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‘El analfabetismo emocional nos está enfermando’: la experta Lina Rubiano habla de las ventajas de la medicina china

Autor: EL TIEMPO

Mientras estudiaba medicina, Lina Rubiano se hacía más preguntas de lo habitual. Una de esas inquietudes la siguió persiguiendo y se quedó con ella: si la historia de la medicina occidental es tan nueva, ¿qué hacía la gente antes?, ¿cómo se trataba? Rubiano empezó a indagar y la documentación la llevó a la medicina tradicional china. “Es una sabiduría milenaria con explicaciones que se han repetido en el tiempo. La medicina china es el estudio observacional más largo de la historia con la mayor cantidad de intervención. Son muchos años tratando a las personas de la misma manera”, dice.

Conforme a los criterios de

Ese hallazgo la llevó a ponerse una meta que luego se volvió realidad: hacer una maestría en China. Se graduó de médica en la Universidad de La Sabana y, en efecto, viajó a estudiar Acupuntura, Moxibustión y Tuina en la Universidad de Medicina Tradicional China de Tianjín. Estaba tan convencida de que podría hacerlo que años atrás había empezado a aprender mandarín. 

Hoy Lina Rubiano, nacida en Bogotá, ha ganado un amplio reconocimiento en este campo. Su trabajo ha llegado a miles de personas. Incluso algunos de sus antiguos profesores —dedicados a la medicina occidental— le han remitido pacientes complicados que ella ha logrado sacar adelante. El libro que publicó, Revelaciones para sanar con medicina china, se ha convertido en un best seller: va en la quinta edición en el país, ya circula en España y está por llegar a las librerías mexicanas y de Estados Unidos. En el libro, Rubiano describe con precisión los conceptos en los que se basa esta medicina que tiene más de cinco mil años de historia. Al mismo tiempo que profundiza en su visión y sus técnicas, ofrece consejos cotidianos posibles de aplicar en busca de la prevención y el autocuidado. 

Dice en el libro que a partir del momento en que decidió tomar el camino de la medicina tradicional china tuvo que comenzar a desaprender

Cuando no se tiene su forma de pensar, la medicina china puede ser muy compleja. Porque uno empieza a desestructurar mucho de lo que piensa que es real. Yo llevaba el cerebro atiborrado de información, pero nada me permitía integrarlo. Nuestra estructura de educación es así: la profundización en los temas nos ha hecho perder el panorama total, que es algo que no se pierde en la medicina china. Con ella uno siempre ve a la persona completa. Qué piensa, qué siente, qué tiene. Incluso vemos un poco más allá. 

¿Qué es estar sano para la medicina china?

Es estar bien y funcional para el momento de vida en el que estoy. Los chinos tienen el concepto del camino medio, del justo medio. Hoy en día, la sanación está demasiado romantizada. Seguimos creyendo que estar sano es estar perfecto, pero no es así. Estar sano tiene más que ver con lo que estábamos hablando, esa capacidad de verme a mí mismo completo. Y cuando puedo verme completo, también puedo ver al otro. El concepto chino del camino del medio va en contra de lo que pensamos en Occidente, donde se considera que el cien por ciento es lo mejor. Esa idea es la que me lleva a vivir al 500 por cierto, a gastarme 500 por ciento de la energía, a invertir 500 por ciento del día en lo que estoy haciendo. Pero ¿a qué horas descanso? ¿A qué horas me reparo? ¿A qué horas me recargo en mi corazón? El justo medio no se entiende en Occidente porque para nosotros dar el cincuenta por ciento es ser mediocre. Es necesario que tomemos algo de nuestro día para hacer, por supuesto, pero también algo para ser

No nos miramos a nosotros mismos —que es un elemento esencial en la medicina china, según explica en su libro— no solo por no tener tiempo, sino porque no sabemos hacerlo ni queremos encontrarnos con lo que hay. ¿No es así?

Porque es más fácil no ver. Sentirse a uno mismo es algo a lo que casi no le prestamos atención. Debería haber alguna cátedra en el colegio o en la universidad en la que uno pudiera salir de ese analfabetismo emocional. Ese analfabetismo nos lleva a dificultades en las relaciones interpersonales, que es una de las causas por las que empezamos a enfermarnos. Es como una cadena.

La medicina china mira el cuerpo como un todo, no fraccionado, y plantea la relación que hay entre órganos. Una forma de pensar más beneficiosa que la que divide…

El libro de Lina Rubiano está publicado por Grijalbo. 408 páginas.

El libro de Lina Rubiano está publicado por Grijalbo. 408 páginas.

Foto:Archivo Particular

En Occidente sabemos cómo el corazón y el pulmón están relacionados, cómo el sistema arterial va hasta el riñón, cómo del riñón salen los desechos urinarios y van a la vejiga… En fin. Pero la concepción china de que si un órgano está alterado necesito nutrir a otro, es algo muy impresionante. Por ejemplo, usualmente los pacientes con temas respiratorios están desnutridos. Eso en medicina china tiene sentido porque la mamá del pulmón es el bazo, y el bazo es la nutrición profunda. Así que uno no está tratando necesariamente el pulmón. Porque el pulmón es el que lo expresa, pero su mamá es la que está enferma. 

La jerarquía entre los órganos. Usted lo dice: para tratar al hijo, hay que tratar a la madre…

Por eso es útil saber cuál es el órgano que tienes alterado y poner más atención ahí. Lo bonito de la medicina china es que todo parece un gran manojo de síntomas —todo muy complicado, porque un síntoma es de aquí, otro es de allá—, pero es que esto funciona como una madeja de lana enredada: tú quitas el nudo y ya puedes utilizarla, sin que tengas que saber cuál fue el recorrido, qué fue primero o qué fue después. Uno tiene que encontrar el nudo. Al desatarlo todo fluye.

La medicina china centra su diagnóstico en mirar la piel de la persona, su lengua y su pulso. ¿Ese es el camino para encontrar el nudo?

Con esas tres observaciones uno encuentra una cantidad de cosas. En el pulso, en la lengua, están reflejados todos los órganos. Podemos ver que en un lado está alterado el hígado, en otro lado el riñón o el sistema digestivo. Entonces, ¿por dónde empiezo? Para desatar ese nudo, la medicina china dice que uno tiene que mirar cómo está el color de la piel del paciente, la tez en la parte de abajo de los ojos. Las ojeras son el tesoro de la medicina china, porque su color nos señala un órgano en particular. Miramos si tu ojera está negra, morada, verde, azulosa, grisácea, amarilla. Con eso ya sé cuál es el órgano que está pidiendo a gritos que lo ayuden y por ahí empiezo.

Y puede ser que ese órgano esté pidiendo ayuda incluso antes de que un examen lo muestre. ¿Es una medicina con poder preventivo?

Lina Rubiano cursó una maestría en Acupuntura, Moxibustión y Tuina en la Universidad de Medicina Tradicional China de Tianjín.

Lina Rubiano cursó una maestría en Acupuntura, Moxibustión y Tuina en la Universidad de Medicina Tradicional China de Tianjín. 

Foto:Camilo Villabona

Ese es un poder tremendo. Porque muchas cosas pueden estar sucediendo sin que todavía se manifiesten en los exámenes, y lo que uno quiere es agarrar las situaciones antes de que se desenvuelvan. Creo que la medicina del futuro va a ser un poco eso: saber cuáles son nuestros condicionantes y definir en qué tengo que enfocarme para que esa enfermedad no se desarrolle. Todo el mundo sabe lo que hay que hacer para estar sano. Sin importar el nivel socioeconómico o intelectual, todos pueden responder esa pregunta: hay que comer bien y hacer ejercicio. Pero ¿qué tal que para mí sea importante hacer cierto tipo de ejercicio y llevar cierto tipo de alimentación, mientras que para otra persona, por sus determinantes genéticos, sea otra cosa?

Es decir que no se puede generalizar…

En algo sí estamos llegando a un consenso, que en realidad es un consenso evolutivo. Nuestro metabolismo se desarrolló a punta de tener fuerza y agilidad. Porque sobrevivir en la estepa salvaje sin colmillos que nos defendieran significaba poder huir, saber trepar un árbol. Ve y trata hoy de poner a una persona a que escape por una cerca. No tenemos fuerza en los brazos. Y ya está comprobado que la cantidad de masa muscular está relacionada con la cantidad de densidad neuronal. Entonces no es que se me están olvidando las cosas, sino más bien: estoy perdiendo masa muscular. Voy a hacer un poquito más de ejercicio de peso a ver si mis neuronas empiezan otra vez a trabajar.

Lo explica en el libro: lo que le pasa a la mente le pasa al cuerpo, y lo que le pasa al cuerpo le pasa a la mente. De lo primero se suele hablar. Lo segundo no se tiene muy en cuenta…

Yo quisiera hacerles a todos los pacientes de psiquiatría un perfil de hormonas del estrés y un perfil de nutrientes. Nos daríamos cuenta de que están desnutridos y tienen una alteración hormonal. ¿Qué empezó primero? Posiblemente un paciente con hipertensión no esté ansioso. Pero el paciente ansioso sí empieza a tener síntomas físicos, que es algo que se ha subvalorado mucho. Usted somatiza todo’, dicen. No, no es que somatice todo: es que todo está conectado. 

Habla de dos pilares claves, alimentación y ejercicio, pero hay otro que también es protagonista en su libro: el descanso. ¿Está subestimado?

Si yo fuera ministra de lo laboral, instituiría el descanso. La gente estaría mucho mejor. La única forma de mantener la salud a largo plazo y promover la reparación del organismo es el descanso pleno y el sueño profundo. La digestión cerebral de pensamientos, sentimientos y situaciones del día se hace mientras dormimos, cuando el sistema glinfático (el sistema linfático del sistema nervioso) tiene la capacidad de eliminar sustancias tóxicas del metabolismo de las conexiones neuronales. La vitalidad del riñón se restaura cuando le concedemos espacios conscientes para la pausa, donde ocurre la magia fisiológica para regresar al estado natural del cuerpo y la mente. Estamos diseñados para estar sanos, no enfermos.

¿Y la respiración?

Hoy en día la respiración ha cobrado mucha importancia, pero esto en Oriente lo conocen desde siempre. Están los ejercicios, el Tài jí, el Qì Gong, las artes marciales, el yoga… La vida empieza y termina con un respiro. La respiración está tan bien diseñada que tiene una acción dual: tú puedes ser consciente de ella o no serlo e igual va a ocurrir. Es el único signo vital con acción voluntaria e involuntaria. En el momento en que la vuelves consciente, la respiración entra en contacto con tu sistema nervioso. Por eso es muy cierto cuando uno dice: ‘estás alterado, cuenta hasta diez y cálmate’. Se suele creer que la respiración solo tiene dos tiempos. Pero ¿qué pasa entre uno y otro? Entre los dos debe haber una pausa, y es en esa pausa cuando se presenta otra magia: el intercambio de oxígeno.

¿Las técnicas y métodos de la medicina china no han cambiado en sus miles de años de existencia?

No han cambiado. La próxima semana viajo a terminar una formación en hierbas chinas en la que estudiamos textos clásicos escritos en el año 300 o 700 antes de Cristo. Hoy funcionan exactamente igual las hierbas y las fórmulas y los cuadros clínicos. Es muy impresionante. Yo manejo otras técnicas que no son la acupuntura que todos conocen —introducción de las agujas—, como la aguja de fuego, la sangría o las punciones profundas. Obviamente, eso lo empecé a utilizar después de muchos años de hacer acupuntura. Son técnicas que se aprenden casi por tradición oral. Siguen siendo las mismas y hay que hacerlas tal cual se crearon.

¿Es decir que no utiliza ninguno de los avances que sin duda ha tenido y ofrece la medicina occidental?

La medicina tradicional china no niega la occidental. En los hospitales de China existen ambos pabellones. Ellos dicen: ‘Usted tiene dolor de cabeza, ¿quiere tratamiento convencional o quiere acupuntura y hierbas?’. Y uno elige. Un paciente llega con un accidente cerebrovascular, le hacen un PET scan, muestran dónde está la alteración, realizan la revascularización si se puede y le mandan sesiones de acupuntura cinco veces al día. Porque ya saben que funciona. Mi sueño es que en los hospitales haya un departamento de acupuntura. Los pacientes saldrían más rápido. Ese es un poder de la medicina china: permite permearse en la occidental. Ojalá nos demos cuenta de que es algo posible. No hablo de que la vayamos a reemplazar. Si uno tiene un accidente o una infección severa, por ejemplo, hay que ir a urgencias.

¿Lo ideal es sumar lo mejor de ambos mundos?

Exacto. Los pacientes no necesitan que alguien tenga la razón. Necesitan herramientas. Y si una herramienta le va a sumar a su bienestar, perfecto. Es importante acudir a la medicina que necesitamos en cada momento. Si lo que requieres es ir a urgencias, hazlo. Otra cosa es si soy de estas personas que solo voy a medicina occidental porque no me quiero ver, no quiero trabajar en mí y solo espero recibir mi paquetico de medicamentos de la EPS cada mes.

¿Hoy en día hay más interés por la medicina china?

Sin duda. La medicina funcional, que ha tomado una fuerza tremenda en los años recientes, está basada en la medicina china. Lo que hace la medicina funcional es dar explicación fisiológica y química a conceptos que ya se sabían. Simplemente estamos descubriendo que esto sí es real. Lo estamos comprobando e introduciendo más en nuestro sistema. Para que la medicina china llegue a verse como una forma de vida.

MARÍA PAULINA ORTIZ 

Cronista de EL TIEMPO

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