Desde que tuvieron lugar los 97° Premios Óscar el pasado 2 de marzo en el icónico Dolby Theatre, el mundo del cine no ha dejado de dar de qué hablar. No solo por la imponente caída de Emilia Pérez, tras los escándalos que rodearon su grabación y su fracaso al no lograr llevarse la mayoría de premios de las categorías en las que estaba nominada, ni por el triunfo inesperado de Anora, con Mickey Madison, al lograr llevarse el premio mayor en la categoría Mejor Película, sino por el protagonismo de un filme independiente que, con un presupuesto de menos de 4 millones de dólares, compitió en los Óscar cara a cara con producciones de estudios como Disney o Dreamworks, cuyas películas suelen superar los 200 millones de dólares en presupuesto.
Una joya del cine independiente
Flow, es una película de animación que sumerge al espectador en un mundo postapocalíptico sin humanos, donde a través de los ojos de un gato, se explora la lucha por sobrevivir, encontrar un lugar seguro y trabajar en equipo, principalmente, con un grupo de animales no tan convencionales. A lo largo de su travesía, este protagonista felino enfrenta diversos paisajes surrealistas y desafíos tanto físicos como emocionales, creando una historia que combina aventura, resiliencia y reflexión sobre la supervivencia y la conexión entre seres vivos.
Esta promesa del cine independiente ha sido descrita como un viaje visual y emocional. Creada por el cineasta letón Gints Zilbalodis en 2024, ha logrado cautivar al público al no contener ningún diálogo y ser totalmente realizada por el software libre, Blender, marcando un hito en la industria cinematográfica. Sin embargo, las cualidades dentro del largometraje Flow, han trascendido más allá de la gran pantalla, mostrando la calidez y sencillez en la personalidad de Zilbalodis, su creador.
Celebración con simplicidad
Desde su primera aparición en el Festival de Cannes, pasando por el triunfo en los Golden Globe Awards, hasta alcanzar la cima con los Premios Óscar, el director originario de Letonia ha compartido cada momento de su viaje con tal autenticidad, que ha logrado conectar con el público: a través de selfies espontáneas, videos reacción llenos de emoción e incluso memes divertidos, Zilbalodis ha demostrado que los éxitos en torno a su obra, no son solo suyos, sino de todos aquellos que han creído en él y la historia que quiso contar por medio del actor principal gatuno de Flow.
Con más de 15 premios ganados, incluyendo un Golden Globe y un Óscar, ni las galletas de la fortuna, ni alguna lectura psíquica hubieran podido predecir el impacto que la película y su director tendrían en el mundo del cine. Sin embargo, desde que posteó la selfie tradicional en el local de comida rápida In-N-Out con las estatuillas de sus premios más importantes, su forma de celebrar con humor y gratitud es lo que ha conquistado los corazones de miles de personas. Incluso hay un pequeño tesoro virtual con la leyenda “Esto es lo que haces después de ganar un Óscar”, donde el director deleita y alegra a los internautas con un clip del gato de Flow, girando como el famoso meme del gato con pantalla verde o tirando la famosa estatuilla en el barco que aparece en la película, videos que cuentan ya con 20 mil y 30 mil visitas en YouTube respectivamente.
Estos gestos, llenos de humor y creatividad, han mostrado la genuina conexión que ha establecido con su audiencia.
De fenómeno mundial a ícono letón
El reconocimiento no solo ha vislumbrado al público internacional, sino que ese éxito y gran trabajo ha sido bien recibido en su país natal, Letonia, convirtiéndose en un símbolo de inspiración y unidad nacional. Actualmente, las estatuillas de renombre obtenidas por esta película yacen en el Museo Nacional de Arte de Letonia, pero no solo eso, Flow se ha convertido en un ícono nacional de este país báltico, materializándose con una estatua del famoso gato junto a las letras emblemáticas de la localidad. Este detalle ha causado furor, tanto entre sus compatriotas como entre su audiencia extranjera, traspasando fronteras y consolidándose como un gran fenómeno mundial.
Es así, que este viaje que comenzó en Letonia y ha conquistado al mundo, le recuerda a todos que el cine es, ante todo, un arte que une. Flow, la obra maestra de Gints Zilbalodis, se suma a otras producciones exitosas e independientes, como El niño y la garza de Hayo Miyazaki, sugiriendo que el futuro del cine podría estar en manos de creadores con nuevas voces, perspectivas y narrativas que enriquecen la industria. Estudios independientes, como el propio Zilbalodis y su equipo, están redefiniendo lo que significa hacer cine en un panorama cinematográfico cada vez más dominado por franquicias o adaptaciones.