- La “obispa”
- Biografía
- Servicio a la Iglesia
- “Guerra de los catecismos”
- Límites al Gobierno
- Secretaria de la Provincia Eclesiástica
- Coordinadora de medios del arzobispado de Madrid
- Jornada Mundial de la Juventud
No hace mucho, un obispo me decía que si la hermana María Rosa de la Cierva y Hoces, Religiosa del Sagrado Corazón, hubiera vivido en plenas facultades este momento eclesial sería, como mínimo, la primera Secretaria General de la Conferencia Episcopal Española. En la madrugada de ayer falleció en Madrid a la edad de 89 años después de una intensa vida de servicio a la educación católica y a los obispos españoles y de una enfermedad que llevó con profundo espíritu cristiano.
La “obispa”
Si ha habido una mujer con lo que habitualmente se denomina poder en la Iglesia en España, y en el arzobispado de Madrid, ésa fue la hermana María Rosa durante los últimos años del siglo XX y primeros del XXI, hasta el punto de que en Madrid, dónde ejerció en sus últimos años, se la denominaba “la obispa”, equiparada a los obispos auxiliares. Como se puede comprobar, no es práctica ésta sólo del ahora.
Un poder que ejercía siempre con una inteligencia y perspicacia sin igual, con una aplastante capacidad de servicio y de trabajo sin límites y con una fidelidad a la Iglesia, y a los obispos, a prueba de bomba, tal y como pudo demostrar en algunos de los más importantes conflictos en los que la Iglesia estuvo involucrada.
De entre ellos, la llamada “Guerra de los catecismos” con el primer Gobierno socialista o en época reciente todo lo que tuvo que ver con las relaciones no siempre fáciles para la Iglesia con el periodista Federico Jiménez Losantos, cuando éste era el conductor del magazine de las mañanas en COPE.
Biografía
La biografía oficial de la hermana María Rosa recuerda que nació en San Sebastián (Gipuzkoa) el 3 de diciembre de 1936. Terminó los estudios de Magisterio en 1955 y se diplomó en francés en la Escuela Central de Idiomas de Madrid (1961). Religiosa del Sagrado Corazón desde el 5 de febrero de 1964, completó sus estudios licenciándose en Filosofía y Letras, Sección de Filología Clásica, en la Universidad Complutense de Madrid (1968), doctorándose en Filología Clásica (1974) y añadiendo estudios superiores de Inglés por la Universidad de Cambridge.
Dentro de la Congregación del Sagrado Corazón fue profesora, coordinadora, directora de C.O.U. y jefa de estudios en diversos colegios del Sagrado Corazón de Madrid, Granada y Sevilla (1957-1977, 1990-1991).
Además fue Secretaria General Adjunta de la F.E.R.E. (1977-1979); secretaria General Técnica de la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis de la Conferencia Episcopal Española; directora de este Secretariado (1979-1990); miembro del Consejo General de la Educación Católica (1980-1990); Consejera del Consejo Escolar del Estado por el grupo de personalidades de prestigio en el campo de la Educación; Secretaria Técnica del Patronato de la Universidad Pontifica de Salamanca (1994-2012); y Secretaria General de la Provincia Eclesiástica de Madrid (1998-2013).
Servicio a la Iglesia
Más allá de los fríos datos de su currículum hay que destacar algunos hitos en su larga vida de servicio a la Iglesia en España, principalmente en el ámbito de la educación.
Comenzó su larga trayectoria de trabajo en la Conferencia Episcopal de la mano de monseñor Elías Yanes, en su época de Secretario General de la Conferencia. Su relación con don Elías fue más que una relación de trabajo, al ser éste su director espiritual. Era por tanto una de las personas que mejor llegó a conocer a don Elías, de quien siempre destacaba su inteligencia, su cultura, sus amplias lecturas y su habilidad para los diálogos oficiales.
“Guerra de los catecismos”
Cuando la hermana María Rosa de la Cierva ocupaba el puesto de secretaria General Técnica de la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis de la Conferencia Episcopal Española se produjo uno de los episodios más complejos de las relaciones de la Iglesia con los gobiernos socialistas, la “Guerra de los catecismos”.
La historia fue la siguiente. La Conferencia Episcopal tenía previsto publicar una nueva edición de los textos de religión, textos de catecismo que se decía entonces, para los colegios. Para este proceso se escogió a María Rosa de la Cierva. El 19 de abril de 1983 la totalidad de los nuevos textos elaborados por la Conferencia Episcopal se enviaron para que obtuvieran la preceptiva autorización del ministerio de Educación y Ciencia.
Pero el ministro Maravall y sus colaboradores no tardaron en advertir dónde se encontraban los puntos más polémicos en los que no estaban dispuestos a ceder. Se condenaba el aborto y se le equiparaba al homicidio y al terrorismo. El Gobierno dio el “visto bueno” para el de Cuarto de Educación General Básica (E.G.B.) pero no para el resto.
Límites al Gobierno
El problema era que 200.000 libros de texto ya estaban en imprenta. La respuesta de la Conferencia Episcopal fue seguir adelante con la publicación, aunque, eso sí, apurando al máximo los plazos por si antes llegaba la respuesta ministerial. Entonces comenzaron a producirse las reuniones de urgencia entre los técnicos tanto del ministerio de Educación y Ciencia como de la Conferencia Episcopal. Joaquín Arango, Secretario General Técnico del Ministerio, tuvo a María Rosa de la Cierva como interlocutora.
La posición del Gobierno era firme, esos catecismos debían ser corregidos antes de salir a la calle. De la Cierva lo había comunicado a la Comisión Episcopal de Enseñanza y ésta había respondido con firmeza afirmando la doctrina católica y poniendo límites al Gobierno en su actuación señalando, tal y como hizo en una Nota, que “a la jerarquía eclesiástica corresponde señalar los contenidos de la enseñanza y formación religiosa católica, así como proponer los libros de texto y material didáctico relativo a dichas enseñanzas y formación”.
El propio Felipe González intervino personalmente cuando supo el firme apoyo que el Nuncio Innocenti había manifestado hacia los obispos españoles, confirmando que la Santa Sede respaldaba por completo la posición de la Conferencia Episcopal Española.
Secretaria de la Provincia Eclesiástica
Fue en ese momento cuando se afianzó la relación de un obispo de esa Comisión, Antonio María Rouco Varela, con la hermana María Rosa. Una relación que será clave para que cuando Rouco Varela llegue a Madrid se traiga a trabajar con él a la religiosa, convirtiéndola en Secretaria de la Provincia Eclesiástica.
Un cargo que incluía además las relaciones con las instituciones civiles, principalmente con la Comunidad Autónoma y con el Ayuntamiento de Madrid, lugares en los que la Secretaria de la Provincia Eclesiástica se movía como pez en el agua.
Es cierto que al pertenecer la hermana María Rosa a una de las familias extensas con importantes relaciones y vínculos con el mundo político, social y cultural, principalmente del PP, y con la alta sociedad madrileña, como es el caso por ejemplo de Esperanza Aguirre, esta relación fue siempre fácil.
Coordinadora de medios del arzobispado de Madrid
En esa etapa, la hermana María Rosa llegó, dentro del arzobispado de Madrid, a ser miembro de importantes fundaciones diocesanas de entonces, como la Fundación San Agustín, editora del Alfa y Omega primigenio, o la Fundación García Morente, plataforma cultural y mediática para, entre otras misiones, dar respuesta a las interpelaciones al pensamiento cristiano de los primeros años del gobierno de Rodríguez Zapatero.
Al tiempo que, en un momento en el que los medios de comunicación del arzobispado marcaban la agenda eclesial nacional, la hermana María Rosa fue nombrada Coordinadora de medios del arzobispado de Madrid, con facultades de interlocución con los medios de la Iglesia, principalmente la COPE en la que trabajaba Federico Jiménez Losantos.
En varios momentos de dificultad en las relaciones entre la Iglesia y el afamado periodista, la hermana María Rosa hizo los oficios de mediación y conciliación. Las buenas relaciones con el comunicador hicieron posible que, en la organización de festivales navideños desde el programa de radio de Jiménez Losantos, se contara con la colaboración imprescindible de la hermana María Rosa.
Jornada Mundial de la Juventud
También jugó un papel destacado en la organización de la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid, quizá su último gran servicio a la archidiócesis de Madrid.
En todos sus años de trabajo, mostró siempre una ejemplar actitud de entrega y disponibilidad, desde lo específico de su carisma religioso, con una austeridad de vida y de gestión de los recursos de la Iglesia hoy poco común. No fueron pocos también los servicios que presó a su Congregación y a la Vida Religiosa en general.
