El director griego compone a sus 91 aos una lrica y poltica a la vez aproximacin al buen morir, la eutanasia y el suicidio como acto de libertad
Costa Gavras posa con Charlotte Rampling y Angela Molina en la presentacin de ‘El ltimo suspiro’.ANDER GILLENEAAFP
Luis Martnez San Sebastin
Actualizado
“La bsqueda del amor absoluto slo es posible a travs del acto simple de morir”. La frase no es de Sneca sino de Manoel de Oliveira, cineasta como Costa Gavras y como l, equilibrista a un lado y otro del siglo de existencia. Slo les separa un pequeo detalle: el primero muri en 2015 a los 106 aos de edad y el segundo se encuentra perfectamente vivo a sus 91. Eso s, la preocupacin por morir y hacerlo bien les hermana, pero no solo un momento, sino para toda la eternidad, dure lo que dure sta.
‘El ltimo suspiro‘ es el ttulo de la pelcula que el director griego (y tambin francs) ha presentado en San Sebastin no tanto como testamento de nada sino como testimonio de casi todo. Con un ligero homenaje en el frontispicio a la autobiografa que Luis Buuel escribi por la persona interpuesta de Jean-Claude Carrire (‘Mi ltimo suspiro‘), la pelcula adapta en verdad el libro del mismo ttulo firmado por el pensador Rgis Debray y el doctor especialista en cuidados paliativos Claude Grange. Y lo hace respetando la estructura de dilogo abierto que gua el texto.
El actor Denis Podalyds ejerce de filsofo y Kad Merad de mdico. De esta forma, la pelcula se construye a medida que avanza. No hay estructura; tampoco en sentido riguroso, intencin; ni apurando. eso que se da en llamar arco dramtico. Un buen da, el personaje de Podalyds recibe la noticia de que una mancha surgida como un fantasma del escner del cuerpo amenaza su existencia. O todava no del todo. La sombra de la muerte aparece y, de repente, el que ha sido y es un gran estudioso del tema desde el punto de vista tanto de la sociologa como de la filsofa se descompone, se ve de frente no solo ante su miedo ms ntimo sino, casi peor, ante la inutilidad de todo su saber. En ese momento, iniciar una larga conversacin que tambin es trabajo de campo al lado de gente que se muere sobre, en efecto, la muerte. O, mejor, la forma de morir bien.
Dice Gavras que la muerte es el gran tema del siglo XXI. El del XX fue el amor, la pasin, el descubrimiento del sexo y Freud. Pero que en un mundo tan envejecido como el nuestro con una Europa que presume de una esperanza de vida ms all de los 80, el gran asunto es cmo nos las ingeniaremos de aqu en adelante para evitar las barreras de la religin, de cualquiera de ellas, y reflexionar sobre el bien morir. Dice tambin que pese al parecer de pensadores reaccionarios como Michel Houellebecq, rechazar la angusta no es evitar lo ms ntimo de la vida, sino lo ms grato de ella. Y mientras expone su ideario a favor de la eutanasia y hasta del suicidio por eleccin no hace nada ms que pensar en paralelo a cmo lo hace la propia pelcula.
El ltimo suspiro es una pelcula para la discusin, casi de guerrilla, y completamente ajena a nada que no sea el debate que quiere presentar. Da lo mismo que determinadas escenas (como la de la moribunda, de repente, experta en todas las religiones del mundo) resulten inverosmiles y resulta irrelevante que los fragmentos dedicados tanto a los motoristas que se despiden de su colega motero, como el de la familia gitana con ngela Molina como protagonista, se adentren en las procelosas aguas de lo cursi sin el mnimo pudor. Se dira que, a los 91 aos, las sutilezas, para dar de comer los patos. Todo esto por no hablar de la bondad casi beatfica con la que es dibujado el personaje de Merad.
En realidad, lo que importa es que Costa Gavras, uno de los ms grandes directores vivos, quiere que pensemos con l la muerte. Y eso nos entristece tanto como nos abruma y nos llena de esperanza. Como dira Oliveira: “Lo importante es que hoy estamos aqu [pausa dramtica]. Ayer (que no maana) no lo estbamos”. Dira eso y nos dira lo que ya nos dijo: “La bsqueda del amor absoluto slo es posible a travs del acto simple de morir”.
