Daniel del Castillo
Sábado, 31 de agosto 2024, 18:53
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La vocación es el primer paso para encontrar el camino que Dios quiere para la vida. Uno puede tener las ideas claras sobre su futuro; Empezar el día con una alarma que avise de que hoy toca ir a la facultad, abrir el ordenador para coger apuntes sobre Física, a la tarde, dedicar el tiempo a la Música, a la lectura y a investigar sobre cuál es esa curiosidad que lleva varios días rondando la cabeza, y, por la noche, seguir siendo la misma persona que descubrió la Fe mientras vivía en casa, con sus padres, sus hermanas y como estudiante en la Universidad de Valladolid.
Fray Bernardo Sastre Zamora es actualmente un sacerdote Dominico de la Orden de San Esteban, en Salamanca. Hace diez años se encontraba acabando el grado de Física en la UVA, hasta que un día descubrió que su verdadero lugar estaba un poco lejos de casa. «Mi curiosidad intelectual por diversos temas, también de humanidades, así como la sensibilidad espiritual que me aportaba la música, me habían acompañado desde pequeño», afirma el joven Bernardo, quien, asegura que en su familia hay seis músicos, por lo que la capacidad que también tiene para tocar el violín se hace hueco entre una familia dedicada al Arte.
Son muchas las preguntas que se le puede hacer a una persona que ha encontrado en su vida una vocación tan grande como la de este Dominico, pero asombra aún más la confianza ante una elección que bien puede ser para una vida entera. «Cuando sentí la llamada vocacional fui el primer sorprendido. Si bien es uno mismo quien decide qué camino recorrer en la vida, no lo elige solo: creemos que el Señor está detrás de toda vocación humana, especialmente en el caso de las vocaciones cristianas, como pueda ser la vida de fe del bautizado, o mismamente del religioso. Mi familia y amigos también se dieron cuenta de que este camino como religioso (ahora también camino sacerdotal) encajaba bien con mi forma de ser y de ver la vida.»
Desde hace poco esta es su nueva vida, ser hermano de otros tantos dominicos que viven en comunidad en San Esteban. Bernardo cambió la facultad de ciencias de la Universidad de Valladolid por la Pontificia facultad Teológica de San Esteban.
Se da la situación de que Dios cambió y amplió su horizonte personal, haciendo que sus sueños convergieran de un modo inesperado. Fray Bernardo sigue conectado al mundo de la ciencia de otro modo. Le gusta estar al día de los libros y noticias de divulgación científica, y a su vez compartir material de ciencia y religión por las redes sociales. Por ejemplo, uno de sus lugares favoritos en esta ciudad es la exposición «El Cielo de Salamanca», que combina arte y astronomía en la bóveda de la Antigua Biblioteca Universitaria.
Su verdadero proyecto a modo de estar conectado con los demás es a través de su ‘academia’. Con un canal de Whatsapp y una cuenta de Instagram, el dominico sube a diario contenido en el que poder enseñar a la gente sobre Ciencia y Religión. Lo hace con vídeos cortos, publicaciones divertidas e, incluso con emoticonos. ¿Cuántos se imaginarían descubrir cuál es el Evangelio del día a través de una combinación de emoticonos?. Bernardo Sastre Zamora lo consigue y no le va nada mal. Suma más de 2.000 seguidores y más de 1600 publicaciones.
En muchas ocasiones internet es conocido como el «sexto continente» y hasta «universo virtual». Si se sabe navegar sin naufragar en el intento, las posibilidades que ofrecen estas nuevas herramientas técnicas son muchas. «Le veo futuro a la evangelización digital, también en colaboración con otras iniciativas humanistas y no necesariamente cristianas», afirma Fray Bernardo.
Aunque no sustituya el testimonio cara a cara, también le interesa la predicación virtual en vistas a la promoción vocacional. Por ejemplo, es sabido que incluso algunos monasterios de clausura (de monjes y monjas), han dado a conocer su particular vida y misión también en redes, y esto les ha redundado para bien: con nuevas vocaciones jóvenes en su claustro.
Sin duda, la vocación de este joven Dominico se cumple con lo que dice el Evangelio: «Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o tierras por mi nombre recibirá el ciento por uno y heredará la vida eterna» (Mt 19,29).
