Estudios Bíblicos Estudio de Hoy: El nacimiento de Jesús
Tema: El nacimiento de Jesucristo No es un mito
Introducción
En el mundo actual, vivimos rodeados de escepticismo. Cada vez es más común escuchar afirmaciones que buscan desmentir la historia de Jesucristo, alegando que su nacimiento es simplemente una leyenda o un mito, similar a los relatos de dioses paganos como Osiris, Mitra o Dionisio. Hermanos y hermanas, estas acusaciones no son nuevas, pero debemos estar firmes en la verdad.
El nacimiento de Jesucristo no es un mito. No se trata de un cuento de hadas inventado por los primeros cristianos, sino de un hecho histórico que ha sido confirmado por profecías antiguas, registros históricos y pruebas arqueológicas que validan la realidad de su vida y su nacimiento.
Jesús no es una figura mitológica. A diferencia de los dioses paganos, cuya existencia se basa en leyendas transmitidas a lo largo de generaciones sin fundamento histórico, la vida de Jesús está documentada tanto en fuentes cristianas como no cristianas. Los registros de la época y los estudios arqueológicos respaldan su existencia de manera innegable. Además, su nacimiento fue profetizado siglos antes de que sucediera, con una exactitud que no tiene precedentes en ninguna otra religión o creencia.
Es importante destacar que no nos basamos únicamente en la fe para demostrar la veracidad del nacimiento de Jesús. Las pruebas históricas, los testimonios de testigos oculares y las investigaciones académicas nos dan evidencia sólida de que Jesús fue una figura real.
A través de este estudio, vamos a explorar profundamente las objeciones que algunas personas han planteado acerca del nacimiento de Cristo. Vamos a responder a preguntas como: ¿Es Jesús un mito? ¿Es su historia solo una copia de los dioses paganos? Utilizaremos no solo las Escrituras, sino también fuentes externas y estudios históricos para demostrar, más allá de toda duda razonable, que el nacimiento de Jesucristo es un evento real que cambió la historia del mundo para siempre.
Ahora, hermanos, es momento de reflexionar y considerar seriamente lo que estas evidencias significan para nosotros hoy. ¿Estamos dispuestos a aceptar la verdad sobre Jesucristo y su impacto en nuestras vidas? Este estudio no solo busca reforzar nuestra fe, sino también desafiar a aquellos que dudan para que examinen las pruebas con una mente abierta y un corazón dispuesto a recibir la verdad.
I. ¿Es Jesús un mito?
Uno de los argumentos más comunes que enfrentan los cristianos es la acusación de que Jesús es un mito. Se afirma que la historia de Su nacimiento y vida es simplemente una copia de antiguos dioses paganos, como Osiris, Mitra o Dionisio. Esta es una afirmación seria, pero al examinarla más de cerca, descubrimos que no tiene bases sólidas. La realidad es que las supuestas similitudes entre Jesús y estas figuras paganas son superficiales o inexistentes, y las diferencias fundamentales son tan grandes que no pueden sostener este argumento.
a) Desmintiendo las comparaciones con dioses paganos
Los críticos de la fe cristiana han intentado, por muchos años, trazar paralelismos entre la vida de Jesús y la de figuras mitológicas como Mitra, Osiris o Dionisio. Sin embargo, estas comparaciones no resisten el análisis histórico. Edwin Yamauchi, un reconocido historiador en religiones antiguas, comenta sobre estas afirmaciones:
“The supposed parallels between Jesus and the pagan gods of mythology are largely inventions of modern critics. Most of these claimed similarities do not exist in the original myths themselves.” (Yamauchi, Edwin M., “Pre-Christian Gnosticism: A Survey of the Proposed Evidences,” 1973)
Traducción: “Los supuestos paralelismos entre Jesús y los dioses paganos de la mitología son en gran medida invenciones de críticos modernos. La mayoría de estas similitudes reclamadas no existen en los mitos originales.”
Lo que Yamauchi nos muestra es que muchos de los paralelismos alegados no están presentes en los relatos originales de los dioses paganos. Vamos a desglosar ahora las diferencias con algunos de estos dioses más mencionados.
Mitra
La afirmación de que Mitra nació de una virgen ha sido refutada por estudiosos como David Ulansey, un investigador del mitraísmo, quien aclara que en los relatos originales, Mitra nació de una roca (Ulansey, “The Origins of the Mithraic Mysteries: Cosmology and Salvation in the Ancient World,” 1989).
Este nacimiento mítico no guarda ninguna relación con el nacimiento virginal de Jesús. Además, no existe evidencia alguna de que Mitra fuera crucificado o resucitado, como alegan algunos críticos. Mitra fue un dios popular en el Imperio Romano, pero su culto giraba más en torno a sacrificios rituales y pruebas de iniciación, sin ninguna conexión significativa con la redención de la humanidad o una narrativa de salvación global como la que encontramos en Jesús.
El culto a Mitra era esotérico y reservado a una pequeña élite de iniciados, mientras que la enseñanza de Jesús era pública y destinada a toda la humanidad. Este contraste refuerza la unicidad de Jesús, quien vino a traer salvación para todos, sin restricciones elitistas. No existe registro alguno en el que Mitra se presente como un salvador universal o que haya un mensaje de redención similar al de Cristo.
Como concluye el historiador Ronald Nash, experto en la relación entre el cristianismo y las religiones paganas:
“Attempts to parallel the Christian message of redemption with pagan mythologies like Mithraism fail because the essential doctrines of the two religions are worlds apart.” (Nash, Ronald, “The Gospel and the Greeks: Did the New Testament Borrow from Pagan Thought?” 2003)
Traducción: “Los intentos de trazar paralelismos entre el mensaje cristiano de redención y las mitologías paganas como el mitraísmo fracasan porque las doctrinas esenciales de ambas religiones están a mundos de distancia.”
Osiris
Osiris, otro dios frecuentemente comparado con Jesús, tiene una historia completamente distinta. En los mitos egipcios, Osiris es asesinado por su hermano Set, quien desmembró su cuerpo y dispersó los pedazos por todo Egipto. Su esposa y hermana, Isis, logró encontrar y recomponer las partes del cuerpo de Osiris utilizando magia, lo que permitió que Osiris volviera a la vida. Sin embargo, este “renacimiento” de Osiris no lo devolvió al mundo de los vivos como un ser físico. En cambio, Osiris se convirtió en el gobernante del inframundo (Duat), el reino de los muertos.
¿De dónde viene este relato?
Este mito fue originalmente registrado en los Textos de las Pirámides, una de las colecciones más antiguas de inscripciones religiosas en el Antiguo Egipto (alrededor del 2400-2300 a.C.). Estas inscripciones fueron encontradas en las paredes de las cámaras funerarias de los faraones, y cuentan la historia del asesinato de Osiris por su hermano Set, su desmembramiento, y la búsqueda de Isis para devolverlo a la vida.
Estas inscripciones, escritas en jeroglíficos, fueron traducidas por varios egiptólogos a lo largo de los siglos. Samuel Birch, un pionero en la traducción de jeroglíficos en el siglo XIX, fue uno de los primeros en interpretar los relatos de Osiris.
Más tarde, estudiosos como E.A. Wallis Budge, quien escribió extensivamente sobre Osiris en “Osiris and the Egyptian Resurrection”, continuaron esta labor, proporcionando una visión más clara de estos mitos antiguos.
Este mito de Osiris no describe una resurrección en el sentido que vemos con Jesús en el cristianismo, donde Su resurrección es un evento único que redime a la humanidad del pecado y la muerte. El renacimiento de Osiris tiene un carácter cíclico y simbólico, vinculado a los ciclos naturales de las estaciones y la agricultura, específicamente al crecimiento de los cultivos y la inundación del Nilo, que traía vida al desierto egipcio. Osiris no es un Salvador de la humanidad, sino un símbolo de regeneración natural.
Este concepto de regeneración está bien documentado en las investigaciones de E.A. Wallis Budge, uno de los mayores expertos en mitología egipcia. En su obra “Osiris and the Egyptian Resurrection,” Budge explica:
“Osiris’ resurrection was not an event meant to bring salvation to humanity but rather a symbolic representation of the renewal of life in the afterlife and the cycle of nature.” (Budge, E.A. Wallis, “Osiris and the Egyptian Resurrection,” 1911)
Traducción: “La resurrección de Osiris no fue un evento destinado a traer salvación a la humanidad, sino más bien una representación simbólica de la renovación de la vida en el más allá y el ciclo de la naturaleza.”
En otras palabras, Osiris no resucita para vencer la muerte y ofrecer vida eterna a los creyentes, como Jesús. Su “resurrección” es simplemente un retorno cíclico al inframundo, vinculado a la fertilidad de la tierra.
Distinciones clave con Jesús
Resurrección simbólica y cíclica: Osiris no vuelve a la vida físicamente en la tierra, sino que se convierte en un dios del inframundo, mientras que Jesús resucita físicamente y Su resurrección tiene consecuencias eternas para la humanidad.
Enfoque agrícola y cíclico: Osiris simboliza los ciclos de las estaciones y la regeneración natural. En contraste, la resurrección de Jesús es un evento único en la historia con un impacto universal para la salvación de todos aquellos que creen en Él.
El historiador de las religiones Mircea Eliade también refuerza esta distinción en su obra “El Mito del Eterno Retorno”, al señalar que las figuras mitológicas, como Osiris, representan ciclos de muerte y renacimiento en la naturaleza, pero no ofrecen la redención eterna que es central en el cristianismo.
N.T. Wright, en su estudio de la resurrección de Jesús, también aclara esta diferencia:
“Jesus’ resurrection is a singular, historical event with eternal consequences for humanity, unlike the cyclical and symbolic nature of figures like Osiris.” (Wright, N.T., “The Resurrection of the Son of God,” 2003)
Traducción: “La resurrección de Jesús es un evento histórico singular con consecuencias eternas para la humanidad, a diferencia del carácter cíclico y simbólico de figuras como Osiris.”
Dionisio
Dionisio es otro dios mencionado con frecuencia en comparaciones con Jesús. Se dice que Dionisio, el dios griego del vino y la fertilidad, tiene similitudes con Jesús debido a su supuesto “nacimiento divino” y su resurrección. Sin embargo, al analizar los mitos originales, estas comparaciones se desmoronan.
En primer lugar, Dionisio era el hijo de Zeus y Sémele, pero su nacimiento no fue virginal ni fue profetizado con siglos de antelación. De hecho, Dionisio fue concebido de una relación adúltera entre Zeus y una mujer mortal, como lo explican los estudios sobre mitología griega de Walter Burkert (“Greek Religion,” 1985).
Además, aunque Dionisio experimenta una muerte y una “resurrección” en algunos mitos griegos, esta no tiene ninguna relación con la resurrección de Jesús. La “resurrección” de Dionisio es simbólica, relacionada con los ciclos del vino y la naturaleza, y no tiene ningún impacto en el destino de la humanidad ni ofrece redención espiritual.
Gary Habermas, experto en el estudio histórico de la resurrección de Jesús, comenta sobre esta comparación:
“Dionysus’ so-called resurrection is a seasonal rebirth linked to agricultural cycles, lacking any of the theological implications that are central to Jesus’ resurrection. Jesus’ resurrection is a singular, historical event with eternal significance.” (Habermas, Gary, “The Historical Jesus: Ancient Evidence for the Life of Christ,” 1996)
Traducción: “La supuesta resurrección de Dionisio es un renacimiento estacional vinculado a los ciclos agrícolas, carece de las implicaciones teológicas que son fundamentales en la resurrección de Jesús. La resurrección de Jesús es un evento histórico singular con un significado eterno.”
Además, los cultos de Dionisio eran conocidos por rituales de desenfreno y embriaguez, completamente opuestos a las enseñanzas de Jesús, quien predicaba el autocontrol, la santidad y el amor a Dios y al prójimo. Jesús no tiene comparación con Dionisio en ningún aspecto significativo. Mientras que Dionisio era adorado en fiestas descontroladas, Jesús es adorado como el Hijo de Dios, que ofrece redención a todos los que creen en Él.
b) Las profecías cumplidas que distinguen a Jesús
Una de las diferencias más notables entre Jesús y cualquier figura pagana es que Su nacimiento fue profetizado con siglos de anticipación. Isaías 7:14 es un claro ejemplo de cómo Dios había anunciado que una virgen concebiría y daría a luz a un hijo llamado Emanuel, que significa “Dios con nosotros”. Esta profecía se cumplió con exactitud en Mateo 1:23, cuando María fue escogida para ser la madre de Jesús.
John F. Walvoord, un teólogo y experto en profecía bíblica, comenta lo siguiente sobre la singularidad del nacimiento de Jesús:
“The virgin birth of Christ is unparalleled in the religious history of mankind, and no comparison with pagan gods can match the prophetic fulfillment we find in the Scriptures.” (Walvoord, John F., “Jesus Christ Our Lord,” 1969)
Traducción: “El nacimiento virginal de Cristo no tiene precedentes en la historia religiosa de la humanidad, y ninguna comparación con dioses paganos puede igualar el cumplimiento profético que encontramos en las Escrituras.”
c) Pruebas históricas que confirman a Jesús
No solo las Escrituras nos hablan de Jesús. Existen fuentes históricas no cristianas que mencionan Su existencia y confirman Su impacto en el mundo antiguo. Esto es fundamental, ya que refuta las afirmaciones de que Jesús fue una invención. Estas fuentes externas confirman que Jesús fue una figura histórica real, y no un mito creado por los primeros cristianos.
Flavio Josefo: El historiador judío Flavio Josefo, en su obra Antigüedades Judías (libro 18, capítulo 3), menciona a Jesús, un hombre sabio que atrajo a muchos seguidores y fue crucificado bajo Poncio Pilato. Aunque algunos estudiosos han debatido la autenticidad del pasaje conocido como el Testimonium Flavianum, la mayoría coincide en que Josefo sí mencionó a Jesús en alguna forma. Este testimonio es valioso porque proviene de una fuente externa al cristianismo.
El erudito John P. Meier, en su estudio sobre Jesús como figura histórica, afirma:
“While the Testimonium Flavianum may have been altered by Christian scribes, it is likely that Josephus did originally mention Jesus in some form, given the context and his role as a Jewish historian.” (Meier, John P., “A Marginal Jew: Rethinking the Historical Jesus,” 1991)
Traducción: “Aunque el Testimonium Flavianum puede haber sido alterado por escribas cristianos, es probable que Josefo haya mencionado a Jesús de alguna forma, dado el contexto y su papel como historiador judío.”
Tácito: El historiador romano Tácito, en su obra Anales (libro 15, capítulo 44), también menciona a Jesús cuando documenta la ejecución de “Cristo” bajo Poncio Pilato durante el reinado de Tiberio. Este relato independiente confirma que Jesús fue ejecutado en un contexto histórico real, respaldando así los Evangelios.
Plinio el Joven: Otro testimonio importante proviene de Plinio el Joven, gobernador de Bitinia alrededor del año 112 d.C. En una carta dirigida al emperador Trajano, Plinio describe a los cristianos como seguidores de Cristo, a quien adoraban como a un dios. Esto refuerza la idea de que Jesús fue considerado una figura divina por sus seguidores pocos años después de Su muerte y resurrección, lo que indica la rápida expansión de la fe en Su nombre. El hecho de que Plinio mencione a Cristo como una figura de adoración, incluso en regiones lejanas del Imperio Romano, refuerza la realidad histórica de Jesús.
El Talmud: El Talmud, una colección de escritos rabínicos completados siglos después de la vida de Jesús, también menciona a “Jesús de Nazaret”. A pesar de la postura crítica que toma hacia Él, describe a Jesús como alguien que fue ejecutado en la víspera de la Pascua.
Esta mención de Jesús en el Talmud, una fuente judía que no simpatiza con el cristianismo, proporciona una importante confirmación de Su existencia desde una perspectiva externa. El rabino Jacob Neusner, experto en estudios talmúdicos, ha afirmado que aunque el Talmud no simpatiza con el cristianismo, confirma que Jesús fue una figura histórica reconocida en la sociedad judía de Su tiempo.
Estas referencias externas proporcionan un marco sólido que demuestra que la vida de Jesús fue un hecho histórico aceptado incluso por aquellos que no compartían la fe cristiana.
Gary Habermas, especialista en la resurrección de Cristo, explica:
“We have far more historical evidence for the existence of Jesus than for many other well-known figures of antiquity. The claims that Jesus was a myth are unsupported by the wealth of evidence we have today.” (Habermas, Gary, “The Historical Jesus: Ancient Evidence for the Life of Christ,” 1996)
Traducción: “Tenemos mucha más evidencia histórica de la existencia de Jesús que de muchas otras figuras conocidas de la antigüedad. Las afirmaciones de que Jesús fue un mito no están respaldadas por la abundancia de pruebas que tenemos hoy.”
El Corán sobre Jesús
Es importante señalar que no solo las fuentes cristianas y seculares mencionan a Jesús. El Corán, el texto sagrado del Islam, también reconoce la existencia de Jesús (conocido en árabe como Isa). Aunque el Corán tiene una perspectiva diferente sobre Su divinidad, lo reconoce como uno de los profetas más grandes y afirma Su nacimiento virginal. En el Corán, sura 19:19-21, se dice:
“Él dijo: Yo soy solo un mensajero de tu Señor para anunciarte un hijo puro. Ella dijo: ¿Cómo he de tener un hijo si ningún hombre me ha tocado, ni soy una fornicadora? Él dijo: Así será; tu Señor ha dicho: ‘Es cosa fácil para Mí; lo haremos un signo para la humanidad y una misericordia de parte Nuestra.’” (Corán, Sura 19:19-21)
Aunque el Corán no acepta la divinidad de Jesús como lo hacen los cristianos, su mención en un texto sagrado no cristiano es una prueba más de Su existencia histórica, respetada incluso en otras religiones.
Después de desmentir los mitos y paralelismos falsos que algunos intentan trazar entre Jesús y los dioses paganos, la realidad histórica y profética de Jesús se destaca de manera única. No solo Su nacimiento y vida fueron profetizados con siglos de anticipación, sino que las evidencias históricas y religiosas que confirman Su existencia están profundamente arraigadas en diferentes tradiciones. Con esto en mente, ahora debemos analizar el impacto real de la vida y obra de Jesús en el mundo y qué tan auténtico es el relato de Su nacimiento según las Escrituras.
II. ¿Es verdadera la historia del nacimiento de Jesús?
El nacimiento de Jesús ha sido uno de los eventos más debatidos en la historia de la humanidad. ¿Es realmente cierto que nació de una virgen, como lo afirman las Escrituras? Algunos críticos sugieren que esta historia es una invención, mientras que los creyentes ven en ella el cumplimiento de profecías antiguas y un signo de la intervención divina en la historia. Para entender la profundidad de esta verdad, es necesario explorar tanto el relato bíblico como el contexto histórico.
a) El relato bíblico del nacimiento de Jesús
El nacimiento de Jesús está documentado en los evangelios de Mateo y Lucas, que nos proporcionan un relato claro y detallado de los eventos. Mateo 1:18-25 describe cómo María, una virgen, quedó embarazada por el Espíritu Santo. Este hecho fue el cumplimiento de la profecía de Isaías: “He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel” (Isaías 7:14). Esta profecía, escrita siglos antes del nacimiento de Jesús, es una de las muchas que predicen Su llegada.
Lucas 2:1-7 nos ofrece detalles adicionales, como el viaje de María y José a Belén para el censo decretado por el emperador César Augusto, cumpliendo así otra profecía, la de Miqueas 5:2, que decía que el Salvador nacería en Belén. Cada detalle registrado en estos relatos no solo narra un acontecimiento, sino que confirma el cumplimiento de promesas hechas por Dios mucho antes de que Jesús naciera.
¿Hubo un censo realmente decretado por César Augusto?
Uno de los aspectos del relato bíblico que ha sido cuestionado es el censo mencionado en Lucas 2:1. El evangelio afirma que César Augusto ordenó un censo de todo el mundo conocido que obligó a María y José a viajar a Belén, el lugar del nacimiento de Jesús. La pregunta que surge es: ¿existió realmente este censo?
Históricamente, los censos eran comunes en el Imperio Romano, sobre todo con el propósito de la recaudación de impuestos. El censo mencionado en el evangelio de Lucas ha generado debates porque no hay un registro romano directo de un censo en todo el imperio justo antes del nacimiento de Jesús. Sin embargo, se sabe que Quirino, gobernador de Siria, llevó a cabo un censo en la región alrededor del año 6-7 d.C., lo que algunos eruditos sugieren podría ser la fuente de confusión o parte de un censo más amplio.
Historiadores como F.F. Bruce comentan sobre esta cuestión en su libro “The New Testament Documents: Are They Reliable?”. Bruce señala que aunque no hay un registro directo del censo específico mencionado en Lucas, era típico que los romanos llevaran censos periódicos en sus provincias:
“The Romans frequently conducted censuses for taxation purposes, and it is likely that a local census like the one mentioned in Luke could have taken place under Augustus’ reign, even if no direct records have survived.” (Bruce, F.F., “The New Testament Documents: Are They Reliable?” 1981)
Traducción: “Los romanos frecuentemente realizaban censos con fines fiscales, y es probable que un censo local como el mencionado en Lucas pudiera haber tenido lugar durante el reinado de Augusto, aunque no se hayan conservado registros directos.”
Es importante señalar que, aunque no hay un registro directo del censo mundial, algunos estudiosos como William Ramsay creen que Lucas pudo estar refiriéndose a un censo provincial que se llevaba a cabo localmente, como era común en las regiones bajo el control de Roma.
El hecho de que Lucas mencione a Quirino puede haber sido una referencia a una administración local que afectó a Judea en ese período. Ramsay señala en su investigación arqueológica que Lucas era un historiador preciso en otros aspectos, por lo que este censo local es probable dentro del contexto más amplio del Imperio Romano (Ramsay, W.M., “The Bearing of Recent Discovery on the Trustworthiness of the New Testament,” 1915).
Por lo tanto, aunque no existe un registro romano explícito de un censo que abarque todo el imperio en ese preciso momento, hay consenso en que los censos eran comunes y que un censo en Judea, tal como lo describe Lucas, es históricamente plausible. La intención de Lucas al mencionar el censo podría haber sido resaltar el contexto histórico y el cumplimiento de la profecía de Miqueas, que predecía el nacimiento del Salvador en Belén.
b) ¿Nació Jesús el 25 de diciembre o el 6 de enero?
Es común en la tradición cristiana celebrar el nacimiento de Jesús el 25 de diciembre (en la mayoría de las iglesias occidentales) o el 6 de enero (en las iglesias orientales). Sin embargo, las Escrituras no nos dan una fecha exacta para el nacimiento de Jesús. Entonces, ¿por qué celebramos estas fechas?
La fecha del 25 de diciembre fue adoptada oficialmente por la Iglesia en el siglo IV, durante el reinado del emperador Constantino, aproximadamente en el año 336 d.C.. Sexto Julio Africano, uno de los primeros historiadores cristianos, fue uno de los primeros en proponer esta fecha en su obra Chronographiai (221 d.C.), y más tarde, esta propuesta fue oficializada por la iglesia bajo Constantino.
Los registros históricos indican que esta fecha fue seleccionada para coincidir con la celebración pagana del Sol Invictus, un festival que celebraba el solsticio de invierno y la victoria del sol sobre las tinieblas, que también era celebrado el 25 de diciembre. Este acto de “cristianizar” una festividad pagana tenía como objetivo facilitar la conversión de los pueblos paganos al cristianismo.
El historiador Thomas J. Talley, en su estudio sobre la historia del calendario litúrgico, comenta:
“It seems likely that the Roman Church chose December 25 as the date of Christ’s birth to correspond with the pagan celebration of the rebirth of the sun (Sol Invictus), aligning Christ’s birth with the symbolism of light overcoming darkness.” (Talley, Thomas J., “The Origins of the Liturgical Year,” 1986)
Traducción: “Parece probable que la Iglesia Romana eligiera el 25 de diciembre como la fecha del nacimiento de Cristo para coincidir con la celebración pagana del renacimiento del sol (Sol Invictus), alineando el nacimiento de Cristo con el simbolismo de la luz que vence a las tinieblas.”
La adopción del 6 de enero en las iglesias orientales como la Epifanía, que conmemora tanto el nacimiento de Jesús como Su bautismo, muestra la diversidad en las tradiciones cristianas antiguas. Esta fecha fue especialmente relevante en las iglesias orientales, que celebran la manifestación de Cristo al mundo y Su revelación a los Reyes Magos.
¿Cuándo nació realmente Jesús?
Es importante aclarar que Jesús probablemente no nació en invierno. El relato bíblico menciona que los pastores estaban cuidando a sus ovejas al aire libre la noche en que nació Jesús (Lucas 2:8), lo cual sería poco probable en el clima frío de diciembre. Además, la fecha del censo que obligó a José y María a viajar a Belén sugiere que era un tiempo más favorable para el viaje, probablemente en primavera o principios de otoño.
Si bien no podemos determinar la fecha exacta del nacimiento de Jesús, muchos estudiosos sugieren que pudo haber nacido en algún momento entre finales de septiembre y principios de octubre. Esto correspondería al otoño en Israel, cuando las temperaturas son más suaves y es más probable que los pastores estuvieran en el campo con sus ovejas, como describe Lucas 2:8.
Algunos han interpretado Lucas 2:8 como una posible indicación de que Jesús nació en la primavera, cuando los pastores podrían haber estado pastoreando sus ovejas al aire libre. Sin embargo, muchos estudiosos prefieren la interpretación de que Jesús nació en el otoño, ya que las temperaturas siguen siendo favorables para el pastoreo, y otros factores cronológicos también apuntan a este periodo.
La conclusión de que Jesús nació en el otoño se basa en cálculos relacionados con el ciclo de servicio del sacerdote Zacarías (Lucas 1:5-8), el padre de Juan el Bautista, y el hecho de que Juan nació seis meses antes que Jesús. Si Zacarías terminó su servicio alrededor de finales de junio o principios de julio, entonces Juan el Bautista habría nacido en la primavera, y Jesús, seis meses después, en el otoño.
Eruditos como Jack Finegan, un experto en cronología bíblica, sugieren que la evidencia bíblica y los calendarios hebreos indican que el nacimiento de Jesús ocurrió durante la Fiesta de los Tabernáculos (Sukkot), que cae entre septiembre y octubre:
“The chronological data from the priestly courses and the context of the birth narratives in the Gospels point to Jesus’ birth taking place in the fall, during the Jewish feast of Sukkot.” (Finegan, Jack, “Handbook of Biblical Chronology,” 1964)
Traducción: “Los datos cronológicos de los turnos sacerdotales y el contexto de los relatos del nacimiento en los Evangelios apuntan a que el nacimiento de Jesús ocurrió en el otoño, durante la fiesta judía de Sukkot.”
c) La importancia del nacimiento virginal
El nacimiento virginal de Jesús es un pilar fundamental de la fe cristiana. Este evento no es solo simbólico, sino que subraya la naturaleza divina de Jesús. Él no fue concebido de manera natural, sino por intervención directa del Espíritu Santo, lo que lo distingue de cualquier ser humano. Este nacimiento milagroso enfatiza la pureza de Su misión y Su identidad como el Hijo de Dios.
C.S. Lewis, el renombrado teólogo y apologista, ofrece una explicación profunda de este evento:
“The doctrine of the Virgin Birth is not an isolated marvel, but part of the pattern of Christ’s supernatural entry into, and action in, the natural world.” (Lewis, C.S., “Miracles,” 1947)
Traducción: “La doctrina del nacimiento virginal no es un milagro aislado, sino parte del patrón de la entrada sobrenatural de Cristo en el mundo natural y Su acción en él.”
Este milagro de la concepción virginal es esencial para entender la naturaleza dual de Jesús: plenamente divino y plenamente humano. No fue simplemente un maestro o un profeta, sino el Hijo de Dios que vino a salvar al mundo del pecado. Su nacimiento fuera de las leyes naturales indica que Dios mismo intervino en la historia para traer salvación a la humanidad.
d) Evidencias adicionales que apoyan el nacimiento de Jesús
Además de las profecías bíblicas y los relatos de Mateo y Lucas, hay indicios históricos y fuentes externas que respaldan la veracidad del nacimiento de Jesús. Aunque no existen registros romanos directos del evento, el hecho de que la vida de Jesús esté tan documentada en textos históricos y religiosos refuerza la autenticidad de este acontecimiento.
A lo largo de los siglos, muchos eruditos han defendido el nacimiento virginal como una verdad teológica central. J.I. Packer, un respetado teólogo, comenta lo siguiente:
“The virgin birth is not only credible but necessary. It highlights God’s intervention in human history and shows that salvation could not come from man, but from God alone.” (Packer, J.I., “Knowing God,” 1973)
Traducción: “El nacimiento virginal no solo es creíble, sino necesario. Subraya la intervención de Dios en la historia humana y muestra que la salvación no podía venir del hombre, sino solo de Dios.”
Si bien no contamos con registros contemporáneos fuera del Nuevo Testamento que detallen el nacimiento de Jesús, los relatos de los primeros cristianos y los padres de la iglesia, quienes estuvieron dispuestos a morir por esta verdad, ofrecen una evidencia convincente de la aceptación temprana de este hecho milagroso. Ignacio de Antioquía, uno de los padres apostólicos del siglo I, en su carta a los efesios, escribe sobre el nacimiento de Jesús y lo describe como un evento central para la fe cristiana:
“He was truly born, truly crucified, and truly raised from the dead, in the days of Pontius Pilate.” (Ignacio de Antioquía, “Carta a los Efesios,” año 110 d.C.)
Traducción: “Él nació verdaderamente, fue verdaderamente crucificado y verdaderamente resucitó de entre los muertos, en los días de Poncio Pilato.”
Este testimonio temprano, proveniente de un discípulo de los apóstoles, confirma que el nacimiento de Jesús era aceptado como un hecho histórico y central para la fe desde el principio del cristianismo.
Después de haber examinado el relato bíblico y las evidencias que respaldan la veracidad del nacimiento de Jesús, nos adentramos ahora en una pregunta aún más profunda: ¿Qué tan cierta es toda la historia de Jesús?.
Es vital analizar las pruebas históricas y documentales que confirman Su vida y obra, y cómo ellas refuerzan la autenticidad de Su existencia como figura histórica y divina.
III. Autenticidad de los Evangelios, milagros de Jesús y Su resurrección
Los Evangelios son los documentos clave que relatan la vida de Jesús. Su autenticidad ha sido confirmada por estudios arqueológicos y referencias históricas no cristianas. Estos textos no solo describen Su nacimiento, sino también los milagros que realizó, como sanar a los enfermos, resucitar a los muertos y alimentar a miles de personas con solo unos pocos panes y peces (Mateo 14:13-21; Marcos 6:30-44). Estos milagros no eran meros símbolos, sino eventos que cambiaron vidas y dejaron testimonio de Su poder divino.
a) Milagros históricos documentados
Es relevante destacar que los milagros de Jesús no fueron realizados en secreto ni para un pequeño grupo de iniciados. Estos eventos ocurrieron en público, frente a multitudes, y fueron documentados por varias fuentes. Por ejemplo, en el relato de Juan 11:43-44, Jesús resucitó a Lázaro, un hombre que había estado muerto por cuatro días. Este milagro fue presenciado por muchas personas y es uno de los más poderosos ejemplos de Su divinidad.
Además de resucitar a los muertos, Jesús demostró Su autoridad sobre la naturaleza. En Mateo 8:23-27, calmó una tormenta con solo una orden, dejando asombrados a Sus discípulos. También en Juan 2:1-11, transformó el agua en vino en las bodas de Caná, lo que fue Su primer milagro público, y muchos comenzaron a creer en Él.
Otro ejemplo es el milagro en Lucas 17:12-19, donde Jesús sanó a diez leprosos, quienes fueron testigos directos de Su poder. Estos actos no solo demuestran Su naturaleza divina, sino que revelan la misericordia de Dios hacia la humanidad. Cada uno de estos milagros fue una prueba viva del cumplimiento de las profecías mesiánicas.
Además, Juan 21:25 menciona: “Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir.“
Este versículo indica que los milagros documentados son solo una fracción de lo que Jesús hizo, lo que refuerza la magnitud de Su ministerio en la tierra.
b) La resurrección: El evento que cambió la historia
El evento más trascendental de la vida de Jesús fue Su resurrección de entre los muertos. Este hecho es mencionado no solo en los Evangelios (Mateo 28:1-10; Marcos 16:1-8; Lucas 24:1-12), sino también en varias fuentes históricas externas. La resurrección no fue simplemente un suceso religioso; fue un evento que cambió la historia de la humanidad y es el fundamento de la fe cristiana.
El hecho de que Jesús haya resucitado al tercer día, como lo predijo, es testificado no solo por Sus discípulos, sino también por más de 500 personas, según 1 Corintios 15:6. Incluso los enemigos del cristianismo, como los líderes religiosos judíos de la época, no pudieron refutar el hecho de la tumba vacía. Ellos intentaron explicar el evento diciendo que los discípulos robaron el cuerpo, pero las medidas tomadas, como la guardia romana y el sello en la tumba, habrían evitado cualquier intento de robo (Mateo 27:65-66).
El historiador Michael Grant comenta sobre la resurrección:
“The evidence for Jesus’ resurrection is overwhelming. If we apply the same standards to this event as we do to other historical events, the conclusion that Jesus was raised from the dead becomes inescapable.” (Grant, Michael, “Jesus: An Historian’s Review of the Gospels,” 1995)
Traducción: “La evidencia de la resurrección de Jesús es abrumadora. Si aplicamos los mismos estándares a este evento que aplicamos a otros eventos históricos, la conclusión de que Jesús resucitó de entre los muertos se vuelve ineludible.”
Este evento no fue solo un acto sobrenatural, sino un momento que marcó un antes y un después en la historia de la humanidad. La resurrección de Jesús no solo confirmó Su identidad como el Hijo de Dios, sino que aseguró la promesa de la vida eterna para aquellos que creen en Él.
c) Evidencias no cristianas que confirman la resurrección
Además de los Evangelios, el Talmud menciona a Jesús y confirma Su crucifixión en la víspera de la Pascua. Aunque el Talmud no reconoce Su divinidad y se opone al cristianismo, su mención de la crucifixión de Jesús refuerza el hecho histórico de Su muerte. Esto es significativo porque proviene de una fuente judía que no tiene interés en promover la fe cristiana, lo que valida aún más la veracidad de este hecho.
El Talmud menciona en Sanedrín 43a: “En la víspera de la Pascua, Yeshu fue colgado. Durante cuarenta días antes de la ejecución, un heraldo avanzaba y gritaba: ‘Él va a ser apedreado porque ha practicado la hechicería y ha incitado a Israel a la apostasía.‘”
Aunque los líderes judíos no aceptaron Su resurrección, no pudieron negar que algo extraordinario había ocurrido, ya que incluso el Talmud menciona a Jesús.
Otro testimonio importante viene de Plinio el Joven, un gobernador romano que escribió alrededor del año 112 d.C. En sus cartas al emperador Trajano, describe cómo los cristianos se reunían regularmente para cantar himnos a Cristo “como a un dios” (Plinio el Joven, “Cartas,” libro 10). Este testimonio es crucial porque muestra que, pocos años después de la resurrección, los seguidores de Jesús ya estaban expandiendo el cristianismo por todo el Imperio Romano, proclamando Su divinidad y resurrección.
Además de Plinio, el historiador romano Suetonio también menciona a Jesús en su obra La vida de los doce césares (c. 121 d.C.), donde relata el impacto del cristianismo bajo el emperador Claudio. Aunque su mención es breve, refuerza la idea de que Jesús y el movimiento cristiano fueron una realidad histórica innegable.
El historiador Tácito, también en su obra Anales (libro 15, capítulo 44), menciona a Jesús y confirma Su ejecución bajo Poncio Pilato durante el reinado del emperador Tiberio. Estas referencias no cristianas son fundamentales porque confirman que Jesús fue una figura histórica real, y no una invención mítica como algunos sugieren.
Gary Habermas, especialista en la resurrección de Cristo, explica:
“We have far more historical evidence for the existence of Jesus than for many other well-known figures of antiquity. The claims that Jesus was a myth are unsupported by the wealth of evidence we have today.” (Habermas, Gary, “The Historical Jesus: Ancient Evidence for the Life of Christ,” 1996)
Traducción: “Tenemos mucha más evidencia histórica de la existencia de Jesús que de muchas otras figuras conocidas de la antigüedad. Las afirmaciones de que Jesús fue un mito no están respaldadas por la abundancia de pruebas que tenemos hoy.”
Al analizar la autenticidad de los Evangelios, los milagros de Jesús y Su resurrección, nos damos cuenta de que estamos ante un evento que trasciende las fronteras de la historia. La vida de Jesús no solo es un hecho histórico bien documentado, sino que Su impacto en la humanidad es innegable. Las evidencias no cristianas, como las menciones de Plinio el Joven, el Talmud, Suetonio, y Tácito, refuerzan aún más la realidad de Su existencia y ministerio.
No hay espacio para dudas razonables: Jesús no fue un mito ni un personaje inventado. Su vida y Su resurrección son hechos reales que han cambiado el curso de la historia. Ahora, la pregunta que debemos hacernos es: ¿Estamos dispuestos a aceptar esta verdad y vivir conforme a ella?
IV. El impacto transformador del nacimiento de Jesús en la historia y el presente
El nacimiento de Jesús no solo fue un evento que marcó un hito en la historia, sino que también provocó un cambio profundo y duradero en la humanidad. Este acontecimiento no se puede comparar con ninguna otra figura histórica o religiosa.
A lo largo de este estudio, hemos desmentido las comparaciones erróneas con figuras paganas, y hemos mostrado cómo Su nacimiento y vida son únicos. Ahora debemos enfocarnos en lo que verdaderamente distingue a Jesús: Su impacto transformador, tanto en la historia como en las vidas de las personas.
a) Un mensaje que traspasa barreras
El Evangelio de Jesús ha atravesado continentes y culturas. En Mateo 28:19, Jesús dio la Gran Comisión: “Id, y haced discípulos a todas las naciones“. Desde el principio, Su mensaje fue universal, un llamado a todas las naciones, algo sin precedentes en las religiones de la época, que solían estar vinculadas a regiones o etnias específicas. Jesús trajo un mensaje de salvación que no conocía fronteras.
Este Evangelio trajo luz a los que estaban en tinieblas y ofreció una nueva vida a los marginados y oprimidos. Lo que Jesús comenzó hace más de 2,000 años sigue teniendo repercusiones hoy. Ningún otro líder religioso ha causado tal impacto en el mundo entero, y eso es prueba de que Su mensaje no fue una invención humana, sino una verdad divina.
b) La transformación de vidas individuales
Desde Su ministerio terrenal hasta hoy, Jesús ha transformado millones de vidas. A lo largo de los Evangelios, vemos cómo Jesús sanaba enfermos (Mateo 9:35), resucitaba muertos (Juan 11:43-44) y alimentaba a multitudes con unos pocos panes y peces (Mateo 14:13-21). Estos milagros físicos no fueron solo actos de compasión, sino símbolos del poder transformador de Jesús sobre el cuerpo, el alma y el espíritu.
Jesús sigue sanando corazones hoy. Millones de personas alrededor del mundo han experimentado Su poder transformador en sus vidas. Como dice Filipenses 4:7, Jesús ofrece “la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento“, y esa paz ha cambiado vidas rotas y llenas de desesperanza, trayendo alegría y propósito.
c) El impacto social y cultural de Su mensaje
El cristianismo ha sido un motor de cambio social y cultural durante siglos. Las enseñanzas de Jesús sobre el amor, la justicia y la igualdad influyeron en movimientos como la abolición de la esclavitud, los derechos civiles y la creación de instituciones de caridad. Líderes cristianos como William Wilberforce, movidos por las enseñanzas de Cristo, dedicaron sus vidas a luchar por la justicia.
Wilberforce declaró:
“Dios Todopoderoso ha puesto ante mí dos grandes objetivos: la supresión del comercio de esclavos y la reforma moral.” (Wilberforce, “A Practical View of the Prevailing Religious System,” 1797)
Traducción: “Dios Todopoderoso ha puesto ante mí dos grandes objetivos: la supresión del comercio de esclavos y la reforma moral.”
Los valores cristianos han dado forma a la civilización occidental y siguen impactando al mundo de manera significativa. Jesús no solo cambió vidas individuales; Su mensaje cambió el rumbo de la historia.
d) La transformación continua: vidas cambiadas hoy
El testimonio de la realidad de Jesús se refleja en los millones de personas que siguen siendo transformadas por Su poder hoy en día. Como dice 2 Corintios 5:17, “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas“. Este pasaje no es solo una promesa para los primeros creyentes, sino una verdad vivida por millones en todo el mundo.
El impacto de Jesús no solo fue histórico, sino que sigue siendo actual y vivencial. Hemos visto cómo Su nacimiento cambió la historia y cómo Su mensaje sigue transformando corazones hoy. La pregunta es: ¿Permitiremos que Jesús transforme nuestras vidas también?
V. La singularidad de la resurrección de Jesús
Después de haber examinado el nacimiento de Jesús y Su impacto transformador en la historia, llegamos al punto culminante de Su obra redentora: Su resurrección. La resurrección de Jesús es lo que verdaderamente distingue al cristianismo de todas las demás religiones. Mientras que otras figuras religiosas vivieron y murieron, solo Jesús resucitó de entre los muertos, un evento que tiene profundas implicaciones eternas para la humanidad.
a) La resurrección en el relato bíblico
La resurrección de Jesús está documentada en los cuatro Evangelios y es mencionada en varias cartas del Nuevo Testamento. Mateo 28:1-10, Marcos 16:1-8, Lucas 24:1-12 y Juan 20:1-18 narran cómo Jesús fue crucificado, sepultado y, al tercer día, resucitó. Lucas 24:6 nos recuerda las palabras de los ángeles a las mujeres que visitaron la tumba: “No está aquí; ha resucitado.“
Este evento es central en el cristianismo. 1 Corintios 15:14 dice: “Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe“. Pablo hace eco de la importancia de la resurrección como la piedra angular de la fe cristiana. Sin la resurrección, nuestra fe estaría vacía.
b) Evidencias históricas de la resurrección
Además de los relatos bíblicos, existen varios indicios históricos que respaldan la veracidad de la resurrección. Los primeros discípulos, quienes habían huido llenos de miedo después de la crucifixión de Jesús, de repente se convirtieron en testigos audaces y valientes de Su resurrección. Estaban dispuestos a morir por esta verdad, algo que no tiene sentido a menos que realmente creyeran en la resurrección de Jesús.
El profesor N.T. Wright, reconocido historiador del Nuevo Testamento, argumenta que la resurrección de Jesús es el único evento que explica adecuadamente el origen del cristianismo:
“The disciples’ belief in the resurrection cannot be explained without the event actually happening. It was the resurrection that transformed them from a defeated and broken group into a movement that changed the world.” (Wright, N.T., “The Resurrection of the Son of God,” 2003)
Traducción: “La creencia de los discípulos en la resurrección no puede explicarse sin que el evento realmente haya sucedido. Fue la resurrección lo que los transformó de un grupo derrotado y roto en un movimiento que cambió el mundo.”
La transformación radical de los discípulos, y el hecho de que proclamaran la resurrección a pesar de las persecuciones, es una de las evidencias más fuertes de que este evento ocurrió realmente. ¿Qué otra cosa podría haberles dado tal valentía si no fuera un encuentro real con el Cristo resucitado?
c) El testimonio de los mártires
Los primeros cristianos enfrentaron persecución extrema por proclamar que Jesús había resucitado. Según el historiador romano Tácito, los cristianos fueron severamente castigados bajo el emperador Nerón:
“Christus, from whom the name had its origin, suffered the extreme penalty during the reign of Tiberius at the hands of one of our procurators, Pontius Pilatus, and a most mischievous superstition (the resurrection), thus checked for the moment, again broke out.” (Tácito, “Anales,” libro 15, capítulo 44)
Traducción: “Cristo, de quien se originó el nombre, sufrió la pena máxima durante el reinado de Tiberio a manos de uno de nuestros procuradores, Poncio Pilato, y una superstición perniciosa (la resurrección), detenida por el momento, volvió a estallar.”
El hecho de que los cristianos estuvieran dispuestos a morir por su fe es una fuerte evidencia de que realmente creían en la resurrección de Jesús. No se puede explicar la disposición de los mártires a enfrentar el martirio si no estuvieran profundamente convencidos de la verdad de la resurrección.
d) Las apariciones post-resurrección
Después de Su resurrección, Jesús se apareció a muchas personas. En 1 Corintios 15:5-8, Pablo menciona que Jesús se apareció a Cefas (Pedro), luego a los doce, luego a más de quinientos hermanos a la vez, muchos de los cuales aún vivían cuando Pablo escribió esta carta. Este testimonio múltiple es crucial para la credibilidad del evento.
Además, Jesús también se apareció a Tomás, uno de los discípulos que había dudado, y le pidió que tocara las heridas en Sus manos y Su costado (Juan 20:27). Esta aparición le dio a Tomás la convicción absoluta de que Jesús realmente había resucitado.
Después de haber examinado las pruebas bíblicas, históricas y testimoniales de la resurrección de Jesús, nos enfrentamos a una realidad innegable: Cristo resucitó de los muertos. Esta verdad es el fundamento de nuestra fe y la razón por la cual podemos tener esperanza en la vida eterna. ¿Cómo responderemos a esta verdad en nuestras propias vidas?
Conclusión
Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida (Juan 14:6)
En resumen, después de haber explorado todas las evidencias, podemos decir con plena convicción que el nacimiento de Jesucristo no es un mito, sino una verdad histórica y espiritual que ha cambiado el curso de la humanidad. No estamos hablando de leyendas o ficciones paganas; estamos hablando del cumplimiento de las promesas de Dios para salvar a Su pueblo. El impacto de Jesús es tan profundo que Su mensaje sigue transformando vidas hasta el día de hoy.
El apóstol Pablo lo dijo mejor en 1 Corintios 15:3-4: “Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras.“
Con esta verdad, te animo a que sigas buscando a Jesús con todo tu corazón, viviendo de acuerdo con Su palabra, y proclamando la buena nueva de Su venida. El mundo necesita a Cristo más que nunca, y tú eres parte de esa misión de llevar Su luz a los demás. Que tu vida refleje la verdad de Su nacimiento, muerte y resurrección, y que vivas cada día con la seguridad de que Jesús es el camino, la verdad y la vida.
© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.
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Pastor jubilado de la iglesia El Nuevo Pacto. José R. Hernández; educación cristiana: Maestría en Teología. El Pastor Hernández y su esposa nacieron en Cuba, y son ciudadanos de los Estados Unidos de América.