La noticia de que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha dado finalmente su visto bueno a Ucrania para que pueda utilizar misiles de largo alcance estadounidenses sobre territorio ruso no ha sentado bien en el entorno de Donald Trump. Aunque el nuevo presidente electo no se ha pronunciado al respecto, sus aliados han criticado con dureza la decisión de la Administración saliente, a la que acusan de ignorar el mandato surgido de las urnas el pasado 5 de noviembre para propulsar de forma “temeraria” la guerra en el país eslavo. “Parece que el complejo militar-industrial quiere asegurarse de que habrá una tercera guerra mundial antes de que mi padre tenga la oportunidad de crear la paz y salvar vidas”, escribió en las redes sociales el hijo del magnate, Donald Trump Jr. Otros republicanos del Congreso, sin embargo, se han limitado a recriminaron a Biden que no haya actuado antes.
La disparidad de reacciones en el universo conservador sugiere que Trump tendrá que hilar fino si quiere que todo su partido apoye su estrategia para imponer una solución negociada al conflicto que no respete la integridad territorial ucraniana. Una solución que, según han telegrafiado sus asesores, podría obligar a Kiev a renunciar a parte de los territorios ocupados por Rusia, un escenario que rechaza tanto la Administración Biden como el consenso todavía imperante en Bruselas. “El presidente Trump obtuvo un claro mandato para acabar con la guerra en Ucrania”, dijo el inversor de Silicon Valley, David Sacks, donante y recaudador de fondos para el republicano. “¿Qué es lo que hace Biden en sus últimos dos meses de mandato? Recrudecer la guerra de forma masiva”, añadió. “Los liberales aman la guerra”, tuiteó el senador Mike Lee, a lo que el magnate y estrecho asesor de Trump, Elon Musk, respondió: “Es verdad”.
Biden dio su brazo a torcer este pasado fin de semana tras muchos meses de portazos a las reiteradas solicitudes ucranianas para poder golpear objetivos militares estratégicos en el interior de Rusia. Ya sea para diezmar las capacidades de su enemigo, como para prevenir los ataques aéreos diarios que siguen causando estragos en las ciudades ucranianas. Este mismo lunes, un misil balístico con bombas de racimo, lanzado sobre una zona residencial, mató a 11 personas e hirió a 84 en la provincia de Sumi, mientras en Odesa hubo al menos diez muertos, según Associated Press.
División entre los republicanos
De acuerdo con fuentes de la Casa Blanca, la autorización concedida por Biden se limitará al empleo de los misiles MGM 140 ATACMS, con un alcance de unos 300 kilómetros. Una decisión que se habría precipitado ante las aparentes intenciones del Kremlin para utilizar soldados norcoreanos en su inminente ofensiva para tratar de expulsar a las tropas ucranianas de Kursk, la región rusa donde han tomado centenares de kilómetros cuadrados. Pero es muy posible también que llegue ahora por las intenciones del demócrata de ampliar la capacidad de maniobra de Ucrania ante el temor que Trump pueda restringirla considerablemente.
Ese paso llega tarde para muchos analistas y algunos republicanos de la vieja escuela. Figuras como el senador Roger Wicker, miembro del Comité de las Fuerzas Armadas, que este lunes acusó a Biden de haber socavado las opciones de Kiev al “ralentizar deliberadamente la ayuda autorizada por el Congreso contra la agresión ilegal de Putin”. Algo parecido a lo que dijo su correligionario Mike Turner, presidente del Comité de Inteligencia en la Cámara de Representantes. “Biden debería haber escuchado los ruegos de Zelinski mucho antes”, dijo el diputado. Pero ese apoyo sin fisuras a Kiev contrasta con el de los sectores republicanos más afines a Trump –hoy mayoritarios del partido—que durante meses bloquearon la aprobación de nuevos paquetes de ayuda militar a Ucrania.
Internalización del conflicto
Un sector que no tiene reparos en repetir algunos de los argumentos enarbolados por la propaganda rusa. “Biden está tratando peligrosamente de poner en marcha la tercera guerra mundial al autorizar el uso de misiles de largo alcance estadounidenses en Rusia”, dijo la diputada Marjorie Taylor Greene. “Los estadounidenses concedieron un mandato el 5 de noviembre exactamente contra esta clase de decisiones y no quieren financiar o luchar en guerras extranjeras”.
No solo es el trumpismo más devoto el que se ha opuesto a la decisión de Biden, que llega semanas después de que Corea del Norte enviara 10.000 soldados a Rusia en una clara internalización del conflicto. El primer ministro eslovaco, Robert Fico, conocido por sus simpatías hacia el Kremlin, afirmó que autorización de la Casa Blanca representa “una escalada sin precedentes”. De forma similar, el canciller de Hungría, otro gobierno cercano al régimen en Moscú, definió la maniobra como “un intento de las fuerzas probélicas de expandir la guerra a una escala global”.
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