Las explicaciones de Deschamps sobre la ausencia de Mbappé en la lista de Francia resultaron vagas e imprecisas. Yo diría que hasta cierto punto, y de una manera innecesaria, enigmáticas. Habría sido más fácil que el técnico hubiera hablado abiertamente de que quiere proteger al grupo, de que en este momento hay demasiado ruido en torno a la estrella o deslizar, incluso, que cuando te borras de una convocatoria, como hizo Mbappé en octubre, te expones a no estar en la siguiente. Que te llames como te llames a él le gusta dar ejemplo ante su plantilla para hacerse fuerte.
Lejos de hacer cualquiera de esas cosas Deschamps prefirió ser misterioso con sus palabras. “Es mejor así. Es una decisión mía. Él quería venir…”. Decir un poco para no decir nada y, peor aún, dejar en el aire que una de las variables que ha terminado con la no convocatoria es el caso de la estrella en Suecia. “No son los problemas extradeportivos los que entran en juego mientras exista la presunción de inocencia”, llegó a argumentar Deschamps, que menudas se las gasta cuando hay procesos judiciales de por medio, que se lo digan a Benzema.
La no convocatoria de Mbappé es muy extraña. Dudo que Deschamps se haya querido dar un tiro en el pie enfrentándose a su estrella si no hay un argumento de peso que haya sido compartido con el propio capitán de Les Bleus y con el que el jugador haya asentido. Porque como dijo el técnico, Kylian quería ir con Francia. Mbappé nunca imaginó que estos primeros meses en el Madrid fueran a ser tan difíciles.