En un giro significativo, el Vaticano ha demostrado su voluntad de reformular algunos de los dogmas más controvertidos de la Iglesia Católica con el objetivo de promover la unidad entre todos los cristianos. Un documento de estudio del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, recientemente aprobado por el Papa Francisco, propone ajustes a la noción de infalibilidad papal y a la capacidad del Pontífice de definir dogmas libres de error «ex cathedra».
Esta apertura a la revisión de conceptos tradicionalmente centrales en la teología católica, como la supremacía papal y la jurisdicción universal del Papa, refleja un cambio importante en la actitud del Vaticano hacia el diálogo ecuménico. El documento reconoce que estas enseñanzas estaban profundamente condicionadas por su contexto histórico y sugiere que la Iglesia Católica busque nuevas formas de expresarlas que se integren mejor en una eclesiología de comunión y se adapten al contexto cultural y ecuménico actual.
El Camino hacia la Unidad de los Cristianos
Replanteando el Primado del Papa
El documento plantea la necesidad de definir un modelo aceptable de «unidad en la diversidad» con la Iglesia Católica. En este sentido, sostiene que el poder del Obispo de Roma «no debería exceder lo necesario» para el ejercicio de su ministerio de unidad a nivel universal y sugiere una «limitación voluntaria» en el ejercicio de su poder.
Para ello, propone una distinción más clara entre las diferentes responsabilidades del Obispo de Roma, especialmente entre su ministerio patriarcal en la Iglesia de Occidente y su ministerio primacial de unidad en la comunión de las Iglesias, tanto de Occidente como de Oriente. Además, recomienda ampliar esta idea para considerar «cómo otras Iglesias occidentales podrían relacionarse con el Obispo de Roma como primado, mientras conservan una cierta autonomía».
La Evolución del Papado y la Sinodalidad
El texto también plantea poner un mayor énfasis en el ministerio del Papa en su Iglesia particular, la diócesis de Roma, lo que pondría de relieve «el ministerio episcopal que comparte con sus hermanos obispos y renovaría la imagen del papado».
Asimismo, el documento sugiere la necesidad de abordar conjuntamente el primado y la sinodalidad, que «no son dos dimensiones eclesiales opuestas, sino dos realidades que se apoyan mutuamente». En este sentido, se reclama una clarificación del vocabulario utilizado en torno a estas cuestiones.
El Desafío de la Unidad Cristiana
A pesar de las polémicas históricas, el documento valora que la cuestión del primado ya no se ve simplemente como «un problema» para las diferentes confesiones cristianas, sino también como «una oportunidad para la reflexión común sobre la naturaleza de la Iglesia y su misión en el mundo».
En esta línea, el texto sugiere que el Vaticano es interpelado por las otras comuniones cristianas a «considerar seriamente las sugerencias que se les hacen, de modo que una comprensión y un ejercicio renovados del primado papal puedan contribuir al restablecimiento de la unidad de los cristianos».
Uno de los frutos de los diálogos teológicos recogidos en este documento es una lectura renovada de los llamados textos petrinos, que históricamente han constituido un importante escollo entre los cristianos. Asimismo, se aborda la controvertida cuestión de la comprensión católica romana del primado del Obispo de Roma como establecido por derecho divino (‘iure divino’), mientras que la mayoría de los demás cristianos lo entienden como instituido meramente por derecho del hombre (‘iure humano’).
En resumen, el Vaticano ha dado un paso significativo al mostrarse abierto a reformular algunas de sus enseñanzas más arraigadas con el objetivo de facilitar el diálogo y la unidad entre todas las comunidades cristianas. Esta iniciativa refleja un cambio de paradigma en la aproximación del Catolicismo Romano a la cuestión de la primacía papal y abre la puerta a un futuro de mayor entendimiento y cooperación entre las diversas tradiciones cristianas.
