El número que se tatuó la China Suárez en el cuerpo tiene un significado muy especial para el piloto de automovilismo argentino.
El número 43 no es simplemente una cifra que aparece en el monoplaza de Franco Colapinto. Este número tiene una historia cargada de significado y tradición, vinculada profundamente a la familia del joven piloto argentino. El argentino se ha convertido en uno de los rostros más prometedores de la Fórmula 1 en la temporada 2024. La reciente confirmación de su ingreso a la escudería Alpine ha acaparado la atención de aficionados del automovilismo de todo el mundo.
Sin embargo, un detalle menos conocido pero igualmente intrigante es el número 43, un símbolo que más allá de su representación verbal captura una historia familiar de pasión por las carreras automovilísticas. Desde sus primeros pasos en el karting, Franco siempre mostró una inclinación por el número 43, una preferencia que no surgió al azar. Su elección se debe a la influencia de su padre, Aníbal Colapinto, cuya historia en las carreras está irremediablemente asociada al 43.
Aníbal es un nombre reputado en el automovilismo, habiéndose destacado en diversas competencias como el Turismo Nacional, Speedway y Enduro. “Siempre fue nuestro número”, explicó Aníbal, revelando cómo su legado se transmitió a su hijo, quien lo llevó en sus primeros campeonatos de karting, valiéndose de variantes como el 143 y el 243 según el reglamento de cada categoría.
La continuidad de esta tradición familiar no es solo un homenaje de Franco a su padre, sino un recordatorio constante de la profunda conexión entre ellos a través del automovilismo. Cuando Franco llegó a la Fórmula 4, pudo elegir libremente y no dudó en recurrir nuevamente al número 43, abrazando una vez más este emblema familiar. Su paso a la Fórmula 1 no hizo más que reforzar su resolución de mantener este símbolo personal, ya que afortunadamente el número todavía estaba disponible para ser utilizado.
Sin embargo, la historia del número 43 no termina solo en las carreras, sino que toma un giro inesperado al incorporarse al mundo del arte corporal. Recientemente, el número fue motivo de controversia. Eugenia Suárez, conocida como la “China”, generó revuelo al tatuarlo en su cuerpo tras un breve romance con Franco Colapinto en Madrid. Aquella relación personal, aunque efímera, encendió los focos cuando Suárez decidió cubrir su tatuaje tras iniciar otra relación sentimental. La elección de grabarse una corona sobre el número sugiere que el pasado quedó atrás, pero el número parece seguir siendo un punto clave de interés público.
Es así como el número 43 deja de ser únicamente un simple dígito sobre un vehículo de carreras, convirtiéndose además en una parte fundamental del legado y de la narrativa pública de Franco Colapinto. Atravesando las pistas y ahora incluso el ámbito de los tatuajes, el 43 simboliza una tradición de vida basada en la constancia, la familia y el amor por el deporte, mostrando cuán entrelazados pueden estar los mundos del deporte, la fama y la vida personal.