Por Nicole Winfield – The Associated Press
El papa Francisco tomó este miércoles la inusual decisión de expulsar a 10 personas de un movimiento católico en Perú después de que una investigación del Vaticano descubriera abusos “sádicos” de poder, autoridad y espiritualidad.
La medida anunciada contra un obispo y nueve curas y laicos al frente del grupo Sodalitium Christianae Vitae, o Sodalicio de Vida Cristiana, siguió a la decisión de Francisco en agosto de expulsar al fundador de la organización, Luis Figari, tras revelarse que había sodomizado a reclutas.
La decisión fue anunciada el miércoles por la Conferencia Episcopal Peruana mediante un comunicado web de la embajada del Vaticano.
La declaración enumeraba los abusos descubiertos por la investigación del Vaticano y las personas responsables: denunciaba abusos físicos “incluso con sadismo y violencia”, abusos de conciencia sectarios, abusos espirituales, abusos de autoridad, abusos económicos en la administración del dinero de la Iglesia y el “abuso en el ejercicio del apostolado del periodismo” (este último dirigido presumiblemente a un periodista vinculado al Sodalicio que había atacado a los críticos del movimiento en las redes sociales).
Figari fundó el movimiento en 1971 como una comunidad laica para reclutar “soldados para Dios”, una de las diversas sociedades católicas nacidas como reacción conservadora al movimiento izquierdista de la teología de la liberación que se extendió por América Latina a partir de los años 1960. En su apogeo, el grupo contaba con unos 20,000 miembros en Sudamérica y Estados Unidos. Su influencia en Perú fue enorme.
Las víctimas de los abusos de Figari se quejaron a la archidiócesis de Lima en 2011, aunque otras denuncias contra él se remontan al 2000. Pero ni la Iglesia local ni la Santa Sede tomaron medidas concretas hasta que una de las víctimas, Pedro Salinas, escribió un libro junto a la periodista Paola Ugaz en el que detallaba las retorcidas prácticas del Sodalicio en 2015, titulado Mitad monjes, mitad soldados.
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Una investigación externa ordenada por el grupo determinó que Figari era “narcisista, paranoico, denigrante, vulgar, vengativo, manipulador, racista, sexista, elitista y obsesionado con las cuestiones sexuales y la orientación sexual” de los miembros del Sodalitium.
La investigación, publicada en 2017, descubrió que Figari sodomizaba a sus reclutas y los obligaba a acariciarle a él y entre ellos. Le gustaba verlos “experimentar dolor, incomodidad y miedo”, y los humillaba delante de otros para aumentar su control sobre ellos, de acuerdo con el informe.
Aun así, la Santa Sede se negó a expulsar a Figari del movimiento en 2017 y se limitó a ordenarle que viviera apartado de la comunidad del grupo en Roma y cesara todo contacto con él. Al parecer, el Vaticano estaba atado de pies y manos por el derecho canónico, que no preveía tales castigos para los fundadores de comunidades religiosas que no fueran sacerdotes.
Pero, según las conclusiones de la última investigación vaticana, los abusos iban más allá de Figari, e incluían el acoso y el pirateo de las comunicaciones de sus víctimas, todo ello mientras encubría delitos cometidos como parte de sus funciones oficiales.
La persona de mayor rango a la que se ordenó expulsar fue el arzobispo José Antonio Eguren, a quien Francisco ya obligó a dimitir como obispo de Piura en abril por sus antecedentes, después de que demandara a Salinas y Ugaz por sus denuncias.
El Vaticano agregó en el comunicado que los obispos peruanos se unen a Francisco para “buscar el perdón de las víctimas”, al tiempo que llamó al grupo a iniciar un camino de justicia y reparación.
