El cristianismo en Siria tiene una historia milenaria que se remonta al siglo I d.C., cuando la región se convirtió en uno de los primeros focos de propagación de la fe cristiana. Figuras clave como San Pablo y San Pedro predicaron en Siria, consolidando una comunidad cristiana que, durante siglos, desempeñó un papel crucial en la historia religiosa y cultural de la región. Sin embargo, en la actualidad, los cristianos sirios enfrentan amenazas existenciales debido a la guerra civil, el ascenso de grupos extremistas y los cambios en la gobernanza del país.

Siria fue un centro fundamental del cristianismo primitivo. Antioquía, una de sus principales ciudades en la antigüedad, no solo fue un punto clave para la expansión de la nueva fe, sino que también es el lugar donde, según los relatos bíblicos, los seguidores de Jesús fueron llamados «cristianos» por primera vez. A lo largo de los siglos, las comunidades cristianas en Siria desarrollaron una identidad única, con tradiciones litúrgicas y teológicas propias, dando origen a importantes iglesias como la Iglesia Ortodoxa Siria y la Iglesia Asiria de Oriente.
En el siglo IV, la influencia cristiana en Siria se reflejó en su participación en el Primer Concilio de Nicea en 325 d.C., donde se establecieron doctrinas fundamentales del cristianismo. Durante los siglos siguientes, Siria continuó siendo un bastión cristiano, incluso bajo el dominio musulmán, manteniendo un grado significativo de autonomía religiosa.
El equilibrio demográfico en Siria comenzó a cambiar drásticamente en el siglo XX, y la situación se agravó con el inicio de la guerra civil en 2011. Antes del conflicto, los cristianos representaban aproximadamente el 10% de la población siria. Sin embargo, la combinación de violencia sectaria, persecuciones y desplazamientos masivos ha reducido este porcentaje a menos del 2% en 2022. Muchas comunidades cristianas han emigrado, dejando atrás ciudades históricas como Alepo y Maalula en estado de ruina.

El conflicto ha colocado a los cristianos en una posición vulnerable. Mientras el régimen de Bashar al-Ásad se presentaba como un protector de las minorías religiosas, su prolongada lucha contra grupos rebeldes y extremistas ha devastado el país, dejando a muchas comunidades cristianas en medio del fuego cruzado.
En diciembre de 2024, la caída del régimen de Bashar al-Ásad marcó un cambio radical en la dinámica del poder en Siria. En el vacío de poder emergente, el grupo islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS) consolidó su control sobre vastas regiones del país, imponiendo una estricta interpretación de la ley islámica que ha generado temor entre las minorías religiosas, incluidos los cristianos.
HTS ha sido acusado de implementar políticas represivas que marginan a las comunidades cristianas, obligándolas a cumplir normas religiosas estrictas o enfrentar la persecución. En varias ciudades, los cristianos han perdido derechos sobre sus propiedades y lugares de culto, mientras que las mujeres cristianas han visto reducidas sus libertades en términos de vestimenta, movilidad y educación.
A pesar de la adversidad, algunas comunidades cristianas han tomado medidas para su autodefensa. Grupos armados como las Fuerzas de Protección Femeninas de Beth Nahrain (HSNB) y el Consejo Militar Siríaco (MFS) han surgido como fuerzas de resistencia, defendiendo aldeas cristianas de ataques extremistas. En algunas regiones, las mujeres cristianas han jugado un papel activo en la seguridad de sus comunidades, organizándose en unidades como Las Leonas de la Defensa Nacional, especializadas en vigilancia y patrullaje.
En este contexto de inestabilidad, Ahmed al-Sharaa ha emergido como un líder clave en la transición política de Siria. Aunque ha prometido un gobierno inclusivo que respete los derechos de las minorías, enfrenta una fuerte presión por parte de grupos como HTS, lo que pone en duda su capacidad para garantizar un futuro seguro para los cristianos en Siria.
El apoyo de la comunidad internacional será crucial para la supervivencia de los cristianos en Siria. Sin medidas concretas que protejan sus derechos y su existencia dentro del país, la diáspora cristiana siria seguirá creciendo, lo que podría llevar a la desaparición de esta histórica comunidad de sus tierras ancestrales.
El cristianismo en Siria enfrenta uno de sus mayores desafíos en la historia moderna. Lo que una vez fue un centro próspero de la fe cristiana ahora está en peligro de desaparecer debido a la guerra, la persecución y la emigración masiva. Sin un gobierno inclusivo que respete la diversidad religiosa y sin un apoyo internacional firme, el futuro del cristianismo en Siria seguirá siendo incierto. La pregunta clave es si la comunidad internacional permitirá que esta minoría histórica desaparezca de una tierra que ha sido su hogar por más de dos mil años.
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