Que Europa sufre una crisis de cohesión política que se suma a la económica, es una evidencia. Que aquesta crisi posseeix una gravetat insòlita i no sembla que s’hagi de reduir, sinó més aviat al contrari, també ho és. Pero lo que está menos tratado y podría ser una bomba de explosión retrasada es el conflicto creciente entre la ideología que domina en las instituciones europeas y parte de sus estados miembros y la cultura cristiana, el factor CC, que todavía impregna a buena parte de la sociedad europea.
El hecho no es menor si se comparte el criterio de que esta concepción, como referente moral, antropológico, social y cultural, es el fundamento de la matriz de Europa. Si no se tiene esta perspectiva, la importancia del hecho se relativiza o incluso se puede percibir, como en el caso del gobierno español, como una forma definitiva de ajustar cuentas con una vieja institución enemiga: la Iglesia Católica, con la que el PSOE tuvo un grado de extrema virulencia, incluyendo quemaduras y persecuciones, antes de la Guerra Civil.
Pero sólo hace falta ver qué sucedió en Rusia. La URSS procedió, a lo largo de 70 años, a la demolición sistemática de la ortodoxia, por persecución, infiltración y desprestigio, hasta dejarla reducida a cuentos de un puñado de abuelas. Pero el imperio soviético se derrumbó en apariencia de un día para otro y de manera inesperada, y la cultura cristiana ortodoxa ha rebrotado rápido y con fuerza.
Las condiciones son distintas, siempre lo son, pero el fondo musical suena conocido. I en la medida que el choque entre la cultura cristiana y la cultura oficial y dominante de la UE aumenta, una de las dos tiene mucho que perder, y la UE tiene más años, fuerza y poder en sus manos que la difunta URSS.
Sea cual sea la posición personal, existen unas incompatibilidades y puntos de crisis objetivos muy evidentes, como éstos:
- La referencia trascendente de Dios como fundamento último de la moral y la política.
Europa se caracteriza por la secularidad y la exclusión de cualquier referencia religiosa en el espacio público y político, en aras de la neutralidad respecto a las creencias religiosas, que en la práctica se ha traducido en laicismo de exclusión religiosa y cultural, y ateísmo práctico. - La concepción de la persona como creada «a imagen y semejanza de Dios» con una naturaleza dada y un propósito específico.
La perspectiva de género y la teoría queer promueven la autodefinición total de la identidad y el rechazo de cualquier esencialismo sobre el género o la naturaleza humana, lo que contradice la idea de una naturaleza fija o dada por Dios. - La centralidad del matrimonio heterosexual y la familia tradicional como un núcleo fundamental de la sociedad.
La aceptación y promoción de identidades sexuales diversas (LGBTIQ+) en la sociedad occidental incluye el reconocimiento del matrimonio entre personas del mismo sexo, familias no nucleares y la igualdad plena de las relaciones no heteronormativas. - Tensión entre la perspectiva de género y la visión cristiana del ser humano.
El cristianismo afirma una naturaleza humana fija y dada por Dios, mientras que la perspectiva de género sostiene que la identidad de género es fluida y determinada por la experiencia subjetiva de cada individuo. Esto genera conflictos en ámbitos como la educación, las políticas de género y la legislación sobre derechos reproductivos y de identidad. - Reconocimiento de las personas LGBTIQ+ como identidades colectivas portadoras de derechos.
Las personas LGBTIQ+ son reconocidas como identidad colectiva, incluso con bandera propia y con derechos específicos, como el matrimonio igualitario, la adopción y la protección asimétrica contra la discriminación. Este reconocimiento incluye políticas activas para promover la visibilidad en el espacio público y la saturación mediática, así como limitaciones a los derechos de los otros. Ejemplo: legislaciones que prohíben terapias de conversión o la inversión de la carga de la prueba. - Autodeterminación sexual frente al concepto de ley moral natural.
La teoría queer y el movimiento LGBTIQ+ rechazan cualquier noción de un “orden natural” que limite las identidades o prácticas sexuales. Promueven la idea de que cada individuo tiene derecho a autodeterminar su identidad sexual y su forma de vivir las relaciones afectivas. - Tensión en cuestiones bioéticas: santidad de la vida vs. autonomía individual.
La autonomía individual es un principio central, lo que otorga a las personas el derecho a decidir sobre su propio cuerpo y vida. Esto incluye el derecho al aborto, la eutanasia y otros procedimientos como el cambio de género. El cristianismo rechaza que la vida humana esté subordinada a decisiones individuales, mientras que la sociedad occidental pone el énfasis en la autodeterminación. Esto crea una tensión profunda en temas como la legalización del aborto o la eutanasia, que el cristianismo considera actos moralmente inadmisibles. - Perdón vs. justicia retributiva en justicia social y reparación histórica.
El cristianismo sitúa el perdón y la reconciliación como respuestas fundamentales al pecado y la injusticia. El énfasis cristiano en el perdón es percibido como una minimización del daño histórico o una forma de evitar la responsabilidad, mientras que las perspectivas contemporáneas piden penalización tangible que no prescribe. - Caridad cristiana vs. modelo estatal de bienestar social.
En la visión cristiana, a pesar de asumir el estado del bienestar, se considera que:- Su realización debe basarse en la subsidiariedad, evitando su concentración en el estado y dando más función a los cuerpos intermedios y a las propias familias.
- No debe estar planteado de forma que excluya la caridad como un acto personal que implica responsabilidad directa y relación con los necesitados.
- No debe significar la pérdida de la dimensión espiritual, personal y comunitaria del acto.
- La solidaridad cristiana pasa, en la medida de lo posible, por capacitar a las personas en situación de necesidad para superar este estadio, lo que no siempre comparte la burocracia pública. Esto puede llevar a tensiones desde el cristianismo sobre la burocratización, despersonalización y desperdicio por parte del estado y la creación de una clase administrativa y unas élites sobrantes dirigidas a “gestionar” la pobreza o a sustituir los deberes morales por mecanismos burocráticos.
- Educación.
La promoción de la diversidad de género y sexualidad en los currículos escolares entra en conflicto con el derecho de los padres cristianos a educar a sus hijos según sus creencias.
Estos 10 puntos incompatibles son líneas de error que rasgan el suelo social, cultural y político europeo. Son una muestra, pero se extienden mucho más allá. Basta meditar sobre la contraposición entre las Bienaventuranzas y el Padrenuestro, los dos compendios fundamentales de la cultura cristiana, con los valores y políticas imperantes, para constatar la magnitud del choque.