La zona del Catatumbo se mantiene en situación crítica. En Tibú las calles están fuertemente custodiadas: tanquetas blindadas y la fuerza pública controlan la movilidad del municipio. El tránsito de la población atemorizada es de apenas del 20%.
Aunque la ayuda comenzó a llegar con caravanas humanitarias y donaciones, la capacidad de respuesta es muy limitada. La población enfrenta una dura lucha por la supervivencia en medio del conflicto y la violencia generada entre las disidencias y el ELN.
Caminando durante varias horas, en bicicletas o como han podido, han llegado a Tibú más de 3.000 personas desde sus veredas y corregimientos. El alcalde dice que, aunque estos desplazados por la violencia están siendo atendidos en albergues, no se da abasto y le hace un llamado al Gobierno nacional para que no los dejen solos.
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En uno de esos albergues estuvo Noticias Caracol. El silencio y la intranquilidad son el común denominador del sitio, en el que predomina la angustia de las madres por sus hijos, abuelos y abuelas que sufren por sus familias, y padres en total incertidumbre.
En medio de lágrimas, un señor de la tercera edad contó: “Lo único que saqué fue la ropa y la familia, fue lo único, el resto quedó botado. A uno le da olor esto, ver uno tanta tristeza, ver tanto damnificado de todas las veredas que hay aquí en el Catatumbo. A mí me duele mucho mi pueblo, me duele en el alma que tengo 25 años de estar aquí”.
Hay quienes perdieron a sus esposos como doña Ana Helena Maldonado y tienen hijos desaparecidos: “No tengo plata y estoy bregando con los niños, pidiendo por ahí para la comida, para que ellos se sustenten. A cada rato me dicen: ‘mami, ¿cuándo nos vamos para la casa? Yo estoy aburrido de estar aquí’. Ellos no están enseñados a vivir así, jamás hemos vivido esto. El día que a mí me dijeron eso yo me quería morir, porque a mis hijos yo no los tenía en la casa sino que los tenía en otro lado. Para mí fue horrible, yo lloré y todavía lloro, porque tengo un hijo que no está conmigo, no sé dónde está, no me llama, no me dice nada”.
Los niños, en su inocencia, se divierten, pero sus padres pasan el trago amargo de la desesperación por no saber qué hacer, a dónde ir y cómo empezar de cero solos.
“Nos tocó dejar todo en el campo y mi hija se vino a probar suerte por acá. Ahora estamos manicruzados, no tenemos nada, entonces nos tocó venirnos para acá a ver qué nos solucionan”, relató otra mujer en el albergue.
Aunque las calles de Tibú están cerradas, unos pocos comercios abren por minutos u horas para que las personas puedan abastecerse de mercado o productos .
“Me afecta esto porque trabajo con verdura y las verduras se dañan, es brava la situación. La gente viene, compra y otra vez va a su casita y no salen para ningún. En las noches todo se cierra temprano”, manifestó el comerciante Carlos Fonseca.
El coronel Julián Monsalve, comandante de la Policía de Tibú, dio un parte de la situación en el municipio: “Nuestro señor director general ha dispuesto que nuestro Cuarto Distrito de Policía esté en alistamiento de primer grado, eso significa que todas las unidades que tenemos de Policía debemos estar atentos para poder brindar la seguridad a todos los ciudadanos del Catatumbo”.
Sobre la movilidad de personas en el municipio, el coronel Monsalve complementó que “aún se ve gente saliendo en caravanas, en volquetas, en motocicletas con su bandera blanca. Nosotros estamos sobre las vías, sobre el eje vial de Tibú hacia Cúcuta”.
Las salidas del lugar son masivas: la gente, como puede, se encarama en camiones, volquetas, o buscan cupos en buses y motos para poder abandonar esta región que hoy, en manos de la guerrilla, les está arrebatando a sus hijos, hermanos, padres y amigos.
Richard Claro, alcalde de Tibú, explicó: “Estamos haciendo caravanas humanitarias cada dos horas, que están saliendo de la administración municipal hacia la Ciudad de Cúcuta”.
Noticias Caracol
Alcalde de Tibú le pide más apoyo al Gobierno nacional
En medio de la difícil situación que atraviesa no solo Tibú sino todo el Catatumbo, se ha podido ver la solidaridad de la gente, que en camiones ha enviado ayudas humanitarias y donaciones para repartir en los albergues.
“Tenemos los cuatro puntos de albergues que están ya dispuestos, dos más que se van a habilitar para alrededor de unas 3.000 personas que tenemos en este momento por atender. Realmente, no estamos dando abasto, estamos haciendo un esfuerzo grande, tanto humano como en el tema de las donaciones, porque necesitamos más apoyo del gobierno nacional para que pueda ser atendida de mejor manera esta situación”, puntualizó el alcalde Claro.
