Los organismos internacionales que manifiestan constantemente su preocupación por el respeto de los derechos humanos; las organizaciones privadas que desde Estados Unidos o Europa, principalmente, expresan sus desacuerdos con el tratamiento a grupos étnicos, políticos, migrantes, o pertenecientes a minorías de distintas especies; las oenegés que reciben respaldo financiero de instituciones y gobiernos del primer mundo para que se dediquen a combatir las violaciones a derechos de la persona humana en determinadas geografías y en momentos específicos de la rutina sociopolítica global, no parecen ser ni activos ni eficaces cuando esas mismas situaciones acontecen en las comunidades cristianas de distintas partes del planeta.
Perseguidos y acosados desde los inicios mismos del cristianismo en Judea y acentuada esa actitud desde que los seguidores de Jesús de Nazareth comenzaron a llamarse cristianos en Antioquia de Siria, ciudad ubicada en la actual Turquía, esa persecución solo se detuvo, en breve pausa, cuando el emperador romano Constantino, en el 313 d.C. otorgó a los cristianos el derecho a expresar de modo lícito y libre sus creencias y prédicas, incluso colaborando en la divulgación de su práctica en la misma Roma imperial que por más de tres siglos ejerció un poder autoritario y criminal contra ellos.
Hace ya décadas, que se ha acentuado ese hostigamiento en varios países y es poco lo que se lee en la prensa y en los medios digitales, donde se suele hacer eco de cualquier acto que contraríe o presione los derechos fundamentales de la humanidad, aún en los casos en que esos derechos no apliquen para tales, stricto sensu.
Para que tengamos apenas una ligera idea de la situación, digamos que a este momento, conforme los datos que ofrece la Lista Mundial de la Persecución (LMP) y el Instituto Internacional para la Libertad Religiosa, con sede en Londres, cada dos horas un seguidor de Jesús pierde la vida por la práctica de su fe. O sea, en este 2024, 13 cristianos son ejecutados cada día y en un año, de octubre de 2022 a septiembre del 2023, un total de 4.998 cristianos fueron asesinados por proclamar el Evangelio y 4.125 fueron detenidos, condenados y encarcelados por su fe, en prisiones en condiciones insalubres. Esta persecución afecta a 365 millones de cristianos en el mundo.
La mayor parte de los asesinatos ocurren en países africanos: Nigeria, República Democrática del Congo, Uganda, Burkina Faso, Camerún y la República Centroafricana. Y el país donde más se hostiga a los cristianos es la India. Incluyamos en este horror, que la violencia ejercida contra los cristianos incluye el asedio a sus propiedades. Más de 14.000 templos, escuelas, hospitales y centros de atención social y religiosa, gerenciados por las iglesias cristianas, han sido atacadas, incendiadas o expropiadas, con China y la India a la cabeza de estas acciones, con el 83% de los casos en todo el mundo.
Todavía hay más. Las casas, hogares, propiedades y negocios de los cristianos, donde se ganan la vida y donde intentan llevar una vida familiar normal, igualmente han sido violentadas, con un total de 21.431 casos, un aumento insólito del 350% en comparación con la LMP de 2023. El aumento fue de 2.210 propiedades en el año 2022 a 5.740 el año pasado, lo que revela que el asedio a los hogares cristianos va en aumento en los países citados, así como en Nigeria, Pakistán, Myanmar y los países africanos citados.
Estos datos sobre la violencia anticristiana se completan con estas estadísticas singularmente aterradoras: 3.906 cristianos secuestrados, 4.125 encarcelados sin derecho a juicio, y más de 3.022 fueron abusados sexualmente y obligados a contraer matrimonio con no cristianos. En el caso de Yemen, como ejemplo, el cristianismo se vive de forma secreta, como en los tiempos de las catacumbas. Ir a la iglesia es un sueño. La congregación cristiana se realiza asumiendo numerosos riesgos y resulta imposible tener incluso una Biblia en casa, mucho menos estudiarla en grupo. El cristiano vive por tanto en soledad absoluta, pues si son descubiertos en la práctica de su fe son discriminados y apartados de la sociedad. Eso, que para los cristianos de Latinoamérica, por ejemplo, es normal, en Yemen y otros países es imposible.
Cuando hablamos de cristianos no hacemos distinción confesional. Son católicos, protestantes, evangélicos, metodistas, luteranos, bautistas, todas las iglesias que profesan la fe de Cristo. Como los mártires de los primeros siglos, hay casos de cristianos que se declaran tales sin temor alguno. En febrero pasado, Ebrahim Firouzi, un líder cristiano de Irán, de 37 años, que no aceptó separarse de su Biblia y expresar abiertamente su fe, fue encontrado muerto luego de haber cumplido condena por varios años en una cárcel de Pakistán.
En Vietnam, los pastores y sacerdotes sufren presiones, agresiones, arrestos, y si las que pastorean a sus fieles son mujeres, la persecución es doble, por ser cristianas y por ser mujer, situación común en los países musulmanes de Medio Oriente. La intolerancia religiosa se manifiesta abiertamente en naciones islámicas durante la celebración del Ramadán, y en la India, el partido BJP, del actual ministro Narenda Modi, ha aumentado la presión y la persecución de los cristianos, bajo el predicado de que los verdaderos indios deben ser hindúes. El resto a la cárcel. En Bangladés, grupos extremistas aíslan, humillan públicamente y agreden físicamente a los cristianos y hace apenas un mes, tomaron a un adolescente de 15 años, Dudul, mientras caminaba con una Biblia por los campos sembrados de maíz, lo despojaron de sus ropas y lo ataron desnudo a un árbol, en medio de un sol inclemente.
Abatidos y aislados, millones de cristianos en el mundo sufren las consecuencias de haber abrazado la fe en Cristo, sin que organizaciones activas en la defensa de los derechos humanos integren a sus planes de denuncia y defensa la libertad religiosa. Uno de cada siete cristianos es perseguido. Uno de cada cinco en África. Dos de cada cinco en Asia. Uno de cada quince en América Latina. Justo en esta región, la delantera en esta persecución la tienen Nicaragua y México. En el primer caso, como una acción directa del Estado, que encarcela y exilia a sacerdotes, monjas y obispos, pone frenos a los cultos de los templos evangélicos, cierra oenegés dedicadas al servicio social de las iglesias, clausura universidades católicas y prohíbe eventos religiosos. En Méxikco, hay asesinatos frecuentes de sacerdotes y fieles. En los últimos 20 años han ocurrido 155 homicidios de sacerdotes católicos y otros líderes religiosos, el último de los cuales ocurrió esta misma semana en Chiapas, el padre Marcelo Pérez, baleado por dos hombres que viajaban en una motocicleta, luego de oficiar la misa. Más de 30 mil personas asistieron a su sepelio.
La LMP ha identificado nueve razones como motores de esta persecución: la opresión islámica, el nacionalismo religioso, opresión tribial, hostilidad etno-religiosa, proteccionismo denominacional, opresión comunista y poscomunista, intolerancia secular, paranoia dictatorial, y la corrupción y el crimen organizado. Un total de 50 países figuran en la LMP, pero entre ellos 10 son los que muestran mayor poder persecutorio contra los cristianos: Corea del Norte, Somalia, Libia, Eritrea, Yemen, Nigeria, Pakistán, Sudán, Irán, Afganistán. Entre los latinoamericanos, Cuba figura en el puesto número 22, aunque ya no se restringen las actividades religiosas como sucedió en las dos primeras décadas de la etapa revolucionaria. Nicaragua ha subido de la posición 50 a la 30, Colombia se ubica en el puesto 34, y México en el 37.
Los derechos de las minorías religiosas deben ser atendidos y defendidos con la misma rigurosidad ejecutiva y mediática con la que organismos internacionales actúan frente a otras minorías. En los tiempos del imperio romano, diez emperadores tuvieron como eje motriz de sus ejecutorias la persecución contra los cristianos. Los Nerón, Domiciano, Trajano, Marco Aurelio, Septimio Severo, Maximiano, Decio, Valeriano, Aureliano y Diocleciano reviven en nuestros tiempos casi con los mismos formatos y la misma hostilidad criminal que ellos practicaron. Y también, con la cobardía y complicidad de personas, instituciones y medios de comunicación indiferentes a esta realidad. El silencio y la insensibilidad marcan este periodo luctuoso para millones de personas que, en pleno siglo XXI, sufren los embates crueles y obtusos de los que combaten la fe cristiana. Los que creen en Jesús, empero, se afianzan en su fe contra todas las contrariedades y desesperanzas, contra todos los miedos y abusos, contra todas las complicidades y mutismos.
La LMP lleva la estadística de esta persecución teniendo como fuentes a Freedom House, Pew Research Center y el Departamento de Estado de los Estados Unidos, con un Análisis Global de Países y una investigación direccionada, con delegados secretos en todos los países de la lista.
LIBROS
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HISTORIA ANTIGUA DEL CRISTIANISMO
Jesús M. Nieto Ibáñez. Editorial Síntesis, 2019.265 págs. La historia del cristianismo desde sus orígenes judíos hasta el concilio ecuménico de Calcedonia del año 451.
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HISTORIA DE LA CRISTIANDAD
Diarmaid MacCulloch. Círculo de Lectores, 2011. 1,293 págs. La primera historia global de la religión cristiana. La evolución de la fe y sus ramificaciones.
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POR QUÉ CREEN LO QUE CREEN
Bernhard Uhde. Biblioteca Herder, 2019. 239 págs. La comprensión de las cinco grandes religiones: judaísmo, cristianismo, islam, hinduismo y budismo.
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ESCRITOS ESPIRITUALES
Blaise Pascal. Tecnos, 2020. 242 págs. Resumen de la vida de Jesucristo, opúsculos, cartas y fragmentos. La espiritualidad de Pascal con los temas fundamentales de su filosofía religiosa.
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ENCICLOPEDIA DE LAS RELIGIONES DEL MUNDO
David Self. Editorial San Pablo, 2008. 128 págs. Introducción ilustrada a las creencias, tradiciones y prácticas de las religiones del mundo actual, del Oriente de Asia y de las religiones modernas.
Escritor y gestor cultural. Escribe poesía, crónica literaria y ensayo. Le apasiona la lectura, la política, la música, el deporte y el estudio de la historia dominicana y universal.