El nuevo triunfo electoral de Donald Trump ha vuelto a sacudir la escena climática mundial. A punto de empezar la COP29 en Bakú, una pregunta resuena en los círculos de política ambiental: ¿cómo influirá la victoria de Trump en las negociaciones climáticas y en el rumbo de la acción climática global?
Analistas climáticos internacionales comparten sus perspectivas en un reciente webinario organizado por el medio británico especializado Carbon Brief, abordando cómo la llegada de Trump –negacionista climático declarado y defensor de la industria fósil– podría moldear el panorama de la COP29 y, posiblemente, transformar las alianzas y estrategias en la lucha contra la crisis climática.
COP29: ¿Un nuevo momento de clarificación?
La victoria de Trump plantea un importante desafío a los acuerdos climáticos multilaterales, y es que en su primer mandato (2017-2021) el futuro presidente de los Estados Unidos desmanteló regulaciones ambientales y retiró a Estados Unidos del Acuerdo de París, una acción que ha prometido volver a ejecutar después de que Joe Biden revirtiera dicha medida en 2021.
A diferencia de su primera salida en 2020, cuando se requería esperar dos años después de la ratificación para presentar la solicitud de retiro, ahora Estados Unidos podría salir del Acuerdo de París en tan solo un año. Según establece el Artículo 28 del Acuerdo, en esta ocasión bastaría con que el Gobierno de Trump emita una notificación formal, y la retirada sería efectiva después de doce meses, permitiendo a Estados Unidos abandonar rápidamente sus compromisos de reducción de emisiones y cooperación climática global.
“La realidad siempre golpea más fuerte de lo que se espera”, reconoce Camilla Born, asesora climática y exfuncionaria en la COP26, que aun así afirma que el resultado de las elecciones no ha cogido desprevenidos a los negociadores de la cumbre, que ya habían hecho sus escenarios de planificación. Born recuerda el impacto de su primera elección en 2016, que introdujo una atmósfera de incertidumbre durante la COP22 en Marrakech, obligando a muchos países a redefinir sus posiciones.
“Habrá otra vez ese momento de clarificación para ver qué países llegan con qué enfoque”, subraya, indicando que será una oportunidad crucial para observar las alianzas y compromisos de cada país en un contexto de cambio político en Estados Unidos.
Liderazgos emergentes y alianzas estratégicas más allá de Washington
Para Mohamed Adow, director de Power Shift Africa, “el resto del mundo debe unirse y demostrar que avanzamos, con o sin la administración de Trump”. Según él, existen “muchos motores de la acción climática más allá de la Casa Blanca”, tales como “la economía de la energía limpia y la creciente preocupación del público, especialmente entre los jóvenes”. Según Adow, estos elementos servirán como impulso para que otros países avancen independientemente de la postura de Washington.
Li Shuo, del Asia Society Policy Institute, comparte una visión similar sobre el potencial de una coalición climática global sin la participación de EE. UU. Según el director del China Climate Hub, “la COP29 en Bakú será una de las primeras pruebas del compromiso global con el multilateralismo climático”, subrayando la importancia de que la UE y China den “una señal clara y fuerte” desde el inicio de las negociaciones para reafirmar sus compromisos previos. De todas formas, y a pesar de las dificultades, Born cree que el equipo estadounidense trabajará “para asegurar que lo que se acuerde en Bakú, particularmente en torno al financiamiento a largo plazo, sea algo en lo que EE. UU. pueda participar en el futuro”.
La encrucijada del financiamiento climático y los objetivos de reducción de emisiones
El financiamiento climático, especialmente para los países del sur global –que también se encuentran entre los más duramente impactados por la crisis climática– es otro de los temas fundamentales de la COP29, y esencial desde una perspectiva de justicia climática.
Shuo destaca que la retirada de fondos estadounidenses podría complicar las negociaciones, ya que “el hecho de que EE. UU. ahora esté fuera (o esté a punto de estarlo) significa que tendremos un donante menos”. No obstante, el analista chino espera que la UE y las economías del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) asuman un rol más activo y compensen la falta de financiamiento estadounidense, creando una “coalición de los dispuestos” que avance en la transición hacia una economía baja en carbono.
La meta de limitar el calentamiento a 1,5 ºC también enfrenta un futuro incierto bajo una administración de Trump. Según las proyecciones realizadas por CarbonBrief el pasado marzo, el impacto de un segundo mandato de Trump resultaría en la emisión de aproximadamente cuatro mil millones de toneladas adicionales de dióxido de carbono (CO₂) hasta 2030. Simon Evans, redactor jefe adjunto del medio, detalla que este volumen “borraría el beneficio climático de toda la energía limpia instalada a nivel mundial en los últimos cinco años”, y reconoce que aunque algunos estados de EE. UU. mantengan políticas de energía limpia, sin un respaldo federal efectivo será mucho más difícil alcanzar las metas climáticas.
El desafío del Artículo 6 y los mercados de carbono
El futuro del Artículo 6 del Acuerdo de París, que regula los mercados de carbono, es otro de los temas en juego en la COP29. Este artículo es fundamental para permitir que los países cumplan sus compromisos de reducción de emisiones a través de intercambios de créditos de carbono, lo cual facilita la cooperación internacional en la mitigación del cambio climático. Según Camilla Born, aunque la administración de Trump podría tratar de frenar la cooperación en este ámbito, la presión de actores clave como la Unión Europea y China es lo que mantendría a flote los acuerdos sobre mercados de carbono. “La dinámica de los mercados de carbono no va a desaparecer como herramienta, pero podría haber una disrupción en este espacio”, señala.
A pesar de los posibles desafíos, según los expertos, el Artículo 6 sigue siendo visto como un elemento esencial para lograr una mayor ambición climática, y las negociaciones en Bakú serán clave para definir su implementación y estabilidad en un contexto de incertidumbre internacional.
¿Qué esperar de Bakú?
La administración de Trump probablemente complique las negociaciones en Bakú, pero Shuo señala que “esta es una oportunidad para que otros países den un paso al frente” y refuercen los mecanismos de cooperación climática. Según Mohamed Adow, este contexto representa una oportunidad única para que el sur global refuerce su papel en la transición energética y establezca nuevas alianzas. “El momento de crear una colaboración sur-sur y, posteriormente, sur-norte, ha llegado”, destaca Adow, subrayando la importancia de una transición justa y equitativa liderada por los países más vulnerables al cambio climático.
Sea como fuere, la COP29 en Bakú promete ser un punto de inflexión en la gobernanza climática en un contexto geopolitico cada vez más multipolar e inestable. Como concluyó Born, aunque el proceso será “turbulento”, las economías emergentes y los nuevos actores están listos para asumir el liderazgo en esta transición. “Las fuerzas económicas de las energías limpias seguirán impulsando el cambio, con o sin Estados Unidos a bordo”, concluyó Evans, recordando que cada tonelada de CO₂ y cada fracción de grado cuentan en la lucha climática.