En junio de 2017 Donald Trump anunció el retiro de Estados Unidos del Acuerdo de París, un tratado internacional que busca frenar las emisiones de gases de efecto invernadero y evitar que la temperatura del planeta aumente por encima de 2°C con respecto a la etapa preindustrial, con un esfuerzo adicional para evitar que supere los 1,5°C. Sin embargo, por las reglas de las Naciones Unidas, esta decisión sólo entró en vigencia en noviembre del 2020.
Meses después, con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, el país regresó nuevamente al Acuerdo de París. El 20 de enero de 2021, en su primer día en el cargo, Biden firmó la reincorporación de Estados Unidos a este tratado internacional.
Durante esta última campaña para llegar a la Casa Blanca, Donald Trump también ha anunciado un segundo retiro del acuerdo climático.
Alicia Guzmán, asesora senior de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA) coindice con Nobre. “Podemos comparar el primer y segundo periodo de Trump y sabemos lo que podría pasar a nivel ambiental, es decir, se retira del Acuerdo de París. Pero hay otro tema, y es que Estados Unidos ha incumplido sus promesas de financiación climática y es seguro que la presidencia de Trump reducirá aún más sus contribuciones al financiamiento climático”.
David Purkey, director para Latinoamérica del Stockholm Environment Institute, da por sentado que “Estados Unidos se retire de todos los acuerdos internacionales”. En ese sentido, Purkey considera que esta decisión de Trump va a tener dos impactos. Por un lado está el liderazgo, dice el experto, pues considera que esta decisión “va a frenar todo el compromiso global en todos los demás países para implementar este acuerdo y respetar sus compromisos de sus NDC [Contribuciones Determinadas Nacionales]”, aunque, quizás, agrega, “otros país reaccionen y tomen el liderazgo de la transición para implementar cambios. Pero definitivamente va a cambiar la dinámica del liderazgo y de los compromisos”.
El segundo impacto es el de financiamiento, dice Purkey, “porque Estados Unidos contribuía mucho”, por tanto, considera que fondos como el Green Environmental Facility GEF (Fondo Mundial para el Medio Ambiente) se van a reducir.
Óscar Soria, cofundador de Common Initiative, un colectivo de expertos y activistas de los movimientos sobre biodiversidad, clima, tierra, derechos humanos y nueva economía, asegura que “uno de los desafíos que vamos a tener si Trump vuelve a salir del Acuerdo de París es que esto puede generar un efecto cascada con otros gobiernos de la región que están ideológicamente alineados con Trump como es el caso de Javier Milei en Argentina; Daniel Noboa en Ecuador y Nayib Bukele en El Salvador. Esto va a tener implicaciones importantes para la para la sociedad civil en esos países”.
Soria recuerda, sin embargo, que cuando Estados Unidos abandonó el Acuerdo de París en el primer gobierno de Trump, los estados subnacionales del país norteamericano continuaron con las ambiciones establecidas en este acuerdo internacional, “obviamente, sin la representación del país, pero aún así, la mayoría de los estados en Estados Unidos continuaron con sus planes de reducción de emisiones de carbono y con todas sus metas climáticas”. Para Soria, la salida del Acuerdo de París lo único que logró fue debilitar la posición negociadora de Estados Unidos en el foro internacional. “La Convención [Marco de la Naciones Unidas para el Cambio Climático] ya sufrió este revés anteriormente, pero la ambición climática y la ambición por la transición energética continúan con o sin Estados Unidos”.
El cofundador de Common Initiative también hace referencia a la relación de Estados Unidos con los países de la región. En ese sentido, Soria considera que la administración de Trump va a tener una relación “mucho más cercana” con Ecuador, Argentina y El Salvador en toda la agenda anticlimática. “Estamos hablando desde una perspectiva completamente simbólica y de la estructura de la comunicación en cuanto a la batalla cultural y mediática que hacen estos líderes contra la agenda climática”. La cuestión climática va a ser un elemento transversal en las relaciones o en las tensiones diplomáticas entre varios países de la región.
“Que Trump haya ganado las elecciones tiene una serie de desafíos para los países de la región. Su política ambiental siempre ha sido hostil a las políticas ambientales adoptadas por su país y a la ley internacional ambiental. En ese contexto, creo que están en riesgo todos los avances que Estados Unidos generó en la región, relacionados a la cooperación en materia ambiental”, agrega Soria y pone como ejemplo la cooperación de Estados Unidos con varios países de Centroamérica para generar políticas que puedan mitigar el cambio climático e incluso mitigar los procesos migratorios de Centroamérica hacia Estados Unidos.
¿Interés en la Amazonía?
El domingo 17 de noviembre, Joe Biden sobrevoló la selva amazónica y aterrizó en Manaos, Brasil. Durante esta visita, el aún presidente estadounidense anunció que su país aportará 50 millones de dólares al Fondo Amazonía, un mecanismo para captar recursos con el fin de prevenir, monitorear y combatir la deforestación en este bioma.
“Me parece que fue una posición política de Biden para mostrar cómo un presidente que va a salir en dos meses es una mejor opción para la protección ambiental en el planeta, cómo combate la emergencia climática y vela por la protección de la biodiversidad. Me parece más un mensaje político”, dice el científico brsileño Carlos Nobre, quien estuvo con Biden durante el sobrevuelo.
Nobre comenta que durante el vuelo le explicó a Biden todo lo que está ocurriendo en la Amazonía: la sequía más fuerte de la historia, las áreas deforestadas cerca de Manaos y las cicatrices de los incendios forestales. Incluso lograron ver dos incendios en la zona norte de Manaos.
Alicia Guzmán considera que se debe poner atención en la visita de Biden a la selva amazónica y analiza este viaje desde una perspectiva estratégica y geopolítica. “Que Biden viaje a la Amazonía 60 días antes de la transferencia de gobierno tiene que ver con la relación política entre Estados Unidos y China. Creo que el talón de Aquiles de Estados Unidos es China”.
Guzmán explica que en este milenio China ha pasado de ser un aliado marginal de América Latina a convertirse en el “más importante aliado comercial” de la región, además “financia, por ejemplo, el Yasuní”. Con esto se refiere a la presencia de empresas chinas que operan en el sector petrolero dentro del Parque Nacional Yasuní en Ecuador.
China ya no es sólo el que vende productos, agrega Guzmán, sino que, por la falta de políticas hacia la región por parte de Estados Unidos y de la Unión Europa, diría que China termina siendo el mayor jugador geopolítico para la Amazonía en América Latina.
En cuanto al financiamiento ofrecido por el presidente de los Estados Unidos, Guzmán cree que “se quedará solamente en el anuncio, porque el próximo gobierno [Donald Trump] no va a cumplir”.
Los minerales para la transición energética
Otro tema preocupante para la región con la llegada de Trump a la Presidencia de Estados Unidos, según Óscar Soria, de Common Initiative, es la carrera por la explotación de los minerales críticos para la denominada transición energética y las implicaciones para las comunidades del triángulo de litio, Argentina, Bolivia y Chile, que tendrán mucha más presión. “La sociedad civil y, en particular las comunidades indígenas, van a tener un enorme desafío legal y social, incluso de seguridad”, debido a los proyectos de explotación de litio.
En este tema, Soria considera que se debe poner atención a la participación de la nueva burguesía empresarial, que están básicamente relacionados con la tecnología, en la administración de Trump, en referencia a la elección de Elon Musk en el nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental. “Vamos a ver una política muy agresiva con respecto a la explotación de los minerales críticos, principalmente la cuestión espacial, la energía solar y los autos eléctricos”.
Para David Purkey, director para Latinoamérica del Stockholm Environment Institute, la designación de Elon Musk resulta ser un tanto irónica. “Me pregunto cuál va a ser el argumento de Elon Musk, porque él no va a dejar de argumentar que existe la crisis climática para su negocio, pero si está dentro de una administración que está negando la realidad de cambio climático y de la necesidad de migrar a un nuevo modelo de transporte, un nuevo modelo económico y energético ¿Cuál será su argumento?”.
Purkey considera, además, que Elon Musk podría aprovechar su cercanía con Trump para promover cambios con los países productores de los minerales de la transición energética, como el litio y el cobre, para la fabricación de sus vehículos eléctricos.
Por eso para Purkey existe preocupación por la explotación de estos minerales. “Estamos trabajando específicamente sobre la explotación de litio en Argentina, Bolivia y Chile, donde ya van 30 años de producción y 30 años de conflicto con comunidades locales”. La idea del proyecto, dice Purkey, es mostrar los protocolos para ayudar con los impactos potenciales en términos de recursos hídricos y ecosistemas acuáticos debido a la producción de litio, con la idea de que estos países, que tienen más de la mitad de los recursos conocidos del litio en el mundo, tengan una producción responsable.
“Si [Javier] Milei y [Elon] Musk firman un acuerdo de que Musk va a construir una planta de fabricación de baterías en Argentina, si Milei elimina todas las regulaciones y reportes de impacto para las buenas prácticas comerciales y adelanta todos los proyectos de producción de litio, eso lo va a cambiar todo”.
Imagen principal: Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos. Foto: Departamento de Estado de Estados Unidos.
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