Un videojuego que incitaba a violar mujeres, donde un hombre jugaba a ser “la peor pesadilla” y a no aceptar “nunca un no por respuesta”. Y el eslogan no dejaba dudas: “Tu objetivo es simple, no dejar ningún coño sin follar porque eso es lo que todas quieren”.
Este era el contenido de “No Mercy”, que estuvo días disponible en la plataforma de videojuegos Steam. Ya ha sido retirado, primero en Reino Unido, luego en Australia y en Canadá. Y en España, cuando saltó la noticia, se podía leer la carátula y la descripción. Y ojo a esta descripción del videojuego, porque el planteamiento también lleva incesto incluido: “Después de pillar a tu propia madre traicionando a tu padre, descubres la naturaleza de las mujeres, especialmente la suya. No es una ama de casa corriente: está escondiendo un oscuro secreto que la persigue desde hace años. Ahora es tu turno para descubrirla, chantajearla, exponerla y reconstruir tu familia en tus propios términos. Poseerla. Tu objetivo es simple: no dejar ningún coño sin follar, porque eso es lo que todas quieren”.
Así lo tienen más claro. Era un videojuego donde la motivación era violar. Pueden aún encontrar algunas de las escenas, donde aparece la cara de una mujer llorando, asfixiada y aterrorizada. Yo, cuando ocurren estas cosas, siempre me hago preguntas. Porque hay algo peor que el videojuego: detrás había una cadena de personas que dio el visto bueno.
¿Qué mente tiene el desarrollador de este videojuego para crear un producto así? ¿Cómo de normalizado debe ser violar para que nadie dude de crear una simulación de sexo no consentido? En la web de la plataforma permanece un comunicado que resta importancia al tema. Insiste en que esto es solo un juego y que, al fin y al cabo, “Madrastra” o “hijastra” son algunos de los términos más buscados en pornografía. Y añade una posdata interesante a los compradores de los países donde se ha suspendido: “Si compraste el juego, no perderás el acceso”.
También aclaran que en el desarrollo del producto participaron miles de personas y que todas ellas eran “normales y sanas”. Claro, menuda novedad. Ya sabemos que ser machista y misógino no es una patología. Tampoco lo era para La Manada, cuando violaba pensando que aquello no era grave. De la misma manera que con videojuego o sin él, una generación de jóvenes ha crecido asumiendo que violar es una parte más de su entretenimiento.
Tras esto ya pueden imaginar que han retirado el producto no por darse cuenta del horror del asunto, sino por la presión social y por el trabajo de las asociaciones feministas, a las que más de uno ha puesto como brujas. Lo típico. El caso es que esto es una gota más en un océano de cultura de la violación, en la que cada día tenemos noticias de agresiones sexuales, que demuestran cómo nos ven como objeto y no como personas.
Es desagradable hablar de un caso y no de otros, pues todos tienen detrás una historia de horror o trauma. Pero aquí van algunas. El ‘violador del portal’ de Valencia, detenido por agredir a 17 mujeres y que tras la pandemia empezó a consumir contenido de Youtubers misóginos y machistas en redes.
Otra noticia me dejó un pellizco en el estómago, era de Etiopía, con la radiografía de una mujer con un cortauñas en el útero, junto a una nota que ponía “venganza”. Es la violencia sexual que ejecutan soldados para que las mujeres no tengan hijos y acabar así con la etnia tigriña. En la misma semana, en España, leí que reducían a la mitad la condena de un hombre que intentó agredir sexualmente a su esposa con alzheimer, durante la visita a la residencia. La rebajita viene por los atenuantes de confesión y reparación del daño.
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Las mujeres deshumanizadas, y enfrente tipos que solo saben el idioma del poder sexual. Todos sanos, todos aprendices y luego expertos en una cultura de la violacion, alentada y promovida por todo un sistema real de terror, que supera a cualquier videojuego.