El Celta es Gladiator

El Celta remontó lo que parecía imposible y arrancó un empate ante el Barcelona, que tras adelantarse por 0-2 acabó empatando un partido (2-2) que fue una montaña rusa. Pero el resultado hace justicia a lo que se vio sobre el campo. El equipo de Flick parecía tener el duelo controlado y en su mano tras adelantarse con un 0-2 que premiaba demasiado lo que pasaba sobre el terreno de juego. Pero el Celta nunca dejó de creer.

Aferrados a una afición entregada desde que sonó el Karnyx de Abraham Cupeiro en la previa, el instrumento celta que suena en Gladiator cuando los gladiadores salen a la arena, los de Giráldez remontaron el duelo en los últimos diez minutos en cuanto el Barça se quedó en inferioridad por expulsión de Casadó. Ahí, el equipo gallego tocó la trompeta (o lo que sea) y se lanzó con su último aliento por a por un líder que parecía que lo tenía todo hecho. Un guión épico de película de romanos. Un guión justo. Un partidazo.

La gran noticia en la alineación titular del Barcelona fue que Gavi volvía a salir de inicio 368 días después de su lesión. Hasta ahora, había jugado ratitos y su regreso compensaba en parte la ausencia de Lamine Yamal, ya esperada, y la inesperada de Balde, que el viernes tuvo molestias lumbares y cedió su puesto a Gerard Martín. El Celta también tuvo una baja de última hora y Swedeberg, con gripe.

Con la entrada de Gavi, el Barcelona salía con un centro del campo que juntaba por primera vez a Casadó, Pedri, Gavi y Olmo y en el Celta, Giráldez cambiaba el sistema para colocar un 4-2-3-1 que de entrada le funcionó porque explotó el agujero que deja Gerard Martín en la izquierda del Barça. A los cuatro minutos el lateral ya había visto una amarilla y en la jugada siguiente Aspas falló lo que no acostumbra tras un centro de Mingueza.

El Barcelona, sin embargo, sobrevivió al descalabro que le provocaba el lateral izquierdo, que además de la amarilla tuvo que ser expulsado al límite de la primera parte por otra entrada incomprensible a Aspas, que acabó siendo amonestado justamente por su histrionismo populista.

El Barça jamás estuvo cómodo en el partido. El Celta aplicó contra el equipo de Flick la receta que usó la Real Sociedad: presión alta, e incorporación de los jugadores de la segunda línea, en este caso Ilaix Moriba, al que Iñaki Peña sacó un balón que apuntaba a gol del mes.

Pero el equipo de Giráldez, perfectamente plantado sobre la pizarra, fue víctima de errores individuales que le pusieron de entrada el partido cuesta arriba. Primero el fallo de Aspas y luego el de Mingueza, que se comió con cachelos un balón lanzado al espacio por Koundé aparentemente fácil de cortar (hay que consignar que el partido se jugó con viento y eso pudo dificultar la acción) que acabó en pies de Raphinha que no perdonó ante Guaita después de volver a recortar a un Mingueza que llegaba a una corrección desesperada.

La primera parte acabó caliente porque Soto Grado le perdonó la segunda amarilla a Gerard Martín, al que también le reclamaron un posible penalti minutos antes. Balaídos hervía, Aspas echaba leña al fuego y quedaba una segunda parte en la que Flick tenía que tomar medidas.

La primera decisión fue retirar a Gerard Martín para dar entrada a Hèctor Fort. El Barça mejoró, pero seguía sin dominar el partido. Mingueza volvió a perder un balón clave en el centro del campo ante la presión de Raphinha, que asistió a Lewandowski, al que fue a cubrir Starfelt, que falló en el peor momento dejando la pelota franca para que el polaco batiera a Guaita.

El partido parecía decidido, pero los gladiadores del Celta no se rindieron. Al toque del Karnyx, se lanzaron a por Peña. Casadó fue expulsado en el 82′, dos minutos después Koundé se equivocó y regalo el gol a Alfonso y con el Barça en la arena, Hugo empató el partido en la arena de Balaídos.

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