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El Gobierno de Trump prepara un ataque histórico contra los trabajadores inmigrantes y los derechos democráticos

Autor: World Socialist Web Site
Niños migrantes en un campo de detención en Homestead, Florida, el 19 de febrero de 2019 [Crédito: AP Photo/Wilfredo Lee, Archivo].

En una serie de entrevistas recientes, Tom Homan, el “zar de la frontera” nombrado por Donald Trump, ha puesto en el foco de la atención pública los planes abominables de deportaciones masivas del Gobierno entrante. A pesar de la respuesta silenciosa del Partido Demócrata y sus aliados en los medios de comunicación corporativos, las declaraciones de Homan dejan en claro que el Gobierno está planeando un crimen social de proporciones históricos.

En discusiones la semana pasada con CNN, Homan dijo que los planes inmediatos del Gobierno consisten en la construcción de instalaciones con “al menos 100.000 camas” para detener a inmigrantes y deportarlos. Esta cifra, que es casi el triple de la capacidad de detención nacional actual, exigirá la construcción de una red de campos de internamiento ubicados en todo el país, aunque la mayoría se construirán en el inhóspito desierto del sureste del país.

Homan señaló que el ejército estará encargado inicialmente de establecer la vasta red logística requerida para llevar a cabo los planes del Gobierno. Mencionó que los aviones de transporte militares serán utilizados para deportar a inmigrantes, pero que el transporte de decenas de miles de familias a ciudades de carpas en el desierto posiblemente requiera también contratar vehículos terrestres como buses y trenes, con almacenes y “centros de asamblea” en las grandes urbes. El uso del ejército para actividades de carácter policial requeriría invocar la Ley de Insurrecciones o la Ley de Enemigos Extranjeros que podría abolir la norma posse comitatus e instituir en el país una forma de ley marcial.

Homan también confirmó que los planes del Gobierno involucran arrestos masivos de familias enteras, incluyendo ciudadanos estadounidenses. “Vamos a necesitar construir instalaciones familiares”, señaló Homan al Washington Post en un artículo publicado el jueves. Resumiendo los comentarios de Homan, el Post reportó que las autoridades migratorias “buscarán detener a los padres con los hijos en tiendas de campaña con ‘costados suaves’ similares a las utilizadas por las autoridades fronterizas estadounidenses para lidiar con aumentos en la inmigración. El Gobierno no dudará en deportar a los padres que estén en el país ilegalmente, incluso si tienen hijos jóvenes nacidos en Estados Unidos, añadió, dejando a las familias la decisión de permanecer juntos o ser separados”.

En NewsNation, le preguntaron a Homan lo que hará el Gobierno entrante con los hijos menores estadounidenses de inmigrantes que permanezcan en el país cuando sus padres sean deportados. “Los van a colocar en casas temporales”, dijo Homan. Hay 4,4 millones de niños ciudadanos con al menos un padre indocumentado y la propuesta de construir una red de prisiones/orfanatos administrados por el Estado para las masas de niños ciudadanos prácticamente no ha generado comentarios en los medios.

El paralelo histórico más cercano para tales políticas es el internamiento de japoneses, cuando el Gobierno demócrata de Franklin Delano Roosevelt sacó a 120.000 inmigrantes japoneses y ciudadanos estadounidenses de ascendencia japonesa de sus hogares y negocios y los “reubicó” en una red de campos de internamiento en partes aisladas del suroeste y el oeste montañoso. El propio Trump también se ha referido favorablemente a la “Operación Espalda Mojada”, la operación de estilo militar de 1954 que resultó en la expulsión de aproximadamente 1 millón de inmigrantes mexicanos, incluidos miles de ciudadanos estadounidenses.

Pero las condiciones en las ciudades de carpas que albergarán a aquellos en la mira de las autoridades hoy probablemente serán aún peores que las pésimas condiciones en las que se detuvo a los internados de la Segunda Guerra Mundial. Según un informe sobre las condiciones en un campamento de internamiento más pequeño de tiendas de campaña construido en 2018:

La instalación se compone de diez grandes tiendas de campaña, cada una de las cuales está diseñada para albergar a 200 personas. Las tiendas de campaña no tienen ventanas y las luces están encendidas las 24 horas, lo que dificulta que los detenidos duerman. No existen particiones para separar las duchas, inodoros, lavabos y áreas para comer, y los detenidos informan que ocasionalmente se ven obligados a comer con las manos porque no se proporcionan utensilios. Cuando se permite a los detenidos salir de las tiendas de campaña para recrearse, no parece que se les proporcione ropa de abrigo. Los detenidos que son enviados a esta instalación remota cerca de la frontera sur pueden haber sido trasladados desde lugares tan lejanos como Boston, Nueva York y Florida. Como resultado del traslado, los detenidos no solo están separados de sus seres queridos, sino que también pueden encontrar imposible obtener representación legal.

La cantidad de dinero necesaria para establecer estos campamentos y llenarlos de familias será astronómica. Según Homan, el precio inicial será de $86 mil millones. “El Congreso necesita financiar esta operación de deportación”, dijo Homan a CNN. “Va a ser caro, y todo el mundo se centra en lo caro que va a ser”.

Esta suma es más de cuatro veces el gasto federal anual promedio en control migratorio en los últimos 20 años. Esto desmiente que el ataque del Gobierno de Trump contra los inmigrantes tenga como objetivo mejorar el nivel de vida de los trabajadores que viven en los Estados Unidos y que son ciudadanos. Se podrían emplear $86 mil millones para proporcionar vivienda a todas las personas sin hogar en los Estados Unidos o para pagar la deuda médica de unos 10 millones de estadounidenses.

En cambio, Trump planea dirigir los recursos lejos de la clase trabajadora para aterrorizar a los trabajadores inmigrantes y sus familiares ciudadanos. El impacto de la deportación masiva en la población no inmigrante sería devastador. Un informe del Consejo Estadounidense de Inmigración estima que la eliminación de 1 millón de inmigrantes generaría una disminución del PIB de entre el 4,2 y el 6,8 por ciento.

El Partido Demócrata ha respondido a estos planes comprometiéndose a colaborar con el ataque de Trump contra los inmigrantes. A principios de este mes, el New York Times publicó un artículo titulado “¿Resistir a Trump? En cuanto a la inmigración, los dirigentes demócratas ven espacio para transigir”, que señaló que los importantes gobernadores demócratas como Gavin Newsom (California), Kathy Hochul (Nueva York) y Phil Murphy (Nueva Jersey) “mostraron una sorprendente voluntad de trabajar con” Trump. Para el final de su mandato, Biden habrá deportado a 1,6 millones de inmigrantes, un poco más que Trump en su primer mandato. Kamala Harris realizó una campaña de derecha que promocionaba su disposición a ser “dura” en la frontera.

El plan de Trump es la punta de lanza de un asalto a los derechos democráticos de toda la población. Los trabajadores inmigrantes comprenden una sección crítica de la clase trabajadora en los Estados Unidos y constituyen mayorías o minorías sustanciales de la fuerza laboral total en agricultura, textiles, empacado de carne, construcción y hospitalidad. La defensa de los derechos de los trabajadores inmigrantes es una necesidad estratégica para los trabajadores de todas las nacionalidades y estados migratorios.

La clase dominante estadounidense, tambaleándose de una guerra imperialista a otra, está intentando introducir métodos dictatoriales de gobierno para domesticar a la clase trabajadora y subordinar todos los aspectos de la vida social y económica a las necesidades de sus guerras. Tomando una página del libro de jugadas de Hitler, el Gobierno tiene como objetivo convertir a los inmigrantes en chivos expiatorios de los males sociales y distraer la ira social de las corporaciones y el sistema capitalista.

Homan y el Gobierno entrante son muy conscientes de que las políticas provocadoras generarán una indignación masiva dentro de la población en general, incluso entre muchos de los que votaron por Trump. “No podemos perder la fe del pueblo estadounidense”, dijo Homan al Washington Post en un comentario revelador.

Lo que más temen tanto Trump como las facciones demócratas de la clase dominante estadounidense es que surja un movimiento para defender a los trabajadores inmigrantes y los derechos democráticos básicos que se convierta en un movimiento consciente de sí mismo basado en la clase trabajadora contra la guerra imperialista y el sistema capitalista. Los interesados en construir un movimiento de este tipo deben unirse al Partido Socialista por la Igualdad hoy mismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 27 de diciembre de 2024)

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