Los análisis de riesgos medioambientales se convierten en fundamentales permitiendo una identificación temprana de amenazas, la implementación de medidas preventivas eficaces y la planificación para la respuesta ante posibles incidentes
El río Besós, ubicado en las cuencas internas de Cataluña, fluye a través de la provincia de Barcelona, pasando por importantes municipios como Montcada i Reixac, Sant Adrià de Besòs, y Barcelona. Este río, que desemboca en el mar Mediterráneo, ha sido históricamente uno de los ríos más contaminados de España, especialmente debido a los efectos de la industrialización que tuvo lugar a lo largo del siglo XX. La proliferación de industrias a lo largo de su curso y el vertido incontrolado de aguas residuales sin tratamiento adecuado agravaron significativamente su situación. La falta de infraestructuras de saneamiento y la presión de las actividades urbanas industriales fueron las principales causas de la contaminación del río, que llegó a concentrar altos niveles de metales pesados, materia orgánica y sustancias tóxicas.
Causas y consecuencias de la contaminación
El proceso de industrialización no solo generó vertidos de aguas residuales industriales, sino que también impulsó el crecimiento demográfico de los municipios circundantes. A medida que las industrias se instalaban cerca del río, aumentaba la población en la región, lo que a su vez intensificaba los vertidos de aguas domésticas y urbanas al río Besós. Este proceso exacerbó aún más la contaminación, dado que las aguas residuales de hogares y fábricas se vertían sin ningún tipo de depuración.
El resultado de esta contaminación fue devastador para los ecosistemas acuáticos. Durante muchos años, el río sufrió la presencia de metales pesados como plomo, zinc y mercurio, además de materia orgánica, disolventes y pesticidas. Estas sustancias no solo afectaron la fauna y flora del río, sino que también causaron elevada eutrofización y una baja concentración de oxígeno, que resultó en la destrucción de hábitats acuáticos. A la vez, los impactos sobre la salud humana fueron considerables, ya que los contaminantes afectaron los recursos hídricos destinados al abastecimiento de agua y representaron un riesgo para aquellos que utilizaban el río para actividades recreativas, como el baño.
La contaminación del río Besós también tuvo consecuencias económicas importantes. La degradación ambiental provocó la pérdida de valor de las propiedades en las zonas más afectadas, lo que generó un éxodo hacia áreas menos contaminadas. Este fenómeno, junto con la disminución de la calidad del entorno, afectó negativamente a la rentabilidad de los sectores comerciales y servicios, limitando el crecimiento económico de las zonas cercanas al río.
Medidas de recuperación y restauración
A partir de los 90 y los 2000, las autoridades emprendieron una serie de medidas para mejorar la situación del río. La construcción de nuevas infraestructuras de saneamiento y la ampliación de las estaciones depuradoras contribuyeron significativamente a la reducción de los vertidos no tratados al río. Además, se implementaron proyectos de restauración de ecosistemas y programas de monitoreo y control de la calidad del agua, lo que permitió una notable mejora en la calidad del agua y en la recuperación destacada de los ecosistemas fluviales.
No obstante, la experiencia del río Besós subraya la importancia de seguir combatiendo la contaminación y el control de los vertidos de aguas residuales. A pesar de los avances logrados, las industrias continúan siendo una fuente potencial de daños ambientales, especialmente en el caso de accidentes imprevistos. Así, la recuperación total del río se enfrenta al reto de la elevada presión antrópica e industrial, con episodios accidentales recurrentes con afectación de sus aguas.
En particular, en 2019, 2022 y 2024, el río Besós sufrió episodios de mortandad de fauna acuática y un marcado empeoramiento de la calidad de sus aguas debido a incendios e incidentes ocurridos en instalaciones industriales cercanas. Durante estos siniestros, la mezcla de aguas de extinción y productos químicos procedentes de las instalaciones afectadas llegaron al cauce del río, exacerbando la contaminación y poniendo en riesgo la biodiversidad acuática. Estos episodios recurrentes representan un retroceso en el proceso de recuperación, lo que implica tener que superar nuevamente los impactos negativos y ralentiza el avance hacia un río verdaderamente limpio y saludable.
En este contexto actual, por tanto, es crucial que cada empresa e instalación asuma un firme compromiso con la protección del medioambiente, minimizando los riesgos ambientales inherentes a su actividad. Una herramienta clave para lograr este objetivo es el Análisis de Riesgos Medioambientales (ARMA).
La importancia del análisis de riesgos en la protección del medio ambiente
El Análisis de Riesgos Medioambientales (ARMA) es un requerimiento legal contemplado en la Ley 26/2007, de 23 de octubre, de Responsabilidad Ambiental, que establece la obligación a los operadores que realicen actividades de mayor riesgo a disponer de una garantía financiera para hacer frente a la responsabilidad ambiental derivada de sus actividades. Además de ser un requisito legal, el ARMA es una herramienta destacada para la prevención de accidentes que podrían dañar el medioambiente.
Este análisis no solo sirve para calcular la cuantía de la garantía financiera de reparación primaria en caso de accidente, sino que también proporciona un análisis detallado de los riesgos inherentes a las instalaciones, lo que lo convierte en una herramienta crucial para la prevención de accidentes. A diferencia de otras herramientas de gestión de riesgos, como los Planes de Autoprotección de las instalaciones, el ARMA es único en su capacidad para cuantificar con precisión la probabilidad de ocurrencia de cada escenario accidental relevante, y para calcular el impacto potencial a través del Índice de Daño Medioambiental (IDM).
Gracias a la cuantificación precisa de los riesgos y sus posibles efectos, el ARMA permite no solo detectar los puntos críticos de las instalaciones, sino también identificar las medidas preventivas que minimicen los riesgos detectados. Esta herramienta es, por tanto, la más importante para la prevención de accidentes con afecciones ambientales, ya que ofrece datos específicos y valiosos que ayudan a prevenir la materialización de estos riesgos.
Podemos concluir, por tanto, que los análisis de riesgos medioambientales son fundamentales para prevenir daños al medioambiente porque permiten una identificación temprana de amenazas, la implementación de medidas preventivas eficaces y la planificación para la respuesta ante posibles incidentes. Estos esfuerzos contribuyen a la protección de los ecosistemas, como el río Besós, y a la mejora de la calidad de vida de las comunidades circundantes.