La prolongada infancia humana, que contrasta con la rápida independencia de la mayoría de los mamíferos, ha sido clave en la evolución de nuestra especie. Este tiempo extra de dependencia permite un aprendizaje más profundo en entornos sociales complejos. Ahora, un estudio publicado en Nature aporta nuevas pistas sobre el origen de esta etapa extendida gracias al análisis de unos dientes fósiles de 1,77 millones de años. Los restos, pertenecientes a un niño del género Homo encontrado en Dmanisi, Georgia, revelan detalles sorprendentes sobre el crecimiento y desarrollo de los primeros humanos.
Los científicos estudiaron las líneas de crecimiento en los molares del niño, similares a los anillos de un árbol, utilizando imágenes de rayos X. Estas líneas permitieron reconstruir cómo se desarrollaron los dientes desde el nacimiento hasta la muerte. Los resultados muestran un patrón mixto: el crecimiento dental fue lento, como en los humanos modernos, hasta los 4 años, pero luego se aceleró, asemejándose al de los grandes simios. Según el análisis, el niño habría alcanzado la madurez dental entre los 12 y 13,5 años.
“Los dientes son como una película de la vida de un individuo”, explicó Christoph Zollikofer, líder del estudio y paleoantropólogo de la Universidad de Zúrich. Los investigadores creen que esta infancia prolongada pudo proporcionar tiempo crucial para el aprendizaje social y la adaptación en un entorno cada vez más complejo.
Comparados con otros primates, los humanos presentan un desarrollo extremadamente pausado. “Un gran simio apenas tendría tiempo para pasar por el parvulario antes de convertirse en adulto”, bromeó Zollikofer. Sin embargo, los humanos dedican años al aprendizaje en sociedades sofisticadas, lo que sugiere que este patrón podría haber surgido temprano en nuestra evolución.
Alessia Nava, bioarqueóloga de la Universidad Sapienza de Roma, considera este hallazgo una pista importante para comprender cómo surgió la infancia prolongada en los primeros humanos: “Nos ayuda a entender cuándo y por qué esta estrategia evolutiva se volvió crucial”.
A pesar de los avances, el estudio plantea más preguntas. El paleoantropólogo de la Universidad de Sheffield, Kevin Kuykendall, señaló que el desarrollo dental por sí solo no explica completamente el fenómeno. Factores como la dieta, el momento del destete o las condiciones ambientales también pudieron influir. Por su parte, la paleoantropóloga de la Universidad Estatal de Ohio, Debbie Guatelli-Steinberg, destacó que el estudio es emocionante porque sugiere que la infancia prolongada pudo surgir antes de un aumento significativo en el tamaño cerebral, un dato que rompe la idea previa sobre la evolución humana. Para profundizar más, sugirió analizar las firmas químicas en el esmalte dental, lo que podría ofrecer información adicional sobre la dieta y el estilo de vida de estos antiguos homínidos.