Andrea Acero, de 19 años y 1,56 de estatura, estudia Negocios Internacionales y siempre corre de negro, específicamente los jueves, cuando con otros 150 corredores recorre el parque El Virrey, en Bogotá. Acompañados con dos morrales con bafles que reproducen música electrónica y un dembow que los coordina y los estimula, en cada parada, en lugar de descansar y tomar aire, los corredores bailan.
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“¡Runners!”, gritan todos en una sola voz, reunidos en un parqueadero en el sector de El Virrey. Son las 7:10 de la noche. Empieza a sonar la música, esta vez una salsa, que guía los estiramientos. Todos brincan, trotan y bailan –para calentar– antes de salir a correr los mismos cinco kilómetros cada semana.
Algunos van solos, otros en grupo. Siguen las instrucciones de los seis capitanes de Midnight Runners, quienes ponen el paso, acompañan a los que les falta el aire o les da un espasmo muscular, hacen las pausas y dirigen al grupo.
Midnight Runners es una comunidad global creada en Londres. En su página web se describen como sesiones de entrenamiento accesibles y sociales en centros urbanos de todo el mundo. Su objetivo es crear un balance entre disfrutar del entrenamiento, conocer gente y pasar tiempo con amigos. “¿Eres un corredor experimentado o estás empezando? Para nosotros no importa”, dicen.
Ese último punto es el que les otorga una identidad comunitaria, es un grupo que corre, pero no se necesita ser corredor experimentado para ingresar. Tienen presencia en 18 ciudades donde congregan a más de 10.000 personas. En Bogotá, lo dirigen 14 capitanes y corren los martes y jueves desde diferentes puntos de la capital. Pero no solo corren, Mario López, uno de los capitanes, dice que también bailan y socializan.
Otra de las características de este club es la música: electrónica, salsa, reguetón… Y, si la carrera es temática, cambia el género. En diciembre, por ejemplo, los Midnight Runners correrán al ritmo de “Navidad que vuelve / Tradición del año / Unos van alegres / Y otros van… ¿Trotando?”
Ver a todas esas personas brincando, cantando y bailando después de correr es extraño, según dicen los clientes de la zona, que salen a grabarlos y corear con ellos “yo quiero bailar, tú quieres sudar” que suena igual de duro en los bares que en los morrales.
El baile se frena para gritar de nuevo, en coro:
— Midnight
—¡Runners!
Ya, a las 10 de la noche, nadie corre. Unos se despiden, otros siguen bailan y conversan. No todos los clubes para correr de noche terminan en fiesta. Pero todos aprovechan la noche porque el sol no los sofoca, ya no tienen que trabajar y el tráfico ha disminuido.
Es jueves, en Bogotá hay 12 grados centígrados, y los corredores regresan al parqueadero de 390 metros cuadrados que parece chico al recibir a una multitud sudorosa y alegre. Estiran por un rato y de nuevo los parlantes empiezan a sonar.
Aunque un café con parqueadero no es un sitio extraño para la vida nocturna en Bogotá, encontrarse en ese tipo de lugares para emprender la ruta para salir a correr no es habitual, pero está de moda.
El año pasado en la capital, 8.000 personas corrieron la Enel X Night Race 10K, una maratón nocturna organizada por Correcaminos de Colombia, asociación que promueve eventos de atletismo. Leonardo Moreno, uno de sus entrenadores, cuenta que “hace 10 años los asistentes eran 3.000, menos de la mitad de los de este año”. Moreno dice que el running está en auge y que entre un “55 a un 60 por ciento de los atletas entrenan en la noche”.
A Daniel Bustos, químico, correr le llegó después del ciclismo hace cuatro meses, cuando se le dañó la bicicleta y no quería quedarse quieto, entonces entró al running nocturno. Lo hizo para compartir con los ocho amigos que corren con él en TNC Run, otro club que se presume como el primer ‘Hub’ de runners en Colombia, según uno de sus creadores, Juan Aristizábal.
Él y sus socios se dieron cuenta de la cantidad de personas que corren en Bogotá por el sector y decidieron crear un sitio para ellos y una comunidad de corredores propia. Sus usuarios y comunidad han crecido más del 100 por ciento por mes. “En junio, vinieron 400 personas. En julio, 1.200 y en agosto casi 3.000 personas”, dice Aristizábal.
Él y su equipo no son solo corredores nocturnos, parecen también corredores de bolsa. Que TNC exista es resultado de una pasión, pero también de un estudio de mercado. TNC se popularizó en agosto tras realizar una Single Edition, carrera en la que las personas anunciaban su soltería vistiendo de negro. La comunidad se creció significativamente tras esa edición de solteros: Pasaron de tener entre 80 y 90 participantes a casi 200 ese día, y más de 120 en las carreras siguientes, que ya no son ediciones especiales.
Más allá de la salud física
Correr es uno de los deportes más practicados en el mundo. No se necesitan grandes indumentarias ni espacios especiales, bastan un par de tenis y una calle. La ciencia ha demostrado que correr trae beneficios para la salud cardiovascular, la capacidad pulmonar, fortalece el sistema muscular y ayuda al bienestar emocional y mental.
Según el diccionario Cambridge, el running es la “actividad de correr”, y correr, para la RAE, en su primera acepción, es “andar rápidamente y con tanto impulso que, entre un paso y el siguiente, los pies o las patas quedan por un momento en el aire”.
Andrea Acero lo define diferente. Para ella, que antes odiaba correr, esto no es un entrenamiento sino una actividad para disfrutar la noche. “La gente piensa que es solo correr”, dice, añadiendo que esta práctica “es un salvavidas para muchas personas”.
Para correr, se usan aproximadamente 200 músculos. En el proceso, el cerebro libera químicos como la serotonina, la hormona del placer y la felicidad, y la oxitocina, que provoca calma y también se libera en el enamoramiento.
Así pues, además de los beneficios físicos, correr es también una oportunidad para conocer a otros. En Bogotá, algunos clubes de running terminan en fiesta, otros en conversación, pero todos sirven para compartir con otras personas.
Correr tras el amor
En videos compartidos en internet, creadores de contenido han difundido estos beneficios: el running es bueno para el corazón, para la mente, para la socialización y también, un pretexto y una plataforma para perseguir el amor. El influencer Jacob Wong lo ha bautizado como “el nuevo Tinder”.
Los tiempos para el amor siempre se han asociado a la noche, pero no es por eso que correr y ligar está de moda, sino más bien por las prácticas performativas del amor, dice Juan David López, psicoanalista, creador del podcast ‘Psicoanálisis para (no) todos’ y docente de la clase ‘Paradojas del amor en el siglo XXI’ en la Universidad Pontificia Bolivariana. Añade que, en la actualidad, las prácticas amorosas están mediadas por la libertad de elección y prima la afinidad, el ideal del cuerpo y la superación personal.
Tú te enamoras donde sea, tú te enamoras en tu círculo social.
Sobre ver este deporte como un espacio para buscar el amor, Mario López, de Midnight Runners, se ríe y dice que “pasa mucho, y a nosotros nos parece perfecto”. Katty Salazar y Manuel Vargas, sentados a su lado, también capitanes, asienten. Ellos, de hecho, se conocieron corriendo y empezaron a conversar en las fiestas que se hacen al terminar la carrera. Ahora son pareja.
¿Cómo se conversa mientras se trota? Se mira el camino o a la persona. Qué se pregunta: “¿qué ritmo llevas?”. El profesor López dice que esta dinámica es particular, pues al imaginarse a dos personas en proceso de conocerse, esto normalmente se hace de frente (o a través de apps), “no en una interacción lateralizada”, es decir, uno al lado del otro, hombro a hombro.
Sobre cómo son las interacciones, Salazar cuenta que venir a estos clubes lleva a las personas a darse cuenta de que hay otros que comparten sus gustos. “Además, intentar alcanzar rápido a la persona que te gusta siempre es una buena motivación”. Los capitanes dicen que así conoces más de la persona porque ni siquiera tienes que estar hablando. Y si la interacción no funciona, siempre está la opción de cambiarse de club o de correr lejos de esa persona.
Rubén Monsalve, psicólogo clínico y deportivo, especialista en la psicología del ejercicio y del deporte y profesor en el Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid, explica que como seres psicológicos siempre que encontramos lugares y situaciones comunes, en este caso correr, algo puede pasar. “Tú te enamoras donde sea, tú te enamoras en tu círculo social”, confirman los tres ‘capis’, sin saber que Monsalve lo explica igual.
Conseguir pareja corriendo puede parecer un meme que la realidad termine exagerando o consolidando. Andrea Acero dice que ha visto los videos que promueven esta idea y ha dejado atrás a los novatos que van a probar la experiencia, pero se quedan sin aire en el proceso. “Es algo que genera mucha expectativa, pero creo que va a ser un ‘boom’ y luego va a caer. Los que se enamoren de verdad del deporte, son los que se van a quedar acá”, sentencia.
Cualquiera que se encuentre en el parque El Virrey un miércoles después de las siete de la noche, al levantar la mirada verá una muchedumbre de cuerpos que corren en la misma dirección, parece una procesión a la carrera. La festividad de San Francisco de Asics (chiste de corredores que hace referencia a la marca deportiva).
Correr acompañado
López y Monsalve explican que el running puede ser un espacio para conectar con personas que comparten intereses. No siempre con el objetivo del enamoramiento, también para socializar y encontrar interacción desde la individualidad. Como dice el psicólogo deportivo, “se trata de dar sentido al movimiento”.
Los martes, miércoles, jueves y domingos, diferentes clubes salen del mismo parqueadero. Esta noche de miércoles, sale de ahí el club TNC Run, hombres y mujeres, la mayoría no se conocen, juegan en parejas y tríos bajo las indicaciones de Emilio Santacruz, el guía, quien explica que están en el calentamiento previo para salir a correr, pero de paso interactúan, se saludan, se conocen. Correr es la excusa, lo que quieren es compañía.
Cuando las personas corren en los clubes, no es un asunto meramente deportivo, ni siquiera existe competencia, no importa quién llega primero o último. En TNC, por ejemplo, algunos corredores toman la iniciativa de señalar el camino, aunque es siempre el mismo: se sale de la calle 94 hasta el parque El Virrey, al que le dan una vuelta en medio de los curiosos, para luego volver al parqueadero.
Emilio Santacruz, triatleta y capitán de TNC Run, dice que ellos están formando una comunidad, una posibilidad de interacción alrededor del running para quienes no lo practican de manera competitiva o quieren interactuar con otras personas que corran.
Los pacientes de Monsalve que practican running coinciden en lo mismo: “una motivación de correr como superación personal, para llenar vacíos, para encontrarse a sí mismos”. Y ahí está el otro asunto, la necesidad de contacto. Este tipo de encuentros en una sociedad llena de soledades e independencia no son fortuitos, son una búsqueda no solo personal, sino de compañía, “por eso la formación de otros grupos como avistadores de aves, caminantes y el uso de los gimnasios como espacios de socialización”, dice el psicólogo.
Correr es una actividad gratis, comunitaria y que en las noches de Bogotá brinda compañía y seguridad (sobre todo si uno va con una multitud). Además, sirve para el corazón (en ambos sentidos).
Andrea Acero, 19 años, corre siempre de negro. Viene todos los jueves. Corre, baila y se divierte junto a otras 150 personas que trotan por salud, pero también para buscar amor o compañía. Correr en clubes es gratis y está de moda en las redes sociales y en las noches de Bogotá.
LEIDY RESTREPO MESA
Escuela de Periodismo Multimedia EL TIEMPO
@lalei_dyr