad de ir de al frente, por su capacidad de no darse por vencido, y tuvo momentos complicados, pero siempre salió adelante, siempre salió luchando. Y eso es lo que admiro mucho, además de su velocidad, su flexibilidad y todo el talento en la lluvia que tenía. Fue algo impresionante, su paso por la categoría marcó mucho la Fórmula 1.
Gasolina en las venas
Aunque quizás con algunos decibelios menos de los que emplean sus fans para corear su nombre, Franco vivió la afición por el deporte de motor en casa desde muy pequeño. Su padre, Aníbal Colapinto, fue piloto aficionado, le apasionaban las motos y corrió en Speedway (una disciplina que se disputa en óvalos de tierra). “La locura de los fierros, lamentablemente, se la transmití yo a Franco, tendría que haberle dado una raqueta”, declaró entre risas al diario argentino La Nueva Provincia al poco de debutar su hijo. “No, yo no creo… Obviamente, siempre los padres sufren porque es un deporte de riesgo y es duro”, le refuta Colapinto, igualmente riendo. “También cuando te vas de casa tan chico es algo difícil, pero estoy seguro que está muy contento de verme en la Fórmula 1”.
De hecho, si Franco ha terminado compitiendo en Fórmula 1 y no, por ejemplo, en MotoGP, es porque, literalmente, su padre le prohibió montar en moto. “No me dejó, él tuvo muchos accidentes en su vida, tiene casi todos los huesos del cuerpo quebrados y me dijo: ‘Vos en una moto no te subís’, y ya me dio de chiquito por las cuatro ruedas. Así que me gustaban mucho las motos, pero no tuve la oportunidad de correr en moto por suerte”.
Ya a los cuatro años, nos dice el piloto, se recorría todo el barrio en un cuatriciclo como un loco. “Imaginate que de muy bebé ya estaba ahí arriba sintiendo la velocidad y la adrenalina”. Con seis años empezó a ir a las carreras con su padre y lo que era una pequeña fiebre se convirtió en una enfermedad de la que todavía no se cura. Nos dice que siempre lo tuvo claro. “Desde muy chico quería ser piloto de automovilismo”.
Con 14 años, y después de imponerse en el Campeonato prejúnior de karting de Argentina, Aníbal lo dejó solo en Italia para que persiguiera su sueño. Vivió en la fábrica de CRG, uno de los equipos más punteros de la disciplina que le dio la oportunidad de competir. “Me fui a Italia sin saber italiano, dejé mi casa, me fui a vivir en una fábrica sin saber cocinar, sin saber lavarme la ropa y fue todo un poco un shock, tuve que crecer muy rápido, muy de golpe”, asegura. “Pero bueno, son sacrificios que uno hace por llegar a donde uno quiere llegar y por luchar por un sueño”.
Apenas duró unos meses antes de volver a su país. Ganó de nuevo el Campeonato nacional de karting. Con ese resultado en el bolsillo, viajó otra vez a Europa, ahora a España, donde Franco todavía vive a día de hoy y asegura ser muy feliz ( “Amo España, la verdad que es el país de Europa que más me gusta, el país en el que más disfruto estar, por eso siempre estuve acá desde muy chiquito, es donde me siento más cómodo y la verdad que disfruto mucho la vida española”).
Franco se instaló en Madrid y ganó el campeonato de Fórmula 4. “Obviamente yo me quería ir a Europa, porque sabía que era mucho más profesional, y que para llegar a la Fórmula 1 tenía que estar en Europa y no en Argentina, así que fue una decisión mía, obviamente lo hice con mucho placer y muchas ganas porque era lo que amaba, es el deporte que quiero y que amo”.
Fueron años de incertidumbre, de vivir la vida carrera a carrera. Sin una familia millonaria detrás, sabía que su sueño podía terminarse en el mismo instante en que se terminase el dinero. “Es muy difícil, siendo sudamericano es muy complicado llegar a Fórmula 1, hay muy pocas oportunidades” se lamenta Colapinto. “Capaz cuando un europeo tiene cinco oportunidades nosotros tenemos una, y hay que aprovecharla bien y estar listo para que cuando llegue estés preparado y darlo todo”, sigue. “Tuve momentos que pensé que me iba a volver a Argentina porque no tenía presupuesto, porque hubo carreras muy complicadas, y la realidad es que muchas carreras las corría sin saber si iba a correr la siguiente, porque no teníamos el presupuesto para seguir compitiendo todo el año”.
“Por suerte llegué, y es una clara historia de que si luchas por tu sueño podés llegar, y que al final no hay que darse por vencido, que si luchas por lo que querés, tarde o temprano las cosas llegan”. Para Franco, fracasar habría sido no intentarlo, se habría quedado con una espinita dentro del alma que le hubiera amargado los días. “Podría tranquilamente no haber llegado y con todos los sacrificios que hice… capaz hubiera dolido un poco, pero habría sido feliz”.
En la F1 de la noche a la mañana
Pero Franco, como bien es sabido, llegó. Primero a la Fórmula 3 (2022, 2023) y después a la Fórmula 2, de la que lo bajó el team principal de Williams, James Vowles, para que sustituyera a un decepcionante Sargeant en el equipo de Fórmula 1. Sí, llegó para fortuna de los aficionados y para la de los no tan aficionados también. Su rostro decora las carpetas de las adolescentes como si fuera una estrella de rock. El fenómeno fan que lo persigue es de naturaleza transversal y va mucho más allá de los estrechos muros del paddock de la Fórmula 1. Cuando el piloto insinúa que su figura es una máquina de fabricar nuevos aficionados al automovilismo, como en su día lo fue la serie Drive To Survive de Netflix, está expresando una realidad difícil de cuestionar.
De la noche a la mañana, Colapinto se ha convertido en una celebrity, la debutante que todo el mundo ansía tener en su fiesta. Ha abandonado una vida de relativo anonimato y se ha subido de un salto a ese gran escenario en el que de continuo te apuntan todos los focos. “Me estoy acostumbrando, es parte del proceso y parte de la adaptación, estoy empezando a entender un poco más cómo funciona”, dice de su recién estrenada condición de famoso y la también nueva cotidianidad de alternar en eventos con otras caras conocidas. Entre ellas, claro está, su buen amigo Bizarrap, que lo apoyó cuando, podríamos decir de broma, todavía no era mainstream. “Es un placer y un honor que él esté conmigo, Gonzalo es una gran persona”, dice Franco del músico y productor argentino, “me ayudó mucho a llegar donde estoy, tiene un talento enorme y la verdad es que prácticamente sin conocerme me dio una mano muy grande, así que le agradezco siempre porque él es gran parte de haber llegado hasta acá”.
Mientras escribimos estas líneas, el sueño de Franco Colapinto de velocidad, adrenalina y popularidad que representa la Fórmula 1 se ha terminado por el momento. En 2025 será Carlos Sainz quien se siente en su monoplaza y, a pesar de sus méritos, no está claro si tendrá un asiento en alguna escudería. Es la pregunta del millón. Christian Horner, director de Red Bull, se interesó por él, y al parecer otros equipos también lo hicieron, pero todo son especulaciones y rumores. “No estoy mucho en lo que está ocurriendo, en lo que va a pasar el año que viene”, asegura el piloto. “Sé que capaz hay equipos que están interesados y eso siempre es muy bueno, ¿no? Quiere decir que estamos haciendo bien las cosas y hay que seguir por este camino, que seguramente algo en el futuro se va a dar”.
Pase lo que pase, ¿estás disfrutando de estos pocos meses de ser piloto de F1, también fuera de la pista?
Yo siempre quise manejar en Fórmula 1, ese fue mi sueño desde muy chico y lo que yo quería. Todo lo que hice fue para subirme y para poder manejar en Fórmula 1. Lo que viene alrededor de eso, no lo sabía, no sabía que iba a suceder, no esperaba eso desde tan chico. Pero bueno, obviamente son cosas que vienen con el trabajo, hay muchas cosas alrededor que al final hay que manejar y hay que aprender a complementarlo con el deporte. Pero bueno, todo el apoyo que estoy recibiendo de mi país es algo muy lindo, ¿no? Estoy disfrutando de que haya tanta gente apoyándome, de ver a tanta gente entusiasmada con lo que estoy haciendo y de que haya tantos argentinos empujando en el mismo barco. Es muy gratificante y algo que me hace sentir muy orgulloso.
Y ahora que ya has cumplido tu sueño de ser piloto de F1, ¿cuál es el siguiente?
Ser campeón. No soy muy conformista, ¿viste? Y cuando llegás a un sueño o a un objetivo que tenías, el siguiente ya llega muy rápido. Así que primero hay que seguir en la Fórmula 1 y después seguir luchando por ese otro sueño.
CRÉDITOS DE PRODUCCIÓN
Fotografía: Jorge Foley
Redacción: Hector Izquierdo
Dirección de moda : Joana de a Fuente
Realización: Fernando Vallespín
Estilismo: Juan Luis Ascanio
Arte: Elena Calvo
Talent manager: Loreto Quintanilla
Producción: Iván Sanchez, Laura Escribano
Maquillaje y Peluquería: Raquel Aragüés
Asistentes de estilismo: Alejandra Navarro, Daniela Puello y Renata Ito
Asistente de plató: Blanca González
Dirección: Daniel Borrás
Agradecimientos: Asociación de pequeños animales La Madriguera. adopciones@madrigueraweb.org). Asociación Nacional de Amigos del Conejo. (acogidas@anacweb.es)