FIRMAS PRESS.- El sistema de salud de Estados Unidos, basado principalmente en seguros privados, está fallando, afirma un reciente artículo de The Guardian.
Doctores estadounidenses, según ese diario británico, acusan a las grandes empresas de seguros de salud de causar retrasos mortales de cuidados y procedimientos médicos vitales, y de priorizar sus ganancias y no la salud de los pacientes.
El sistema de salud de Estados Unidos es uno de los más avanzados del mundo por su calidad y su innovación tecnológica. Pero está enfermo. Y no por falta de recursos, sino por un defecto estructural: está en manos de empresas privadas cuyo objetivo primordial es la ganancia financiera. En ese esquema, la salud se ha convertido en una mercancía.
Las empresas de seguros son intermediarias entre los pacientes y los proveedores de servicios médicos, y en muchas ocasiones son un obstáculo en vez de una solución. Es común que estas empresas nieguen o retrasen procedimientos médicos necesarios, o que los aprueben al cabo de largas luchas burocráticas. Esta situación genera angustia en los pacientes. Y peor aún: puede tener consecuencias graves, incluso fatales.
Pacientes con cáncer han reportado largas esperas, de semanas o hasta de meses, para recibir terapias. En muchas ocasiones, las aseguradoras han denegado tratamientos bajo el pretexto de que no son médicamente necesarios, aunque hayan sido recomendados por especialistas. Esta contradicción entre las decisiones de los médicos y las decisiones de las empresas de seguros es una prueba de que el sistema padece de fallas graves, una prueba de que está lejos de garantizar la sanidad para todos.
En el 2023, las aseguradoras de salud obtuvieron ganancias netas de casi $25.000 millones, un 3% más que el año anterior, mientras millones de estadounidenses luchaban por pagar sus primas, copagos y deducibles. Incluso, muchas personas que tienen seguro de salud a menudo afrontan gastos tan elevados que evitan ir al médico.

Atención médica como una empresa
La raíz de este problema está en la concepción esencial del sistema. En vez de considerar la salud como un derecho humano fundamental, se ve la atención médica como una empresa a la cual quien no paga o quien no tiene un seguro, no tiene acceso.
Esta visión es muy distinta a la de otros países desarrollados, donde existe un sistema universal de salud pública que cubre a todas las personas, y que en muchos casos coexiste con sistemas privados. 72 de los 195 países del mundo tienen cobertura sanitaria universal; Estados Unidos, no.
Canadá, España, Alemania, el Reino Unido, Francia, entre otros, han demostrado que se puede proporcionar un servicio de salud de calidad para todos los ciudadanos sin que los pacientes se vean limitados por obstáculos financieros.
Cambiar el sistema de salud en Estados Unidos no será fácil. Las aseguradoras, con el respaldo de un lobby político muy activo en Washington, han bloqueado repetidamente reformas importantes. La propuesta de un sistema de sanidad pública que cubra a todos los estadounidenses, basado en el Medicare –el programa federal de atención médica para los mayores de 65 años– enfrenta una feroz oposición, a pesar de que desde hace años las encuestas muestran que alrededor del 70% de los estadounidenses apoya la idea del Medicare para todos.
Si la mayoría de los norteamericanos está a favor de una cobertura universal de salud pública, ¿cómo se permite entonces que el afán empresarial de obtener ganancias se interponga en la consecución de esa necesaria cobertura para todos?
La solución no es sencilla y está plagada de obstáculos creados por intereses económicos particulares. Pero ya es hora de que la sociedad exija una nueva receta que ponga la salud de todos primero, no las ganancias de unos cuantos.
Andrés Hernández Alende es escritor y periodista radicado en Miami. Sus novelas más recientes son El ocaso y La espada macedonia, publicadas por Mundiediciones. También ha publicado el ensayo Biden y el legado de Trump con Mundiediciones.