Muchos están utilizando la expresión “como Musk en cristalería”. Hace ocho años, eso se decía de Donald Trump, aprovechando la similitud de su apellido con la extremidad más representativa de un elefante.
Y aunque el apellido del dueño de Tesla suene al nombre de un insecto que impide el sueño con sus zumbidos, sus intervenciones públicas están causando estupor hasta entre sus propios aliados.
Hace unos días, el presidente electo sintió que debía explicarle a una audiencia totalmente a su favor –la del grupo de jóvenes ultraderechistas Turning Point USA–, que “no, él (Musk) no va a ser presidente, eso les puedo asegurar. Y estoy a salvo. ¿Saben por qué no puede serlo? Él no nació en este país” (sino en Sudáfrica).
En redes sociales, replicaron con memes la frase de Tywin Lannister en la serie “Juego de Tronos”: “Cualquier hombre que tenga que decir ‘Yo soy el rey’ de ninguna forma es un verdadero rey”.
Por iniciativa de la periodista Amanda Marcote, del portal Salon, se está popularizando llamar a Musk “presidente en la sombra” (en referencia a la tradición británica de que el partido en la oposición nombra un “gobierno en la sombra”, para mostrar lo que haría mejor si realmente tuviera el poder).
Y los demócratas se solazan usando la fórmula “presidente Musk” con su “jefe de gabinete Trump”, como sostuvo el legislador Dan Goldman.
Los republicanos, por su parte, apenas tratan de suavizar la impresión de que Musk, como escribió Marcote, ha estado “dirigiendo por la nariz” (como jalar al ganado por el anillo en el septum) al “envejecido y cansado” Trump.
“Tenemos un presidente, tenemos un vicepresidente, tenemos un presidente de la Cámara de Representantes”, dijo Tony Gonzales, un congresista conservador de Texas. “Parece como si Elon Musk fuera nuestro primer ministro”.
Rompe cosas
En realidad, los correligionarios de Donald Trump están preocupados por el inesperado, inusual y extraconstitucional poder político que el hombre más rico del mundo ha estado construyendo, con o sin el aval del presidente electo.
Trump ha anunciado que Musk dirigirá el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés, como la criptomoneda de Musk, Doge) para adelgazar las estructuras de gobierno.
Aunque todavía falta tiempo para crear formalmente este súper comité asesor, el dueño de X (Twitter) ya intervenía en la primera discusión con el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski.
A quienes señalaron que era algo totalmente ajeno al área que le van a encargar, les faltaba mucho por ver en alguien que, encarnando el espíritu de Sillicon Valley (sede de las grandes empresas tecnológicas) de “muévete rápido y rompe cosas”, se está metiendo en todo tipo de asuntos fuera de su competencia, al grado de comprometer la imagen del próximo gobierno pidiendo –aunque fuera de manera personal– el voto por el partido neo-nazi Alternativa por Alemania, “único que puede salvar” a ese país.
Lo más desconcertante para los republicanos, en todo caso, fue la abierta operación de Musk para descarrilar las negociaciones que sus líderes llevaban a cabo en la Cámara de Representantes, en las que intervino impulsando su propia agenda, no la de Trump. Y terminó saliéndose con la suya.
Musk amenaza a republicanos
El Congreso tenía que ponerse de acuerdo para aprobar un presupuesto que asegure que el gobierno siga funcionando hasta el 14 de marzo, permitiendo que se vaya el presidente Joe Biden y arranque Trump.
La única demanda del mandatario electo era que le quitaran el techo de la deuda, es decir, los límites para contratar empréstitos, dejándole las manos libres para obtener fondos multimillonarios para pagar sus planes de expulsar a millones de personas sin documentos.
Justo antes de Navidad, demócratas y republicanos habían llegado a un acuerdo que les permitiría irse a sus casas a pasar las fiestas. El presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, publicó el documento, precisando que tenía el apoyo de Trump.
No sabía que necesitaba también el de Elon Musk. Éste, desde su cuenta en X, lanzó una artillería de más de 150 tweets en 24 horas, dirigidos a sus más de 200 millones de seguidores y amplificados por el algoritmo de la plataforma.
Musk criticó todo tipo de elementos de la legislación presupuestaria que se discutía, basándose en una miscelánea de señalamientos que le hacían cuentas de su red social anónimas y con nombres e imágenes de cualquier cosa, como una de desechos felinos.
Musk invirtió 277 millones de dólares (o sea, cerca de medio dólar por cada mil de sus 454 mil millones) en la campaña trumpista de este año, además de emplear la influencia de su plataforma X para potenciar las narrativas conservadoras, reales y ficticias, lo cual puede haber hecho la diferencia entre victoria y derrota.
Los republicanos que lo aplaudieron entonces, sin embargo, ahora fueron sorprendidos ante un tipo de intervención externa que nunca habían visto. Todavía peor: Musk los amenazó.
“¡Cualquier miembro de la Cámara o del Senado que vote a favor de este escandaloso proyecto de ley de gastos merece ser expulsado en dos años!”, tuiteó, al asegurar que financiaría las campañas de sus rivales internos en futuras elecciones primarias.
Tanto el tamaño de su cartera como su disposición para imponer a sus candidatos ya están plenamente demostradas.
Viéndose rebasado, el presidente electo retiró su respaldo, insistió en que debían concederle eliminar el techo de la deuda y envió a su vocera, Karoline Leavitt, para aclarar quién manda.
“El presidente Trump es el líder del Partido Republicano. ¡Punto final!”.
El proyecto fue refutado por otro que les daba lo que querían tanto a Trump como a Musk, y fue rechazado por los votos de la minoría demócrata sumados a los de decenas de republicanos que son más fieles al dogma de no a la deuda que al mismo Trump.
A final de cuentas, se votó un tercer texto que era casi idéntico al primero. Trump no obtuvo lo que exigía. Musk, aunque tampoco consiguió nada significativo, tuiteó que “ha prevalecido la voluntad del pueblo” para dejar constancia de que se daba por satisfecho. Había hecho una sorprendente demostración de fuerza.
¿Quién es el papi de los republicanos?
Las campanas de Navidad sonaron como poderosa señal de alerta para los republicanos, que hicieron sus mejores esfuerzos para mostrar su preocupación sin hacer enojar al multimillonario.
“Respeto a Elon Musk y su visión para América, pero no podemos permitir que su influencia desvíe nuestras prioridades legislativas fundamentales” (Mike Johnson, presidente de la Cámara de Representantes).
“Aunque valoro las contribuciones de Elon Musk, debemos ser cautelosos con la influencia de individuos no electos en nuestras decisiones legislativas” (Rand Paul, senador).
“Elon Musk es un líder empresarial impresionante, pero debemos asegurarnos de que nuestras políticas reflejen la voluntad del pueblo, no la de una élite tecnológica” (Marjorie Taylor Greene, representante).
“Musk ha demostrado que puede desafiar al establishment y ganar. Sin embargo, su influencia en la política estadunidense debe ser equilibrada con la voz de nuestros votantes” (Ron DeSantis, gobernador de Florida).
Por su parte, Trump declaró a NBC que Musk había actuado con su consentimiento: “Le dije que si estaba de acuerdo conmigo, podía emitir una declaración”.
A pesar de que siente la necesidad de defender su posición ante Musk, el poder formal será suyo. Dos elefantes en la cristalería pueden ser demasiados para hombres acostumbrados a ser el único.
“¿Cuándo se va a deshacer Trump de Musk?”, se tituló un panel de debate del popular programa de televisión Morning Joe, en MSNBC, del 25 de diciembre.
Los participantes advirtieron que si Musk sigue eclipsando al presidente electo, habrá serias tensiones entre ellos, el comienzo de una lucha de poder entre dos hombres conocidos por sus inmensos egos y su deseo de atención.
Si en la portada de la revista ‘Time’ presentan a Musk como el verdadero líder, planteó Jonathan Lemire, anfitrión del show, en tono de broma, este podría ser el punto definitivo de ruptura.
“Cuando Elon twitea algo y luego Trump tuitea algo, los republicanos no saben cuál de ellos es su papi. No saben a quién deben escuchar primero”, sostuvo la representante demócrata Alexandria Ocasio-Cortez en un video que publicó en X mientras se desarrollaba el drama del presupuesto.
“No es broma, Elon representa un verdadero problema político para Trump y por lo menos es un rival para él en poder e influencia”.
ksh