Nueve jornadas después la UD Las Palmas ya no está en la zona de descenso. Entró en ella en la cuarta jornada tras caer frente al Deportivo Alavés en Vitoria y salió en la decimotercera después de ganar al Rayo Vallecano en Vallecas (1-3) el viernes pasado, en el tercer triunfo en cuatro partidos con Diego Martínez en el banquillo. Muchas cosas han cambiado en el cuadro amarillo, desde el estado de ánimo de un plantilla que estaba decaída hasta el punto de suerte, muchas veces esquiva en la etapa de Luis Carrión, pero por encima de todo, la gran transformación del equipo tiene que ver con el estilo de juego.
Nadie discute tal evidencia y pocos su conveniencia, pues para la gran mayoría lo que importa es ganar sin importar la manera en que se haga, en el caso de la UD, sobre todo en el Estadio de Vallecas, de una forma contraria a la que ha identificado al club en los últimos años.
Basta con repasar los números para comprobarlo. El Rayo Vallecano tuvo más posesión de balón, en concreto, un 64% del tiempo por el 36% de Las Palmas, algo impensable con García Pimienta al mando pasara lo que pasara. Además, el conjunto madrileño disparó 35 veces, siete de ellas entre palos, por 11 de la UD, tres a puerta. Con todo, la expectativa de goles esperados del Rayo, dato sacado en base a una serie de baremos, fue de 2.19 y marcó uno; el del equipo isleño fue de 0.9 y marcó tres.
Las Palmas, por tanto, se mostró como un equipo muy efectivo en el ataque, si bien la buena suerte, siempre necesaria y bienvenida aunque el entrenador la confunda con el trabajo, tuvo que ver por ejemplo en el fallo garrafal de Camello antes del tanto de Fabio Silva a los cinco minutos o en el gol en propia puerta de Aridane que significó el segundo de los amarillos cuando los madrileños dominaban y generaban peligro.
Una evidencia
Más allá de eso, el equipo de Diego Martínez evidenció una vez más que puede vivir sin el balón. En dos de los tres triunfos con el vigués en el banquillo, ante el Girona y el Rayo, el rival ganó la posesión -en Mestalla, la UD superó al Valencia por un 3%-. Las Palmas ha dejado de tocar el balón en posiciones defensivas cuando no lo ve claro; antes, era por sistema. Así, Cillessen envió muchos balones en largo, al igual que en los tres partidos anteriores, para evitar la presión y forzar una segunda jugada tras la primera disputa de la pelota, generalmente protagonizada por Fábio Silva, cuyo esfuerzo y pelea con los defensores rivales son encomiables hasta que se desfonda.
Resulta llamativo que Kirian, reubicado por Martínez en la mediapunta y más alejado de la creación del juego, baja a menudo a pedir el balón y el portero, con buen criterio, no se lo da salvo que vea claro que no exista oposición. Aún así, ante la vehemencia del tinerfeño en la petición del esférico, el neerlandés se lo entregó una vez y los atacantes del Rayo iniciaron una presión que propició una pérdida. Quizá el capitán, acostumbrado a contactar mucho con el balón desde que se convirtió en un fijo para Xavi García Pimienta en Segunda, sea el que más sufre con el nuevo estilo, pero a buen seguro le gustará mientras lleguen las victorias.
«Una falacia»
El día de su presentación, Diego Martínez prefirió no hablar del estilo que trataría de imponer a su equipo y se limitó a decir que sería «una falacia» referirse a ello. Quizá por miedo no quiso adelantar que tener el balón todo el tiempo no era necesario, o que manejar los tiempos del partido cuando la UD por delante en el marcador, con paradas del juego o tardanzas a la hora de sacar de puerta o lanzar faltas y córneres, era posible. En cualquier caso, la filosofía es distinta y mientras dé resultados la gran mayoría estará conforme. Otra cosa es cuando vengan mal dadas, como pudo suceder perfectamente en Vallecas.
En tiempos de urgencia, el modelo del tiqui taca, que en realidad sólo fue tal en la UD con Quique Setién y García Pimienta, puede esperar aunque Helguera no haya confeccionado la plantilla para otra cosa. Diego Martínez, por ahora, es más cholista.