Harris en un debate en 2020 cuando aspiraba a la vicepresidencia.

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Pie de foto, Harris en un debate en 2020 cuando aspiraba a la vicepresidencia.
  • Autor, Kayla Epstein
  • Título del autor, BBC News

Durante un debate crucial de las elecciones presidenciales estadounidenses de 2020, uno de los candidatos pareció dominar el escenario. Interrumpió a sus rivales en momentos estratégicos, a veces hablando por encima de ellos.

Se enfrentó directamente a un oponente, Joe Biden, generando titulares durante días y haciendo que algunos se preguntaran si había violado algún tipo de decoro político tácito.

Ese candidato, sin embargo, no era Donald Trump. Era Kamala Harris.

Este martes Harris se subió de nuevo al escenario de un debate. Pero esta vez, habiendo dado un paso más allá al convertirse en la candidata demócrata a la presidencia, se enfrentó a Trump en un duelo que supuso el reto más difícil de su campaña hasta el momento.

Los debates han desempeñado un papel fundamental en la carrera política de Harris, desde su candidatura a fiscal general de California hasta su ascenso a la vicepresidencia. Al volver a ver cuatro de sus debates clave, queda claro que Harris sabe cuándo acaparar el centro de atención, pero también cuándo mantenerse al margen mientras un rival se autoinflige un golpe.

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Harris utilizó esta táctica contra Trump, quien es notoriamente combativo. No había margen para el error, y la vicepresidenta no defraudó.

“Tiene que mantenerse firme”, afirmó antes del debate Aimee Allison, fundadora de She The People, una organización que apoya a las mujeres minorías en política. “Y tiene que comunicar en el escenario del debate por qué está luchando”.

Harris y su olfato para las oportunidades

En sus primeras apariciones en debates, Harris tuvo éxito dejando que sus oponentes se desmontaran a sí mismos.

En un debate de 2010 para el puesto de fiscal general de California, los moderadores le preguntaron a Harris y a su oponente republicano, Steve Cooley, sobre una práctica controvertida conocida como double-dipping, que permite a un funcionario público cobrar tanto su sueldo como una pensión.

“¿Piensa usted cobrar tanto su pensión como su sueldo como fiscal general?”, preguntó un moderador a los candidatos.

“Sí”, respondió Cooley. “Me lo he ganado”.

Durante un rato, Harris no dijo nada mientras su rival defendía su postura.

“Adelante, Steve”, replicó ella. “¡Te lo has ganado!”

La campaña de Harris incluyó el momento en un anuncio en el que tachaba a Cooley de anticuado. Harris ganó las elecciones por un estrecho margen.

Y durante un debate en 2016 para un escaño en el Senado de Estados Unidos por California, la oponente de Harris inexplicablemente terminó su intervención final con un dab, un movimiento de brazos que era popular en ese momento entre los jóvenes.

Harris, que parecía desconcertada, esperó unos instantes antes de replicar: “Así que hay una clara diferencia entre las candidatas en esta carrera”.

Los votantes volvieron a apoyar a Harris.

Ambos ejemplos demuestran el olfato de Harris para las oportunidades en el escenario del debate, así como su sentido para saber cuándo es mejor dar un paso atrás.

“Creo que es alguien que utiliza el silencio increíblemente bien”, aseguró Maya Rupert, una estratega demócrata que trabajó en las campañas presidenciales de Julián Castro y Elizabeth Warren en 2020.

Kamala Harris durante el debate con el entonces vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, en 2020.

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Pie de foto, El debate vicepresidencial de 2020 se recuerda sobre todo por una frase que dirigió a Mike Pence cuando empezó a interrumpirla: “Señor vicepresidente, estoy hablando”.

Cuáles son sus puntos débiles

Al entrar en la escena nacional, Harris demostró ser experta en reclamar la palabra. Una de sus tácticas probadas consiste en declarar de manera abierta su intención de hablar, obligando a sus oponentes –y al público– a escuchar.

El debate vicepresidencial de 2020 se recuerda sobre todo por una frase que le dirigió a Mike Pence cuando este empezó a interrumpirla: “Señor vicepresidente, estoy hablando”.

Y hace tan sólo unas semanas –lo que ilustra que la réplica fue más que algo puntual– Harris utilizó la misma frase con los manifestantes de Gaza que interrumpieron su mitin en Detroit. “Estoy hablando ahora”, les dijo. “Si quieren que gane Donald Trump, díganlo. Si no, hablo yo”.

“Está aplicando algo que muchas mujeres negras han usado con eficacia, que es insistir en su tiempo, e insistir en ser escuchadas”, dijo Allison. “Es muy eficaz a la hora de asegurarse de que se le escucha y se le respeta“.

Pero quizá su momento de debate más memorable se produjo en 2019, cuando Harris –entonces senadora estadounidense– dejó de hablar durante el debate de las primarias demócratas en Miami para cuestionar a Biden por su postura en el pasado sobre una política conocida como bussing.

Harris criticó a Biden por trabajar con legisladores que se oponían a la política de la era de los derechos civiles de transportar a los estudiantes a escuelas en diferentes vecindarios en un esfuerzo por abordar la segregación racial.

“Había una niña en California que formaba parte de la segunda clase que se integró a sus escuelas públicas, y la llevaban en autobús todos los días”, afirmó Harris.

Hizo una pausa antes de decirle a Biden: “Y esa niña era yo”.

Nina Smith, quien en aquel entonces era la secretaria de prensa itinerante del candidato presidencial Pete Buttigieg, explicó que ese momento hizo que las campañas rivales se sentasen y prestasen atención.

“Lo que nos demostró como equipo es que si ve una oportunidad, va a ir por ella”, recordó Smith a la BBC. “Creo que eso la convirtió en una experta debatiendo. Teníamos muy en cuenta cualquier golpe inesperado que pudiera dar la senadora Harris”.

“Demostró esa capacidad de fiscal… para poner de relieve los puntos débiles de sus oponentes”, agregó.

Al final, Harris había hablado más que ningún otro candidato, salvo Biden. Su campaña anunció que había recaudado US$2 millones en las 24 horas posteriores al debate.

Sin embargo, a pesar del gran avance y la consiguiente subida en las encuestas, Harris tuvo problemas para articular su propia postura sobre el transporte en autobús. Esto sólo sirvió para subrayar los problemas de su mensaje y plantear dudas sobre su capacidad para articular una posición política coherente.

El episodio fue uno de los muchos tropiezos de Harris que acabaron por hundir su primera candidatura presidencial. Su incapacidad para articular una agenda política coherente fue una de las razones más citadas, y es una cuestión que tiene que aclarar en este nuevo debate, cuando casi con toda seguridad se la presionará sobre cuestiones políticas concretas.

Foto de perfil de Kamala Harris

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Lo que está en juego

Durante años, los republicanos han difundido fragmentos de las intervenciones públicas de Harris para ridiculizar su estilo y tacharla de inepta. Ha utilizado frases rimbombantes cuando habla de improvisto y, aunque algunos de sus giros han sido bien acogidos por sus partidarios, sus oponentes la han criticado a menudo por su falta de claridad.

En una entrevista reciente en la cadena CNN, la primera desde que se convirtió en candidata, dio una respuesta sobre el cambio climático que ilustra este asunto. “Es un asunto urgente al que debemos aplicar parámetros que incluyan el cumplimiento de plazos”, dijo Harris.

En un debate, el tiempo de uso de la palabra es limitado y la claridad del mensaje es crucial.

El debate en la cadena ABC fue una gran oportunidad para reorientar la opinión pública. Los debates anteriores demostraron que Harris suele llevar a estos eventos un conjunto de herramientas afiladas y que es capaz de asestar golpes.

Pero la presión de esos encuentros pasados era menor en comparación con lo que estaba en juego cuando en su primer cara a cara con Trump.

Incluso para los políticos más experimentados, Trump representa un reto formidable, según coinciden los estrategas. En un debate de 2016 contra su oponente demócrata, Hillary Clinton, se hizo famoso por acosarla por el escenario, atrayendo toda la atención hacia él.

Donald Trump y Hillary Clinton durante el tercer debate presidencial en 2016.

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Pie de foto, Donald Trump representa un reto formidable, incluso para los políticos más experimentados.

El primer debate de Trump en 2020 contra Biden se convirtió en un tumulto ininteligible en el que el republicano no paraba de interrumpir. En un momento dado, Biden se irritó tanto que le espetó: “¿Quieres callarte, hombre?”.

Donald Trump es un caso único y especial en el que nunca se sabe lo que va a pasar“, aseguró Smith, quien ha preparado a candidatos demócratas para estos eventos. “Durante la preparación, no le permitiría que se pusiera cómoda, para que desarrollara algún tipo de instinto, o insensibilidad, ante cualquier cosa que pudiera surgir”.

Harris, como exfiscal, es experta en los intercambios en el escenario del debate. Es algo que también ha demostrado durante las acaloradas audiencias del Senado, cuando ha interrogado a funcionarios de Trump y a candidatos al Tribunal Supremo.

Y lo volvió a dejar claro este martes, en un apasionado debate en el que consiguió poner a Trump contra las cuerdas.

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