El Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) ha dado un paso adelante en la exploración de Ceres, el planeta enano ubicado en el cinturón de asteroides. Utilizando un enfoque innovador que combina alta resolución espacial y espectral, los investigadores han analizado la distribución de compuestos orgánicos en la superficie de este intrigante mundo, rico en agua y con indicios de actividad geológica.
El estudio, publicado en la revista Planetary Science Journal, ha identificado once nuevas regiones que sugieren la existencia de un reservorio de materiales orgánicos en el interior de Ceres. Estos hallazgos aportan información relevante sobre la posible naturaleza de este objeto y allanan el camino para futuras misiones de exploración. “La importancia de este descubrimiento radica en que, si se trata de materiales endógenos, se confirmaría la existencia de fuentes de energía internas que podrían favorecer procesos biológicos”, apunta Juan Luis Rizos, investigador del IAA-CSIC que lidera el trabajo.
Ceres, con un diámetro superior a los 930 kilómetros, es reconocido por ser el cuerpo más rico en agua del Sistema Solar interior después de la Tierra. Además, debido a sus propiedades físicas y químicas, se asocia a un tipo de meteorito rico en compuestos de carbono: las condritas carbonáceas, consideradas restos del material primordial que formó el Sistema Solar hace unos 4.600 millones de años.
Un nuevo enfoque para la exploración de Ceres
Para abordar la naturaleza de estos compuestos orgánicos, el equipo de investigación ha empleado un novedoso enfoque que permite explorar la superficie de Ceres en busca de materiales orgánicos y analizar su distribución con la mayor resolución posible. Primero, se aplicó un método de Análisis de Mezcla Espectral (SMA) para caracterizar los compuestos en el cráter Ernutet, donde la sonda Dawn había detectado previamente indicios de materia orgánica en 2017.
Con estos resultados, se examinó sistemáticamente el resto de la superficie del planeta enano a partir de imágenes de alta resolución espacial obtenidas por la Framing Camera 2 (FC2) a bordo de Dawn. Como resultado, se identificaron once nuevas regiones con características que sugieren la presencia de compuestos orgánicos, la mayoría ubicadas cerca del ecuador de Ernutet.
Combinando instrumentos para un hallazgo clave
La combinación de los datos de la cámara FC2 y el espectrógrafo de imágenes VIR resultó fundamental para este descubrimiento. Entre todos los candidatos, se identificó una región, ubicada entre las cuencas Urvara y Yalode, que mostró los indicios más claros de la presencia de materiales orgánicos. “Esos impactos fueron los más violentos que sufrió Ceres y, por tanto, el material tiene que provenir de regiones más profundas que el eyectado en otras cuencas o cráteres”, aclara Rizos. “En caso de confirmarse la presencia de orgánicos, dada su procedencia, quedaría poco margen de duda de que estos compuestos son materiales endógenos”.
Implicaciones para la exploración espacial futura
Los resultados de este estudio cuentan con el respaldo de un trabajo publicado en la revista Science, liderado por colaboradores italianos que también han participado en esta investigación. Tras realizar experimentos en laboratorio, demostraron que estos compuestos orgánicos sobreviven menos tiempo de lo esperado cuando son expuestos a la radiación solar, lo que sugiere que la materia orgánica debe estar presente en grandes cantidades en el subsuelo de Ceres.
“Ceres jugará un papel clave en la exploración espacial futura”, explica Rizos. “La presencia de agua en forma de hielo y, posiblemente, en estado líquido subterráneo, lo convierte en un lugar muy interesante para la búsqueda de recursos. En el contexto de la colonización espacial, Ceres podría servir como un punto de parada o base de recursos para futuras misiones a Marte o más allá”.
Sin duda, este intrigante planeta enano será visitado por nuevas sondas en un futuro no muy lejano, y esta investigación será clave a la hora de definir la estrategia observacional de estas misiones. “La idea de un reservorio orgánico en un lugar tan remoto y aparentemente inerte como Ceres hace pensar en que, quizás, no estemos tan lejos de encontrar condiciones similares en otros cuerpos del Sistema Solar”, concluye Rizos.