El Papa recordó el 40 aniversario del tratado de amistad y de paz entre Argentina y Chile, un acuerdo que demuestra, a su juicio, que, “cuando se denuncia el uso de las armas y se dialoga, se hace un buen camino”
Francisco desea que este escenario de paz se extienda a Palestina e Israel, asi como a Siria y a la “martirizada Ucrania”
“Oremos por Siria, donde lamentablemente la guerra ha iniciado nuevamente, causando muchas víctimas. Estoy muy cercano a la iglesia en Siria”
“Dirijo otra vez mi llamado a la comunidad internacional y a cada hombre y mujer de buena voluntad, para que se trabaje para detener esta guerra y para hacer prevalecer el diálogo, la fraternidad y la reconciliación”
“Oremos por Siria, donde lamentablemente la guerra ha iniciado nuevamente, causando muchas víctimas. Estoy muy cercano a la iglesia en Siria”
“Dirijo otra vez mi llamado a la comunidad internacional y a cada hombre y mujer de buena voluntad, para que se trabaje para detener esta guerra y para hacer prevalecer el diálogo, la fraternidad y la reconciliación”
Tras el ángelus, el Papa Francisco recordó el 40 aniversario del tratado de amistad y de paz entre Argentina y Chile, un acuerdo que demuestra, a su juicio, que, “cuando se denuncia el uso de las armas y se dialoga, se hace un buen camino”. El Papa se alegra y pide que se respete el alto al fuego en Líbano, que se elija pronto a un presidente del país, para que “vuelva a ser ejemplo de convivencia pacífica entre las diferentes religiones”.
Francisco desea que este escenario de paz se extienda a Palestina e Israel, asi como a Siria y a la “martirizada Ucrania”, donde sufren sobre todo los ancianos y los niños (y van a sufrir más con los rigores del próximo invierno”. Porque “La guerra es un horror. La guerra ofende a Dios y a la humanidad. La guerra es siempre una derrota. Es una derrota para la humanidad entera”. Además, “la paz es responsabilidad de todos”.
‘Informe RD’ con análisis y el Documento Final del Sínodo
Texto íntegro de la alocución papal después del ángelus
En los días pasados se conmemoró el 40 aniversario del Tratado de Amistad y Paz entre Argentina y Chile, que, con la mediación de la Santa Sede, puso fin a una discusión territorial que había llevado a Argentina y Chile al borde de la guerra.
Esto demuestra que, cuando se denuncia el uso de las armas y se dialoga, se hace un buen camino.
Me alegro por el alto al fuego en los días pasados en Líbano y deseo que sea respetado por todas las partes, permitiendo así a la población de la región regresar pronto a la seguridad de sus casas, también con la ayuda preciosa del ejército de Líbano y de las fuerzas de paz de las Naciones Unidas.
En esta situación, dirijo un llamamiento a todos los políticos de Líbano para que sea elegido de inmediato el presidente del país y encuentren las instituciones un normal funcionamiento para proceder a las necesarias reformas y asegurar al país su rol de .
Mi esperanza es que este escenario de paz también lleve la paz a todos los lugares En este momento, tengo en mi corazón la liberación de los israelíes que están todavía secuestrados, la llegada de la ayuda humanitaria a la comunidad de Palestina.
Oremos por Siria, donde lamentablemente la guerra ha iniciado nuevamente, causando muchas víctimas. Estoy muy cercano a la iglesia en Siria. Oremos.
Expreso mi preocupación y mi dolor por el conflicto que continúa a ensangrentar a la martirizada Ucrania. Desde hace dos años, en una secuencia de muertos, heridos, violencia y destrucción. Los niños, las mujeres, los ancianos, las personas de Ucrania son los que más se han muerto. Son las primeras víctimas.
La guerra es un horror. La guerra ofende a Dios y a la humanidad. La guerra es siempre una derrota. Es una derrota para la humanidad entera. Pensemos que el invierno añade más riesgo a las condiciones de millones de personas. Serán meses difíciles para ellos. La guerra y el frío es trágico.
Dirijo otra vez mi llamado a la comunidad internacional y a cada hombre y mujer de buena voluntad, para que se trabaje para detener esta guerra y para hacer prevalecer el diálogo, la fraternidad y la reconciliación, para que se multiplique el trabajo verdadero y el compromiso.
Y mientras nos preparamos a la Navidad, mientras esperamos el nacimiento del Rey de la Paz, aportar a esta población una esperanza concreta en la búsqueda de la paz, que es una responsabilidad de todos, no de pocos. No quedarnos en la indiferencia de los horrores de la guerra. Toda la familia humana sufre.
Queridos hermanos y hermanas, no nos cansemos de orar por las poblaciones duramente probadas e implorar a Dios el don de la paz.