San Pedro Sula. El gran cantante hondureño Moisés Canelo ha fallecido la tarde – noche de este viernes 13 de septiembre 2024 en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos.
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El Frank Sinatra hondureño sufrió un severo accidente cerebral o derrame, según han confirmado allegados a la espectacular estrella hondureña.
Sus últimos meses de vida fueron una constante en su salud. Sufrió un infarto al corazón y otras dolencias que fue superando con mucha dificultad.
Moisés Canelas Withol estaba en la Gran Manzana haciendo presentaciones boutique en restaurantes y lugares de prestancia donde los hondureños lo llegaban a aplaudir por las añoranzas musicales que inspiraba.
La voz más importante e internacional de Honduras por siempre y para siempre, nació en el pequeño pueblo garífuna de Limón en el departamento caribeño de Colón, el 9 de julio de 1950. Recién había cumplido 74 años de vida.
Era esposo de la dama ceibeña María Dip de Canelo, con quien se casó a finales de los años noventa y por mucho tiempo vivió entre Miami, La Ceiba, San Pedro Sula y Nueva York.
Siendo un jovencito, despuntó con su gran voz y alucinante gallardía y rostro esculpido, porque Moisá, como le decían sus amigos más fraternos; era un tipazo de la época.
Sus primeros escenarios populares fueron los barracones y centros sociales de los campos bananeros de Coyoles Central.
Luego, ya más fogueado, se paró firme ante el micrófono de los más importantes festivales de la canción y concursos de radio hasta llegar a su amada ciudad de La Ceiba.
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La voz de Moisés Canelo era herencia de oro de su padre y aquellos que lo conocieron, decían que era aterciopelada y potente. Su hijo heredó eso y más.
Fue futbolista, poeta y locutor. Su encanto y elegancia eran irresistibles para las mujeres. Todas morían por él en sus años mozos. Todas querían ser el gran amor en la vida de Moisés.
La primera puerta grande se le abrió cuando se integró al grupo Los Robins de La Ceiba y con ellos grabó Noche de luna en La Ceiba, una canción que se convirtió en el emblema de su carrera.
Su talento comenzó a cosechar éxito en los años setenta y despuntó en giras internacionales por México y Estados Unidos.
Pero la vida de Moisés Canelo dió un giro radical cuando se presentó por primera vez en el desaparecido Festival Iberoamericano de la Canción OTI Internacional en el año 1974 en Acapulco, México. Ganó el séptimo lugar con el tema Rio Viejo, viejo amigo.
Luego, volvió a intentarlo en 1980 en la edición Buenos Aires, Argentina, y conquistó el cuarto lugar con el tema Tú, mi siempre tú del hondureño Alberto Valladares.
El gran Moisa se codeó de tú a tú con grandes de la música latina como Armando Manzanero, Camilo Sesto, Marco Antonio Muñiz, Pedro Vargas, Roberto Carlos, José José y hasta con Juan Gabriel.
Su voz, su porte, su elegancia, su temple e histrionismo no tenían nada que envidiarle a las trascendentales figuras de la música mexicana.
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Su repertorio tiene temas para la historia como Latinoamericano, Muchacho pobre, Llegaste de su autoría, Por amores como tú, Esta cobardía, Un buen perdedor, Mensajero de amor, Amor pirata, El bananero de Lidia Handal y Vaya pues.
Los escenarios en los que se presentó fueron los mejores. Los que nunca pisará otro artista hondureño. Como Moisés, ninguno.
Se pavoneó en el Madison Square Garden de Nueva York, el hotel Hiatt Seúl, Corea, el Performing Arts de New Orleans, Vinicius en Rio de Janeiro y gimnasio Nilson Nelson de Brasilia.
Además, en el auditorio de la Organización de Estados Americanos OEA en Washington. En cuanto a sus shows para televisión, sólo lo mejor de lo mejor. Desde Brasil hasta Estados Unidos y más allá.
Pero Moisés Canelo no sólo fue un hombre de micrófono y canto. Era políglota. Hablaba con fluidez el inglés, portugués, italiano, francés, hebreo y hasta el griego.
En Honduras, tenerlo en un evento privado o social, era sinónimo de alta categoría. No cualquiera tenía ese privilegio, pero él, siempre fue un hombre sencillo y descomplicado.
Ningún artista masculino del país ha logrado lo que Moisés afianzó con pasión y talento. Por ello, recibió innumerables reconocimientos dentro y fuera del país. La lista es interminable.
Fue ciudadano distinguido de muchísimas ciudades de Honduras y Estados Unidos y hasta recibió las llaves de metrópolis donde sin duda no será olvidado.
Sus amigos eran todos aquellos que lo saludaban. Le fascinaba una buena plática con café y recordar aquellos tiempos de su época de oro.
Según reseñas, era un trotamundo y autodidacta. Jamás se vanaglorió de la gloria que alcanzó con su voz.
Hoy, Honduras le dice hasta siempre a su más emblemático, incomparable e importante cantante. Están muchos y vendrán más, pero jamás como Moisés, que ahora es una leyenda de la música hispanoamericana.
