- África en la política norteamericana
- Transición energética y energía sostenible
- Seguridad alimentaria
- Reforzar la seguridad marítima en el Atlántico
Marruecos es el aliado por excelencia de Estados Unidos en el continente debido a sus acuerdos de libre comercio y su situación geográfica estratégica. Además, los enfoques de desarrollo de ambos Estados son muy similares, especialmente, en el ámbito energético y de seguridad.
La nación norteamericana está en la búsqueda de afianzamiento de la estabilidad global y, sobre todo, en África. Secundar la Iniciativa de la Fachada Atlántica propuesta por el rey de Marruecos, Mohamed VI, abriría nuevas líneas de comercio para Washington. Evitar la bipolarización del mundo, tal y como sucedió en la época de la Guerra Fría, es una de las prioridades que podrían llevar al futuro Gobierno de Donald Trump a respaldar la Fachada Atlántica.
África en la política norteamericana
Pese a que históricamente África ha tenido un rol secundario en la política exterior de Estados Unidos, la creciente influencia y buenas relaciones con Marruecos podrían convertir al país norteamericano en un actor más que crucial para abordar los desafíos del futuro: la transición energética y el impulso de las energías renovables.
África ya no es solo un proveedor de materias primas, sino que se ha convertido en una potencia poderosa con recursos esenciales. Por ejemplo, la República Democrática del Congo tiene alrededor del 70 % de las reservas mundiales de cobalto, que es esencial para las baterías recargables; Zimbabwe que cuenta con grandes depósitos de litio; y Sudáfrica que es un importante productor de platino y paladio, vitales para las tecnologías de reducción de emisiones.
Desde la Administración alauí, se ha hecho hincapié en que cuanto mayor sea el desarrollo de África, mejor será para el del resto del planeta, ya que a partir del año 2050 la mitad de los menores de 25 años tendrán origen africano.
Transición energética y energía sostenible
Para ello, Marruecos propone una estrategia de unificación económica en el corredor afro-atlántico, donde el proyecto del gaseoducto Nigeria-Marruecos destaca por encima del resto. Este plan busca conectar a los 14 países del litoral africano y mejorar la integración energética y comercial en la región.
El país alauí, además lidera otros proyectos relacionados con las energías verdes, principalmente la producción de hidrógeno verde y amoníaco. Sin embargo, para lograr estos objetivos, Estados Unidos, de la mano de Marruecos, deberá aprovechar los recursos críticos para la transición energética global. La alineación con la visión marroquí puede revitalizar la política Estados Unidos-África al cimentarla en las dinámicas locales y las aspiraciones africanas.
Este proyecto no solo fomenta el crecimiento económico sostenible, sino que también aumenta la colaboración regional, situando la costa atlántica de África como un área clave para la energía, el comercio, la inversión y la seguridad marítima.
Seguridad alimentaria
Además de la transición energética, la seguridad alimentaria es uno de los grandes problemas que el continente pardo debe afrontar. La importancia de la agricultura es crucial puesto que el 25 % de los puestos de trabajo del continente tienen relación, directa o indirectamente con el sector agrícola.
Es aquí donde entra en juego la política de la “Triple A” (Adaptación de la Agricultura Africana). Este plan, propuesto por Mohamed VI y el Ejecutivo marroquí se basa en ofrecimientos e inversiones que apoyen y ayuden, a través de prácticas resilientes, a mejorar los sistemas agrícolas del continente.
El objetivo final es crear un corredor África-Atlántico que sea flexible e integrado, y que apoye las economías locales mientras se conecta con las cadenas de suministro globales. Para Estados Unidos, especialmente bajo el Gobierno de Trump, la alineación con esta visión marroquí revitalizaría la política entre Estados Unidos y África al basarla en las dinámicas locales y las aspiraciones africanas.
Reforzar la seguridad marítima en el Atlántico
En materia de seguridad, Estados Unidos y Marruecos tienen relaciones bilaterales que datan de la firma del Tratado de Paz y Amistad entre Marruecos y Estados Unidos de 1786, el cual sigue vigente hoy en día, y que simboliza la perfecta armonía que existe entre ambas potencias. Esta vinculación podría ayudar a Washington a contrarrestar las fuerzas de potencias aliadas como China, primer socio comercial de África, y Rusia en el continente africano.
La seguridad y el peligro en África no solo se concentra en la región del Sahel. Las constantes amenazas en el mar Rojo, las insurgencias en el norte de Mozambique o en el Golfo de Guinea están degenerando en la necesidad, para Estados Unidos, de una estrategia adecuada a las dinámicas locales para enfrentar estos problemas.