Sibilancias, falta de aire, opresión en el pecho: los síntomas de un ataque de asma pueden asustar, sobre todo a los niños.
Pero un nuevo estudio sugiere que las mujeres embarazadas pueden influir en el desarrollo del asma en sus hijos.
Investigadores finlandeses han descubierto que los hijos de las mujeres que hacen ejercicio al menos tres veces por semana durante el embarazo tienen casi la mitad de probabilidades de ser diagnosticados con asma que los hijos de mujeres inactivas.
“Demostramos por primera vez que, en realidad, también podría proteger del desarrollo del asma”, afirma Pirkka Kirjavainen, autora principal del estudio e investigadora de la Universidad de Finlandia Oriental.
Esta afección pulmonar crónica, que provoca inflamación y constricción de las vías respiratorias, puede diagnosticarse a cualquier edad. Según el Journal of the American College of Emergency Room Physicians, cada año más de 700 000 niños asmáticos acuden a urgencias en Estados Unidos.
Los hijos de madres y padres asmáticos tienen tres y 2,5 veces más probabilidades, respectivamente, de padecer esta enfermedad.
“La predisposición genética es muy fuerte. Pero aunque se tenga la predisposición genética, la aparición del asma depende de los factores ambientales”, afirma Kirjavainen.
Factores como los tratamientos prenatales con antibióticos, los contaminantes de interiores, el tabaquismo y el sobrepeso pueden influir en el desarrollo de la enfermedad en adultos.
Los factores socioeconómicos también pueden desempeñar un papel importante. Investigadores apoyados por el Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Medioambiental de Estados Unidos han descubierto que los adultos que vivían en barrios con la mayor contaminación atmosférica tenían las tasas más altas de asma.
Afortunadamente, investigaciones recientes han sugerido que las mujeres embarazadas pueden tener cierto grado de control sobre la posibilidad de que sus hijos desarrollen asma.
Mientras que antes se aconsejaba a las mujeres que evitaran el ejercicio durante el embarazo para evitar el riesgo de parto prematuro o bajo peso al nacer, ahora se considera que la actividad física es beneficiosa para el bienestar tanto de la mujer como del feto.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de EE. UU., la actividad física moderada puede ayudar a prevenir el aumento excesivo de peso y la diabetes gestacional, al tiempo que favorece la salud cardíaca y pulmonar durante el embarazo. Este organismo recomienda a las embarazadas sanas que hagan al menos 150 minutos de ejercicio de intensidad moderada a la semana, como caminar a paso ligero, montar en bicicleta o practicar yoga.
El ejercicio materno también se asocia a mejores resultados para el feto. Los estudios han demostrado que una actividad física regular con un mayor flujo sanguíneo durante el embarazo puede mejorar el desarrollo pulmonar, cardiaco y cognitivo del feto.
Por el contrario, la inactividad durante el embarazo podría empeorar la salud de los niños. Un estudio realizado en 2022 por científicos noruegos y suecos descubrió que los bebés de tres meses de las mujeres que declararon haber estado inactivas durante la primera mitad del embarazo tenían más probabilidades de tener una función pulmonar baja que las que afirmaron haber sido “muy activas” durante el embarazo.
El estudio reciente amplió estos resultados analizando 963 parejas madre-hijo. Las participantes rellenaron cuestionarios en el primer y tercer trimestre, que se utilizaron para evaluar sus niveles de actividad y los resultados de salud de sus hijos. Descubrieron que las embarazadas que hacían ejercicio al menos tres veces por semana tenían un 50% menos de probabilidades de desarrollar asma que los hijos de madres menos activas.
Stephen Kimura, alergólogo e inmunólogo colegiado residente en Pensacola (Florida, EE. UU.), afirma que estos resultados son muy interesantes, ya que sugieren una forma accesible con la que las mujeres embarazadas pueden prevenir la aparición del asma en sus hijos.
“Hoy en día se presta mucha atención al tratamiento. Una vez que el niño tiene asma, hay muchos medicamentos e inyecciones biológicas nuevas que podemos administrar para ayudar a tratar la enfermedad. Así que si podemos identificar a los individuos de alto riesgo y alterar los cuidados maternos y disminuir el asma, sería estupendo”, afirma Kimura.
Por ejemplo, Kimura dice que ha atendido a mujeres embarazadas acompañadas de sus hijos (a los que se les ha diagnosticado asma) que quieren saber qué pueden hacer para prevenir el asma en el próximo hijo. Le parece estupendo que ahora pueda recomendar algo relativamente fácil, como hacer ejercicio moderado al menos tres veces por semana.
¿Y qué hay de las mujeres que no pueden hacer 30 minutos de ejercicio cinco días a la semana durante el embarazo? Emma-Reetta Musakka, investigadora y coautora del estudio, de la Universidad de Finlandia Oriental, afirma que las embarazadas pueden hacer muchos ejercicios, incluso sentadas.
“Nuestra investigación demuestra que es mejor hacer algo que no hacer nada”, añade.