En la actualidad todo el mundo está conectado, recibimos a diario miles de imágenes sobre la vida perfecta de personas ajenas, sobre sus planes, viajes, etc. Este fenómeno ha hecho que durante los últimos años dos tendencias se integraran entre los jóvenes: FOMO (Fear of Missing Out) y el JOMO (Joy of Missing Out). El primero se trata de ese miedo irracional de perderse planes y estar ausente, mientras que el segundo se trata del placer de no tener que estar en todas partes, de poder desconectar.
El FOMO
El FOMO (Fear of Missing Out) traducido como “miedo de perderse algo”, describe ese miedo cuando ves que los demás están viviendo experiencias interesantes y tú no. Esto surge cuando uno compara su vida con la de los demás, a través de las redes sociales, provocando esa obligación de decir que sí a todos los planes aunque no te apetezcan.
El FOMO existe desde hace tiempo, en la década de 1990, el psicólogo Dan Herman lo describió como: “una sensación de ansiedad que surge cuando se percibe que otros están disfrutando de experiencias positivas de las cuales uno está ausente”. En los últimos años, con la llegada de las redes sociales este miedo ha aumentado, debido a la gran exposición de imágenes y vídeos de la vida de los demás. Sin embargo, el contenido que se plasma en las redes sociales no suele mostrar la realidad completa, solo vemos una pequeña versión editada de la vida de los demás.
El JOMO
En el lado opuesto aparece el JOMO (Joy of Missing Out), traducido como “la alegría de perderse algo”. Esta nueva tendencia consiste en no hacer aquellos planes que no te apetezcan y hacer solo los planes que de verdad quieres. El JOMO invita a desconectar y a no sentir esa obligación de decir que sí a todos los planes.
Muchos jóvenes se están adaptando a esta nueva práctica, para poder desconectar, reducir el estrés y poder recuperar el control de sus vidas. El JOMO reduce esa presión social y ayuda a poner límites y elegir lo que realmente nos apetezca, priorizando nuestra salud mental y nuestro descanso.
Una de las primeras en acuñar ese término fue Christina Crook, en su libro: The Joy of Missing Out: Finding Balance in a Wired World. A partir de allí su método y su visión se ha ido contagiando al resto del mundo.
El debate entre FOMO vs JOMO
El FOMO y el JOMO se han convertido en una cuestión de prioridades personales, sobre cómo gestionamos nuestra relación con los demás y con nosotros mismos. El FOMO nos hace sentir obligados a mostrar a los demás que estamos constantemente ocupados haciendo cosas emocionantes, y con la presión de aceptar todos los planes que se nos propongan incluso los que no nos apetezcan. Mientras que el JOMO promueve un enfoque más liberador, donde no hay esa necesidad de estar presentes en todo momento y de saber poner límites hacía aquellos planes que no nos gustan.
Aunque son muchos los jóvenes que sufren de FOMO lo ideal sería encontrar un equilibrio entre ambas tendencias, para que empezaran a incorporar el JOMO hacía sus vidas. De manera que pudieran reducir ese estrés de estar en todas partes y disfrutar de lo que realmente importa.