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José Barco tenía 4 años cuando se mudó de Venezuela, su país natal, a Estados Unidos. Con apenas 17 años, en el 2003, decidió unirse al Ejército de EE.UU., con el que participó en muchas misiones, entre ellas varias en Iraq, y estuvo en decenas de combates. Aunque sus hazañas de valentía le dejaron heridas físicas y problemas de salud mental, su heroísmo no alcanzó para obtener la ciudadanía estadounidense.
Pese a haberla solicitado dos veces, el trámite nunca se pudo realizar con éxito ya que, según documentos revisados por CNN, Barco cometió un delito grave y fue condenado a varios años de prisión.
Tras su liberación a comienzos de 2025, Barco fue deportado inicialmente a Honduras, desde donde sería trasladado a Venezuela. Pero, según informaron familiares cercanos a él, al llegar, un funcionario de inmigración venezolano puso en duda su identidad por lo que fue devuelto a Estados Unidos y trasladado al centro de detención de Port Isabel, en Texas, donde permanece hasta hoy, sin país que lo reciba.
Al poco tiempo de unirse a las tropas, en 2004, Barco fue enviado a una misión en Iraq, donde una bomba suicida detonó justo al lado de la carretera donde estaba y quedó tumbado en el suelo, según relataron el excombatiente y su hermana.
Sus compañeros relataron en el documental Frontline (2010) de PBS que recuerdan cómo, en ese episodio, Barco levantó los restos del coche que explotó para salvar a dos compañeros mientras él mismo estaba en llamas. Sus camaradas destacaron su compañerismo y su actitud heroica durante sus años de servicio. “Él era uno de los héroes del pelotón”, expresó un colega.
“En Iraq debes ser insensible. Si no lo estás, te vuelves loco”, explicó José Barco en el informe audiovisual al contar algunos de los horrores que vivió durante los combates.
Dadas las graves heridas que le causó el incidente, entre ellas una lesión cerebral traumática, el Ejército intentó retirarlo del servicio, pero Barco se negó. “Quería regresar porque sentía que defraudaba a mi unidad”, manifestó en el documental.
Unos años después, la milicia le permitió embarcarse en otra misión. “Solo tenía 19 años. Era un niño. Ni siquiera tenía edad para beber, y mucho menos para votar por quienes lo enviaron a la guerra. Creo que era decisión de los militares negarle el viaje, y aun así lo enviaron”, comentó su hermana, Verónica Barco, a CNN.

Durante ese segundo viaje, en 2006, Barco decidió aplicar para la ciudadanía estadounidense ya que, según el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de EE.UU. (USCIS, por sus siglas en inglés) si un individuo sirve durante al menos un año en las Fuerzas Armadas, estuvo físicamente presente en el momento de alistarse, realistarse, extensión de servicio o incorporarse a las fuerzas armadas de Estados Unidos y es un residente legal del país, como lo era Barco, puede ser elegible para solicitar la naturalización.
“José dice que recuerda ver a otras personas obtener su nacionalidad mientras él claramente no la obtuvo porque sus papeles nunca se tramitaron”, explicó Verónica a CNN.
A pesar de ello, uno de sus superiores en el Ejército atestigua en un documento revisado por CNN haber llenado y enviado el papeleo por él, pero que su solicitud se perdió.
Unos meses después de regresar de Iraq, en el año 2008, José Barco solicitó nuevamente la ciudadanía. Sin embargo, su familia recuerda que después de su segunda misión, “él ya no era el de siempre”, había comenzado a beber mucho alcohol y no podía dormir, sumado al efecto que le generaba el coctel de medicamentos que debía consumir diariamente por su lesión cerebral.
Se desvanece el sueño de la ciudadanía
En este contexto, según documentos judiciales revisados por CNN, en el año 2008 Barco fue invitado a una fiesta, donde hubo un altercado y creyó que estaban siendo asaltados por lo que sacó su arma, disparó al aire para dispersar a la multitud e hirió a una chica. “En su cabeza, estaba de vuelta en la guerra”, comentó su hermana. Tras este episodio, José fue arrestado y su segunda solicitud de ciudadanía fue denegada.
“Me parece surrealista. Pensé que me había ganado mi lugar en este país. Y sí, cometí un crimen horrible. (…) Fui a prisión. Cumplí mi condena. Y fui liberado en enero de este año. Ahora estoy atrapado en inmigración”, le dijo José Barco en audios compartidos con CNN a Danitza García James, presidenta de Repatriate Our Patriots y miembro del Comité de Asuntos Militares y de Veteranos de la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos (LULAC, por sus siglas en inglés), una organización activista que busca proteger los derechos civiles de los hispanoamericanos.
Conforme a documentos judiciales revisados por CNN, Barco fue originalmente sentenciado a 50 años de prisión en Colorado por varios cargos, incluidos intento de homicidio y amenaza con arma real o simulada. Sin embargo, en 2014, la pena se redujo a 40 años y finalmente, dado su buen comportamiento, fue puesto en libertad condicional tras 13 años de prisión.
Dado que Colorado es considerado como un estado “santuario”, es decir, aquellos con políticas que limitan la colaboración de sus autoridades locales con los agentes federales de inmigración, él no debería haber sido identificado por el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés).
De todos modos, su hermana relató que tras su liberación, que fue a principios del 2025, “iba a quedarse conmigo. (…) Se suponía que tomaría un autobús para venir. Y esto fue más o menos cuando el presidente Trump asumió el cargo. Y a pesar de que Colorado es un estado santuario y no se reportan a inmigración, ya lo estaban esperando tan pronto como salió. Y lo detuvieron”.
Su esposa, Tia Barco, quien estaba esperando con ansias que José fuera liberado, había llamado reiteradas veces para saber qué haría el ICE una vez que saliera de prisión. “(El administrador del caso de Barco) me dijo tres veces que estaba todo bien y que no había ninguna orden de detención del ICE. (…) Pero lo recogieron de inmediato”, le contó a CNN.
De acuerdo con información facilitada por ICE a CNN, se determinó la expulsión de Barco de Estados Unidos como extranjero condenado por un delito con agravantes.
Respecto a este caso, un portavoz del ICE le explicó a CNN que “las Operaciones de Control y Deportación de ICE deben llevar a cabo su misión de expulsar a quienes socavan la seguridad de nuestras comunidades y la integridad de nuestras leyes de inmigración”.
Cuando lo deportaron, lo llevaron inicialmente a Honduras, donde se encontraron con un funcionario de inmigración venezolano que lo llevaría a su país natal. Sin embargo, según relataron su hermana y su esposa, el agente dijo: “Oye, ¿quién es ese tipo? No suena venezolano”.
Cuando les mostró su certificado de nacimiento, las autoridades le dijeron que era falso y que nunca había tenido un número de identificación de Venezuela.
“En ese momento, le dijeron: ‘No, no puedes venir con nosotros. No sería buena idea que pusieras un pie en Venezuela’”, relató su esposa Tia a CNN.
CNN ha intentado contactarse las autoridades de Venezuela, pero aún no ha obtenido respuesta.
Como resultado, lo regresaron a Estados Unidos y lo ingresaron en el centro de detención de Port Isabel, en Texas, porque no sabían qué hacer con él.
Kevin O’Connor, el abogado pro bono de José, le contó a CNN que Barco fue nuevamente trasladado a Colorado, donde permanece encarcelado hasta el día de hoy. Sin embargo, tras presentar una moción, el abogado recibió una orden del juez de inmigración que indicaba que el tribunal reabriría el caso de José Barco y que lo considerarían por segunda vez.
“Ahora tenemos una segunda oportunidad para presentar su caso ante un juez de inmigración y argumentar por qué no debería ser deportado a Venezuela, Cuba o México”, le comentó O’Connor a CNN.
CNN se contactó con el USCIS para conocer el estatus migratorio de Barco, pero la agencia respondió que no brindarían detalles sobre casos específicos.
Según le explicó el excombatiente a García James, miembro de la LULAC, actualmente se encuentra encarcelado junto con otros venezolanos que son percibidos como criminales.
“Mi servicio, mi sacrificio, mi derramamiento de sangre han pasado completamente desapercibidos, sin que nadie lo sepa. Solo soy un resto de basura venezolano. Ni siquiera ellos me aceptan”, dijo José Barco tras sus intentos de deportación.
“Ahora soy básicamente un hombre sin país. Es frustrante, y de alguna manera me he vuelto insensible. (…) He llegado al punto en que ya ni siquiera me indigno. Simplemente me deprimo”, le expresó Barco a García James con tristeza.
Aunque a José Barco ya lo trasladaron de un lado a otro varias veces, todavía sigue bajo riesgo de que lo deporten nuevamente, incluso a Venezuela. De hecho, García James le contó a CNN que Barco le comentó que el día que llegó al centro de detención de Texas, intentaron procesarlo de nuevo y le dijeron que empacara sus cosas para irse a Venezuela. Y Barco tuvo que decirles que acababa de regresar de un intento de deportación para irse allí.
“Eso demuestra que, incluso en estos centros de atención, no tienen ni idea de lo que está pasando. No hay organización, no hay un sistema de procesamiento que pueda rastrear lo que está pasando. Solo hay cuerpos y números de casos”, dijo García James.
García James añadió: “Hay venezolanos que han sido deportados a El Salvador, y van a la peor prisión del mundo. Los mezclan con todos esos criminales (…) Y Barco no es todo eso”.
Según indicó su abogado, hasta el momento José se encuentra detenido por el ICE, sin salida. “Nadie sabe qué hacer con él”, le explicó a CNN. La semana pasada se llevó a cabo una audiencia para evaluar si podía ser liberado bajo fianza, pero fue denegada. El tribunal de inmigración argumentó que no tenía jurisdicción.
El 8 de mayo se llevará a cabo una audiencia preliminar, en la que José tiene negará las acusaciones, según comentó su abogado, y luego se debería programar una audiencia individual para tratar el tema.
“Solo quiero ser libre. No quiero que me envíen a un país y que ese país me meta en la cárcel y se olvide de mí. Sería lo peor que me podría pasar. Sinceramente, no sé cómo lidiaría con eso. Probablemente preferiría estar muerto”, concluyó Barco.