La última misiva de la FIA, en la que se anuncian cambios en el código deportivo del organismo rector que podrían suponer la prohibición de conducir por insultar o hablar en contra de la organización, no sólo es draconiana. Es represiva y amenazadora.
Los cambios, que se aplican a todos los campeonatos avalados por la FIA e incluyen a los directores de equipo, castigarían a los pilotos de F1 con una multa de 40.000 euros por infracción de las normas. Una segunda infracción aumentaría a 80.000 euros y un mes de suspensión de la competición. Una tercera infracción conllevaría una sanción de 120.000 euros y un mes de prohibición de competir. Para los corredores de F1, esos números representan cuatro veces más que las multas base.
Se trata de una amenaza asombrosa y grave que llega después de que el presidente de la FIA, Mohammed Ben Sulayem, tomara medidas enérgicas contra el comportamiento de los pilotos y dejara claro que no tolerará los insultos.
No se sabe a ciencia cierta por qué Ben Sulayem ha centrado su atención en esta área en particular, y es particularmente preocupante cómo se han precipitado estos cambios en las normas antes de la nueva temporada en lugar de esperar a que el Consejo Mundial del Deporte Motor se reúna virtualmente el 26 de febrero.
Motorsport.com entiende que no se ha consultado a los equipos. Un informante ha sugerido que la medida era un “juego de poder” del presidente de la FIA para controlar a los pilotos de F1, que han sido cada vez más críticos con su gestión de la organización, tanto personalmente como a través de la Asociación de Pilotos de Grandes Premios (GPDA, por sus siglas en inglés). George Russell, director de la GPDA, dijo que él y sus compañeros estaban “un poco hartos” de la dirección de la FIA.
La BBC afirma que el cambio en el reglamento “se llevó a cabo mediante una votación electrónica rápida y sin consultar a otras partes interesadas, a la GPDA o a la propia comisión de pilotos de la FIA”.
La FIA dice que los cambios están diseñados para “mejorar la transparencia y la coherencia” y poner el automovilismo más en línea con otros órganos de gobierno deportivo en lo que respecta a los castigos. También dice que las decisiones serían tomadas por los comisarios de carrera, que tienen el poder de tomarlas en “circunstancias atenuantes”.
Russell, director de la GPDA, ha declarado anteriormente que él y otros pilotos de F1 están “un poco hartos” de la gobernanza actual.
Foto: Sam Bloxham / Motorsport Images
Un portavoz de la FIA dijo: “El nuevo apéndice del Código Deportivo Internacional de la FIA (ISC, en inglés) tiene como objetivo mejorar aún más la transparencia y la coherencia en la toma de decisiones”.
“Todos los principales órganos de gobierno, como la NFL, la FIFA y el COI, tienen normas y multas similares para proteger la integridad del deporte. La FIA no es la única que multa a los competidores por mala conducta”.
“El objetivo de este nuevo apéndice es proporcionar una orientación clara a los comisarios sobre las sanciones por infracciones de artículos específicos del ISC. Al establecer un marco más estructurado, la FIA pretende garantizar que las sanciones se apliquen de manera uniforme y transparente, beneficiando tanto a los comisarios como a los pilotos/competidores”.
“Los comisarios tienen autoridad para decidir qué sanción aplicar en caso de infracción del Código Deportivo Internacional (CSI) y/o de los reglamentos aplicables de la FIA. Los comisarios conservan la discreción de tener en cuenta cualquier circunstancia atenuante y/o agravante, así como la naturaleza y el lugar del Evento, para adaptar la sanción a la situación específica”.
“Al establecer un marco más estructurado, la FIA pretende garantizar que las sanciones se apliquen de manera uniforme y transparente, beneficiando tanto a los comisarios como a los pilotos/competidores”
Portavoz de la FIA
Habrá, por supuesto, quienes estén de acuerdo en que las palabrotas deberían erradicarse, dado que los pilotos de F1 son los modelos a seguir del automovilismo y deberían ser responsables de su comportamiento. Es comprensible y no hay lugar para ello en una rueda de prensa que se transmite en vivo.
Pero también se puede argumentar que decir palabrotas forma parte de la emoción cruda del deporte. En el momento en que empezamos a restar pasión al automovilismo es también cuando muchos espectadores empiezan a desconectar.
No obstante, las nuevas directrices son extremadamente vagas, ya que la FIA define la mala conducta como “el uso general de lenguaje (escrito o verbal), gestos y/o signos que sean ofensivos, insultantes, groseros, maleducados o abusivos y de los que razonablemente pueda esperarse o percibirse que son groseros o maleducados o que causan ofensa, humillación o son inapropiados”.
La ambigüedad de lo anterior plantea múltiples preguntas sobre lo que se consideraría una contravención. Por ejemplo, si un piloto decidiera llevar un logotipo inspirado en la bandera del Orgullo LGBTQ+, ¿se consideraría inapropiado u ofensivo? En algunas culturas, quizás sí.
¿Podría Hamilton crear polémica llevando otro casco inspirado en el Orgullo LGBTQ+?
Photo by: Charles Coates / Motorsport Images
El añadido más preocupante es la siguiente cláusula que se refiere directamente a la FIA. Enumera la prohibición de “cualquier palabra, hecho o escrito que haya causado daño moral o perjuicio a la FIA, sus órganos, sus miembros o sus directivos, y más en general sobre el interés del automovilismo y sobre los valores defendidos por la FIA”.
Tal amenaza es increíblemente controladora y atenta contra la libertad de expresión. Ahora nos encontramos en una situación en la que si un piloto pide cuentas al órgano de gobierno, podría enfrentarse a una prohibición por airear su opinión personal.
Es una perspectiva aterradora. Una forma de orden de silencio que va en contra de lo que debería representar un acontecimiento deportivo internacional.
Al igual que ocurre con la interpretación de las directrices sobre insultos y gestos, lo que constituiría una contravención del “interés” y los “valores defendidos por la FIA” está muy abierto a la interpretación. ¿Constituiría una contravención que un piloto de F1 hablara de las medidas de seguridad de un circuito o de la respuesta a un accidente, si fuera en contra de los valores del organismo rector?
Se entiende que estos cambios no se han impuesto a ningún equipo o piloto en particular y, dado que se trata de un cambio en el código deportivo, tienen implicaciones de gran alcance. Una fuente insinuó que la amenaza de una prohibición de un mes haría que las personas tuvieran demasiado miedo a hablar.
Los equipos y los pilotos aún no han reaccionado a las últimas normas, pero cada vez está más claro que, si bien se han introducido estos cambios para frenar su comportamiento, estas normas inhibitorias y penales podrían servir en realidad para aumentar la animadversión hacia el organismo rector.
El campeón del mundo de F1, Max Verstappen, cuyo padre Jos también estará sujeto a las restricciones si sigue compitiendo en rallies, ya ha sentido la ira de la FIA y ha dado a conocer sus sentimientos sobre su castigo hacia él por decir palabrotas.
No ha ocultado que está cansado de la sobrecargada reglamentación de la F1 y es probable que esto le parezca otra bofetada en la cara. ¿Será suficiente para llevarlo a poner fin a su carrera como piloto? Habrá que verlo.
Al igual que la reacción general a esta última modificación del reglamento, que amenaza con silenciar a las estrellas y podría desestabilizar aún más la relación de la F1 con su órgano de gobierno, que se está deteriorando rápidamente.
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