Los musicales son una forma de expresión artística que combina canto, baile y actuación con el objetivo de contar una historia y, al mismo tiempo, entretener. Con el paso de los años, este género ha evolucionado, trascendiendo de los escenarios teatrales al cine y viceversa.
Aunque muchas veces se asocian con producciones extravagantes, lo cierto es que existen múltiples formas de hacer un musical. Varias películas de Hollywood han saltado de la pantalla grande a los escenarios de Broadway en Nueva York y el West End en Londres, llevando su magia al teatro.
De Hollywood a Broadway
En las últimas décadas, los musicales han experimentado una gran transformación, y las películas han jugado un papel crucial en este cambio. Desde animaciones hasta dramas románticos, producciones como Shrek, Spider-Man y El Diablo Viste a la Moda han sido adaptadas a los escenarios teatrales, al igual que Legalmente Rubia, Diario de una pasión, Triunfos Robados, Volver al futuro, entre otras.
Algunas de estas adaptaciones sorprenden al público debido a los números musicales que acompañan las escenas. Por ejemplo, en Spider-Man hay una escena en la que el protagonista se balancea por la ciudad al ritmo de una canción, mientras que en Triunfos Robados encontramos varias coreografías de porristas.
Estas transformaciones permiten que historias conocidas adquieran una nueva dimensión, más dinámica y visual.
Los musicales durante la pandemia
La pandemia trajo consigo cambios inesperados en la forma en que experimentamos el arte, pero también impulsó la creatividad en las plataformas digitales.
Con la popularización de aplicaciones como TikTok, los musicales encontraron una nueva vida. Proyectos como el musical de Ratatouille, basado en la popular película de Disney que se hizo viral en la cuenta @ratatousicalmusical, o el musical inspirado en la serie Bridgerton, han demostrado el poder de la creatividad y la forma en que el arte puede evolucionar y adaptarse a diferentes circunstancias.
Estas iniciativas lograron inspirar a millones de personas, quienes encontraron en estas creaciones una forma de escapatoria y de conectar con otros a través de la música y la danza, incluso en tiempos de confinamiento.
Además, los teatros comenzaron a ofrecer representaciones grabadas de sus producciones más exitosas, permitiendo a los espectadores disfrutar de grandes obras como Hamilton o Les Misérables desde la comodidad de su hogar. Esto permitió que muchas personas, que anteriormente no tenían acceso a estas experiencias en vivo, pudieran ver y disfrutar de algunas de las mejores producciones del mundo.
Por otro lado, aunque el exitoso musical Mean Girls se presentará en Monterrey a inicios del próximo año como parte de su gira por Norteamérica, durante la pandemia no pudo mantenerse mucho tiempo en Broadway, lo que llevó a la cancelación de todas sus funciones programadas y dejó a los fans esperando su regreso. Mientras tanto, producciones como Chicago lograron superar esos retos y siguen en cartelera tras casi 50 años de representacones.
La pandemia también transformó la manera en que los musicales se producen y se consumen. Muchos de ellos han tenido que adaptarse a nuevos formatos, y la constante búsqueda de nuevas formas de presentar estas obras ha dado lugar a nuevas tendencias y propuestas en el mundo del teatro musical.
Así, a pesar de los desafíos que trajo consigo la pandemia, el género musical logró seguir evolucionando, adaptándose a las nuevas tecnologías y formas de interacción, y demostrando que, incluso en tiempos difíciles, el arte y la creatividad pueden florecer de maneras sorprendentes.
¿De dónde vienen los musicales?
Los orígenes de los musicales se remontan a la antigua Grecia, donde la tragedia y la comedia incluían música y danza. Posteriormente, la ópera se popularizó con sus arias y recitativos, pero estaba dirigida a la aristocracia. Con el tiempo, géneros como la zarzuela española y la opereta francesa ayudaron a llevar el formato musical a las clases populares.
A principios del siglo XX, en Estados Unidos, nació el “teatro musical”, con historias ligeras que integraban jazz y vodevil, consolidándose Broadway como su epicentro con producciones icónicas como Hamilton y El Rey León, que atrajeron a un público diverso y con mensajes profundos.
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