Luego de seis años de trabajo, el papa Francisco I protagonizará un nuevo hecho histórico, ya que será el primer líder de la Iglesia Católica en publicar su autobiografía mientras ocupa el rol más importante dentro del Vaticano.
En “Esperanza“, como se llamará el libro, el argentino Jorge Bergoglio relatará su vida desde la emigración de sus antepasados italianos a Argentina, pasando por su infancia, juventud y los primeros pasos dentro de la religión. También habrá algunos momentos claves de su vida, como su relación con Jorge Luis Borges o el naufragio que pudo haber hecho que no naciera.
La autobiografía del papa Francisco, que escribió con la colaboración del periodista italiano Carlo Musso, saldrá a la venta este lunes 13 de enero en Italia y después en otros 80 países y será traducida en múltiples idiomas. Según trascendió en el comienzo contará cómo su padre y su abuelo tuvieron que devolver los pasajes para una embarcación que salía desde el puerto de Génova hacia Buenos Aires, porque no habían logrado ubicar todas sus pertenencias y luego ese barco se hundió.
“Por eso estoy ahora aquí. No se imaginan la de veces que he agradecido a la Divina Providencia”, expresó Francisco, señalando que en caso de que su padre y su abuelo hubieran subido a esa barco podrían haber muerto.
La relación del papa Francisco con Borges
Otro de los temas que toca el santo padre en las memorias de su vida fue un particular cruce con uno de los más célebres escritores de nuestro país, Jorge Luis Borge, cuando Jorge Bergoglio tenía 23 años.
“Me convertí en enseñante de literatura y psicología en el Colegio de la Inmaculada Concepción de Santa Fe. Dicté un curso de escritura y se me ocurrió enviarle a través de su secretaria, que había sido mi profesora de piano, dos trabajos escritos por los muchachos”, relata el papa en algunos de los pasajes que se publicaron a modo de anticipo.
Además, en cuanto a su encuentro con Jorge Luis Borges, agregó: “lo invité a dar algunas lecciones sobre el tema de los gauchos en la literatura y aceptó. A 66 años viajó ocho horas de noche para llegar a Santa Fe. Cuando llegué al hotel donde se alojaba, me preguntó si podía ayudarlo a afeitarse. Era un agnóstico que cada noche recitaba el Padre Nuestro porque se lo había prometido a la madre y murió confortado por religiosos”.
