Todos sabemos que regresar al Camp Nou a finales de abril es verdaderamente complicado, de hecho, muchos pensamos que es mejor posponerlo para la siguiente temporada y así no alargar más las obras; vestirnos despacio ya que tenemos prisa.
No volvimos ni en noviembre ni diciembre como nos dijeron, pues llegados a este punto, podemos esperar hasta septiembre. Como todos sabemos, el ayuntamiento y el Barça tienen acordado dejar libre Montjuic a finales de abril; cerca de esas fechas se llevarán a cabo algunos macroconciertos imposibilitando a los blaugranas seguir jugando en Barcelona. Así pues, la junta directiva tiene que tomar una decisión lo antes posible para que los socios y aficionados culés sepan donde se jugará el clásico de mayo que visto como está La Liga, puede ser de vital importancia, y también el partido de vuelta de una posible semifinal europea.
Son muchas las especulaciones sobre en qué estadio se disputarán estos partidos en caso que, como parece, la ansiada vuelta al nuevo campo no se cumpla. Wembley, Stade de France, Roma… yo tengo muy claro cuál es la mejor opción; el Vélodrome de Marsella. Este maravilloso estadio tiene una capacidad de casi setenta mil espectadores y lo que es mejor aún, geográficamente, para que todos podamos desplazarnos con facilidad, se encuentra a una distancia ideal.
Más allá de los vínculos de Barcelona con Marsella, esta conexión mediterránea y portuaria que nos une desde hace muchos años y que son parte de nuestra historia, el Vélodrome es casa de un equipo amigo, el Olympique de Marsella. Las otras opciones, los otros estadios que hay sobre la mesa, son campos conocidos por todos y con una logística más que sólida para albergar este tipo de partidos, pero la distancia y la dificultad de hacer llegar a los aficionados blaugranas pueden hacer que, en caso de tener que jugar en esos lares distantes, vivamos un fracaso esperpéntico que no podemos permitirnos.
Marsella en primavera es la mejor solución para sentirnos como en casa, cerca del mar, cerca de Catalunya. Aun sabiendo esto, todos los factores positivos que lo hacen el lugar propicio, coordinar todo para que el Vélodrome sea una efímera bombonera blaugrana es un trabajo arduo que necesita de tiempo y planificación. Es por esto que veo urgente tomar la decisión cuanto antes, apresurarnos en decidir como lo vamos a hacer, como lo vamos a llevar a cabo.
La junta directiva, a quien le toque, debería mover ficha -sino la han movido ya-, cerrar esta opción y empezar la campaña para teñir el bonito puerto de Marsella y su Basílica de Notre-Dame de la Garde de azul y grana, para vivir una -esperemos dos- noches históricas en la Côte Bleue. No tengo ninguna duda, el Stade Vélodrome es la mejor de las opciones.