El ejercicio físico nos aporta incontables beneficios y muy pocos perjuicios. De hecho, estos últimos solo suelen aparecer cuando no se realiza ejercicio físico correctamente, sobre todo si intentamos forzar más de la cuenta. En esos casos, lo más habitual es que se produzcan lesiones, aunque también puede haber complicaciones como la rabdomiólisis, en la que el hígado y los riñones no dan abasto para limpiar la sangre llena de partículas procedentes de la rotura de los músculos. También pueden darse problemas cardíacos si se somete al cuerpo a un ejercicio extremo sin preparación previa. Todo esto es bien sabido. Pero hay una consecuencia del ejercicio físico intenso que es mucho menos conocida y que puede poner en riesgo a atletas profesionales y trabajadores como los militares o los bomberos.
Se trata del debilitamiento del sistema inmunitario. Es una consecuencia del ejercicio físico intenso muy controvertida. Existen numerosos casos de atletas de élite que reportan sufrir más infecciones respiratorias después de un entrenamiento muy vigoroso o de una competición en la que han llegado al límite de sus fuerzas. También se han reportado casos similares en ciertos profesionales, como los bomberos. ¿Pero a qué se debe?
Para responder a esta pregunta, el año pasado un equipo de científicos del Laboratorio Nacional del Noroeste del Pacífico (PNNL) realizó una investigación en la que participaron 11 bomberos. Es una muestra muy reducida y los propios autores lo reconocieron. Sin embargo, los resultados fueron suficientemente contundentes para apoyar la hipótesis de que el ejercicio físico intenso puede alterar el sistema inmunitario. De hecho, esto está cada vez más claro. En cambio, aún no es seguro que sea perjudicial. Veamos lo que se puede extraer de este estudio.
En busca de una consecuencia del ejercicio físico intenso poco conocida
Los 11 bomberos que participaron en este estudio cedieron muestras de sangre, saliva y orina tanto antes como 45 minutos después de practicar ejercicio intenso caminando por territorio montañoso cargando 20 kilos a la espalda.
En total se midieron más de 4.700 moléculas de estos fluidos y se analizó cómo fluctuaban sus niveles antes y después del ejercicio físico intenso. Así, encontraron tres datos especialmente interesantes. En primer lugar, observaron una disminución de moléculas asociadas a la inflamación. Es cierto que una inflamación intensa puede ser perjudicial. Sin embargo, no deja de ser parte de una respuesta saludable y necesaria del sistema inmunitario, Su reducción puede indicar que las defensas del organismo no estaban actuando adecuadamente.
Por otro lado, se vio un aumento de los niveles de opiorfina después del ejercicio físico. Esta es una sustancia que se descubrió en 2006 en muestras de saliva. Se sabe que tiene un efecto analgésico, de ahí su nombre. Pero, además, promueve la dilatación de los vasos sanguíneos periféricos. Finalmente, la microbiota de la boca de los bomberos también cambió muchísimo después del ejercicio físico intenso.
¿Qué implica todo esto?
Lo primero que goza de sentido es la aparición de opiorfina. No solo porque puede ayudar a disminuir el dolor resultante de un esfuerzo extenuante. También porque la dilatación de los vasos sanguíneos permite un mayor flujo de sangre hacia los músculos, aportándoles una cantidad mucho mayor de oxígeno y nutrientes.
Esto, a su vez, podría explicar la disminución de los marcadores inflamatorios.
“Postulamos que la disminución de las moléculas inflamatorias que observamos en la saliva después del ejercicio podría representar un mecanismo adaptativo para mejorar el intercambio de gases en respuesta a una mayor demanda de oxígeno celular”, explica uno de los autores, Ernesto Nakayasu, en Science Alert.
Finalmente, las bacterias que aumentan sus niveles en la boca después del ejercicio intenso podrían estar liberando moléculas antibióticas capaces de combatir otras bacterias. Esto ayudaría a compensar la incompetencia del sistema inmunitario después del esfuerzo.
O eso es lo que parece. Lamentablemente, al poner estas bacterias y las moléculas que liberan junto a un cultivo de Escherichia coli, esta no se vio apenas afectada. No parece que sea una compensación tan grande.
Puede que el ejercicio físico intenso no debilite, sino que vigile
Otra hipótesis de estos científicos fue que el ejercicio físico intenso provoca un aumento del estado de vigilancia inmunitaria, pero no un deterioro de las defensas del organismo como tal.
Habría que repetir su estudio con más participantes y seguir investigando en esta línea para tener respuestas más contundentes. Lo que está claro es que el ejercicio físico demasiado intenso puede influir de algún modo en cómo nos defendemos de las infecciones. Lógicamente, alguien que está acostumbrado a tanto ejercicio no lo sufrirá al mismo nivel que las personas más novatas. Por eso, tanto por este motivo como por los que ya hemos mencionado, no hagas más ejercicio del que debes. Es muy beneficioso, pero también hay que saber cuándo parar.