(OSV News) — El mismo día en que las diócesis del mundo inauguraron este año jubilar, que busca traer esperanza a un mundo lleno de desolación e incertidumbre, los obispos del estado de Washington afirmaron su solidaridad con los inmigrantes y refugiados. Ellos dijeron que los “refugiados, migrantes y sus familias, tanto documentadas como indocumentadas” están experimentando un gran temor en medio de las amenazas de las deportaciones masivas y la separación forzada de familias.
El presidente electo Donald Trump y su equipo han discutido abiertamente el plan de su administración entrante para promulgar “la mayor deportación” en la historia de Estados Unidos. Ha habido informes de un posible cambio de política que eliminaría las protecciones contra el arresto en áreas protegidas como iglesias y escuelas. En medio de todo esto, los obispos instaron a los creyentes a acoger “la enseñanza del Evangelio y el llamado del Papa Francisco a reconocer la dignidad de los demás al dar la bienvenida al extranjero”, en una declaración conjunta de la Conferencia Católica del Estado de Washington del 29 de diciembre.
“Las amenazas de deportaciones masivas y separación forzada de familias han causado un gran temor entre refugiados, migrantes y sus familias, tanto documentadas como indocumentadas”, dijeron el arzobispo Paul D. Etienne de Seattle, el obispo Joseph J. Tyson de Yakima, el obispo Thomas A. Daly de Spokane, y los obispos auxiliares de Seattle, monseñor Eusebio Elizondo y monseñor Frank Schuster. “Estas amenazas son contrarias al Evangelio de Jesucristo y a la dignidad de cada persona humana, que es fundamental para las enseñanzas de nuestra fe católica”.
La dignidad de cada ser humano es más importante que las nacionalidades
Citando la tercera encíclica del Papa Francisco “Fratelli Tutti” (sobre la fraternidad y la amistad social), los obispos dijeren que, si somos verdaderos hermanos y hermanas, la dignidad inalienable de cada humano es más importante que las nacionalidades.
“No podemos separar nuestro amor a Dios y el de los demás”, dijeron los obispos, haciéndose eco del llamado del Papa Francisco a acoger, proteger, promover e integrar a los inmigrantes. “Nosotros los obispos del estado de Washington, estamos con nuestros hermanos y hermanas inmigrantes y refugiados”, aseguraron.
“Como cristianos, sabemos que nuestro amor a Dios se mide por nuestro amor al prójimo, particularmente a los más vulnerables”, escribieron los obispos en su declaración, que también fue publicada por Northwest Regional Office for Hispanic Affairs.
“Si bien sostenemos que somos una nación de leyes, como hemos dicho en el pasado, también sabemos que el sistema de inmigración de los EE.UU. tiene graves fallas y necesita una revisión integral”, escribieron los obispos. Y añadieron que “la migración es parte del tejido de nuestra nación”, recordando las palabras en el pedestal de la Estatua de la Libertad: “Dame a tus cansados, a tus pobres, a tus masas apiñadas que anhelan respirar libres”.
Según datos del Pew Research Center, los inmigrantes representan actualmente el 14,3% de la población estadounidense, el nivel más alto desde 1910, pero aún inferior al 14,8% de 1890.
Estas estadísticas de 2022 muestran que la mayoría de los inmigrantes (77%) están en EE.UU. legalmente, con casi la mitad (49%) como ciudadanos naturalizados, algo menos de una cuarta parte (24%) como residentes permanentes legales y un 4% como residentes temporales legales. Algo menos de una cuarta parte (23%) no están autorizados.
Los planes de deportación masiva de Trump buscan expulsar a alrededor de 11 millones de personas que viven en Estados Unidos sin autorización. Sin embargo, se teme que los inmigrantes que tienen un estatus temporal y están registrados con el gobierno federal a través de diferentes programas también podrían ser vulnerables a la deportación.
El nuevo “zar de la frontera” de Trump, Tom Homan, que fue nombrado para el cargo en noviembre y no requerirá confirmación del Senado, ha abordado el tema de los efectos de la deportación masiva en las familias. Homan fue el director en funciones del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Trump durante la era de “tolerancia cero” de 2017-2018, en la que se separó a niños de sus padres en medio de cruces ilegales de la frontera.
El 26 de diciembre, Homan dijo a múltiples medios de comunicación que la administración entrante de Trump está considerando centros de detención familiar al aire libre para retener y deportar familias. Homan también ha propuesto la delegación de fuerzas locales y militares para detener a estos migrantes, así como el uso de bases militares para detenerlos y aviones militares para transportarlos fuera del país.
En su declaración del 29 de diciembre, los obispos del estado de Washington hablaron de que “la Iglesia Católica tiene una larga tradición de apoyar a los que se ven obligados a emigrar”. Esto tiene sus raíces en las Escrituras, dijeron, haciendo referencia a Mateo 25, que trata del Juicio Final.
La enseñanza de la Iglesia Católica sobre inmigración
La doctrina social católica sobre la migración equilibra tres principios interrelacionados: el derecho de las personas a emigrar para mantener sus vidas y las de sus familias, el derecho de un país a regular sus fronteras y controlar la inmigración, y el deber de una nación de regular sus fronteras con justicia y misericordia.
Al mismo tiempo, la Iglesia también deja claro que las leyes humanas también están sujetas a límites divinos conocidos por la razón humana. Las encíclicas “Veritatis Splendor” (“Esplendor de la verdad”) de 1993 y “Evangelium Vitae” (“El Evangelio de la vida”) de 1995 de San Juan Pablo II citan la enseñanza del Concilio Vaticano II en “Gaudium et Spes”, la Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual, que nombra la “deportación” entre varios actos específicos ofensivos para la dignidad humana por ser prácticas que “degradan la civilización humana, deshonran más a sus autores que a sus víctimas y son totalmente contrarias al honor debido al Creador”.
La declaración de los obispos de Washington se hace eco de llamamientos de solidaridad similares de otros obispos, incluida una carta abierta de los obispos de Nuevo México, una declaración en cinco idiomas escrita por los obispos de California en la festividad de Nuestra Señora de Guadalupe, así como una columna de opinión de 10 líderes religiosos de Arizona, incluidos los obispos católicos, denunciando el espectro de las redadas de inmigración en iglesias, escuelas y otros lugares sensibles.
Poco después de las elecciones de noviembre, la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos publicó una declaración de preocupación pastoral en la que se comprometía a apoyar a los inmigrantes. Decía que EE.UU. debe tener un sistema migratorio que proteja a los migrantes vulnerables y a sus familias, muchos de los cuales ya han sido víctimas de la criminalidad y han sufrido mucho en sus travesías.
Según la Campaña Justicia para los Migrantes de los obispos católicos de EE.UU., los obispos de Iowa, Kansas, Ohio, Nebraska, así como la Diócesis de Portland, Maine, también han abordado la migración en declaraciones antes y después de las elecciones presidenciales.
Los obispos del estado de Washington concluyeron su declaración expresando la cercanía de la Iglesia con los migrantes: “Que todos nuestros hermanos y hermanas en los márgenes, especialmente los migrantes, refugiados y solicitantes de asilo, sepan que nuestras parroquias están abiertas para la oración y el consuelo”.
“Durante este tiempo de incertidumbre y miedo, apoyamos a nuestros hermanos y hermanas inmigrantes y refugiados”, dijeron los obispos.
“Como peregrinos de esperanza que entran en un año jubilar, caminamos juntos a través de estos tiempos inciertos sabiendo que Nuestra Señora de Guadalupe camina con nosotros”, concluyeron.
Rocío Ríos escribe para OSV News desde Portland, Oregón. El equipo de OSV News ha contribuido a este reportaje.