Recuerdo que, tras el anuncio de la contratación de Lewis Hamilton por parte de Ferrari, me encontré a mi alrededor con diferentes tipos de reacción entre el aficionado a la Fórmula 1 y al deporte de motor en general, incluso sin importar si eran ferraristas, seguidores del piloto británico, ambas cosas o ninguna.
Vi ojos como platos, escuché exclamaciones y bufidos, tanto para bien como para mal. Pero algo se repetía mucho, un comentario: “Ya veremos cómo le queda el rojo a Lewis”, con cierto tono despectivo.
En ese momento pensé que se referían puramente al aspecto estético, dado que algún comentario de mal gusto pude leer acerca de la combinación del color rojo con el tono de piel de Lewis Hamilton. Estoy seguro de que el lector deducirá a qué tipo de comentarios me refiero sin necesidad de entrar en más detalle.
Decidí hace un tiempo desconectar durante los meses del parón y evitar sobrecargarme e intoxicarme demasiado con el humo que se suele vender en esta época del año por parte de todo el ‘establishment‘ formulero. Pese a ello, es inevitable hacerse eco de algunas noticias, como la presentación oficial de Hamilton en Maranello y sus primeras vueltas en un monoplaza de la Scuderia en Fiorano.
Tras poder ver a Hamilton ya vestido con los colores de Ferrari se disipó una duda para algunos: la de si le sentaría bien el rojo. Ahí cada cual que opine lo que quiera, pero a mí parecer queda por aclarar otra mucho más interesante. Aunque parezca una redundancia o que me repito, no lo hago. Mi duda va más allá de la vestimenta: es si le sentará bien ser piloto de Ferrari, es decir, vestir de rojo.
Las virtudes y defectos de Lewis Hamilton como piloto de Fórmula 1 son de sobra conocidas, además de su carisma y su ‘savoir faire’ a la hora de ganarse al aficionado. Más allá de su criticable o no estilo de vida y… de vestimenta, Hamilton es un relaciones públicas nato podría decirse, pero en Ferrari sólo sirve ganar, sólo vale ganar.
Es sabido que en el deporte de motor el éxito depende sobre todo de disponer de una buena máquina. Sin esto, salvo excepciones muy puntuales, casi inexistentes, ni el mejor piloto logrará lo que tanto ansia: vencer y ser campeón mundial.
Aunque no dependa exclusivamente de él, Lewis Hamilton se enfrenta al reto de lograr que una Ferrari que no es campeona de constructores desde 2008, el año de su primer titulo de pilotos precisamente, consiga el ansiado trofeo. Desde ese ultimo título de constructores, los peores años de Ferrari han sido 2009 y 2014, en los que fueron cuartos en el mundial y 2020, donde fueron sextos. En el resto siempre han estado, al menos, entre los tres primeros, siendo siete veces subcampeones.
El piloto británico tiene el desafío de ser campeón del mundo con los de Maranello, algo que no se logra desde que Kimi Räikkönen lo fue en 2007, por tanto, tendrá que demostrar que es capaz de triunfar allí donde no lo lograron pilotos de la talla de Fernando Alonso o Sebastian Vettel.
Y esto únicamente para empezar, porque ha quedado demostrado que ni fichando a campeones ya consagrados, Ferrari ha logrado estos últimos años lo que tanto desea.
Ser superior a su compañero de equipo debe ser otra prioridad. Charles Leclerc ‘Il Predestinato’ lleva desde 2019 en el equipo, pero viendo lo que ha demostrado en estos años, no debería ser problema superarlo si Hamilton es capaz de mantener la cabeza baja, trabajar usando todo su talento para adaptarse al equipo y al monoplaza. Al fin y al cabo, Charles Leclerc, puede que sea ‘Il Predestinato’, aunque a día de hoy todavía no se sabe a ciencia cierta para qué. Lo que sí parece claro es que no es del nivel del británico.
Como cualquier otro piloto en su equipo, parte del éxito de Lewis Hamilton dependerá de la ‘macchina’. Si esta responde, sin duda el británico brillará y hará enloquecer a los tifosi, pero ¡ay si no responde! Será cuando, basándonos en lo ya vivido, quizá veamos al Hamilton quejicoso, ese que se lamenta por radio de cualquier cosa en lugar de concentrarse en adaptarse a lo que tiene entre las manos para sacar el máximo partido posible dadas las circunstancias. Quizá hasta bajo de ánimo en algún momento o perdiendo la paciencia.
Puede que esto ocurra, puede que no, pero visto lo visto…
Lewis Hamilton lleva suficientes años en la Fórmula 1 como para ser capaz de hacerlo. Me refiero a dejar de lamentarse si las cosas no van como él desearía y concentrarse en sacar el máximo partido a lo que tiene entre las manos. Lo cierto es que no recuerdo ningún ejemplo de ello, pero seguro que el lector tiene a bien citarme algunos ejemplos en los comentarios. Mi memoria ya no es lo que era.
En caso de no hacerlo, será uno más de esos campeones del mundo que han pasado por Ferrari sin lograr devolverle más gloria que una docena de victorias, quizás más, algunas Poles, un par de carreras épicas –a poder ser en territorio italiano– y la ilusión, que de eso también se vive dicen. Aunque sea por unos años, algo que para más de un piloto es más que suficiente y mataría por ello, pero no para pilotos de la talla de Hamilton, Vettel o Alonso, por ejemplo.
Será una temporada interesante en Maranello. Hay ganas de ver qué ocurre tanto con Hamilton como con Leclerc, quien de inicio siempre pareció que el color rojo le sentaría mejor de lo que parece haberle sentado hasta la fecha.
Queda por ver qué tal le sentará vestir de rojo a Hamilton finalmente. Aunque siempre se ha dicho que logres lo que logres vestido de ese color, solamente el poder decir que eres o has sido piloto Ferrari merece la pena cualquier sacrificio y hay muchos pilotos que podrían dar fe de ello, pese a que sólo fueron escuderos.
Saludos.
Javi C.