Este 26 de enero se conmemora el Día Mundial de la Educación Ambiental, una fecha que permite destacar la importancia de educar a toda la sociedad respecto de la protección del medio ambiente e invita a reflexionar acerca de nuestro papel en la preservación de nuestro planeta. En un país como Chile con una biodiversidad única y diversos ecosistemas, esta tarea es fundamental.
Esta efeméride nace con el principal objetivo de abordar la problemática ambiental a nivel mundial y generar conciencia en la ciudadanía para conservar y proteger todo nuestro entorno, y este año está cumpliendo medio siglo desde su instauración en la Conferencia de Belgrado en 1975. Este acontecimiento no sólo nos invita a reflexionar sobre el estado actual de nuestro medio ambiente, sino también sobre la importancia que juega la educación en la construcción de una sociedad más sostenible. Considerando los desafíos ambientales que mantiene el país, queremos darle una relevancia especial a esta fecha.
Nuestro país es privilegiado en cuanto a biodiversidad y riqueza natural: desde glaciares patagónicos hasta el desierto más seco del mundo, el de Atacama. Todo esto pasando por bosques frondosos y templados y una extensa costa a lo largo del territorio nacional. Sin embargo, esta riqueza trae consigo una gran responsabilidad. Los efectos del cambio climático, de la contaminación y la pérdida de biodiversidad son problemas palpables que exigen respuestas urgentes. Es nuestra responsabilidad lograr que las próximas generaciones disfruten de toda la biodiversidad que se encuentra en el país. Para ello debemos construir una forma de desarrollo armoniosa con la naturaleza y sus ciclos que, junto con superar la desigualdad y asegurar el bienestar de todos los habitantes de nuestro país, asegure la restauración y permanencia de los ecosistemas que sustentan la vida en el planeta.
A lo largo de estos 50 años, hemos visto avances significativos en la integración de la educación ambiental en los currículos escolares y en la creación de programas comunitarios que promueven distintas prácticas ecológicas. La Ley 19.300 de Bases Generales del Medioambiente, publicada en 1994, incluyó la educación ambiental como una tarea del Estado, definiéndola como “un proceso permanente de carácter interdisciplinario destinado a la formación de una ciudadanía que reconozca valores, aclare conceptos y desarrolle las habilidades y aptitudes necesarias para la convivencia armónica entre los seres humanos, su cultura y el medio físico circundante”. En 2009 se aprobó la Política Nacional de Educación para la Sustentabilidad que se propuso formar una ciudadanía activa en la construcción del desarrollo sustentable en nuestro país.
La educación ambiental debe ir más allá de las aulas y extenderse a todos los espacios de la sociedad, porque no se trata sólo de entregar conocimientos respecto de temáticas ambientales, sino que debe involucrar una formación valórica y actitudinal que permita la transformación de la sociedad en su conjunto. El desafío es gigantesco, pero la urgencia de la triple crisis -climática, de contaminación y pérdida de biodiversidad- nos empuja a redoblar esfuerzos para avanzar hacia una sociedad justa, respetuosa de las personas, de la naturaleza y de todos los seres vivos, en donde todas y todos estemos comprometidos individual y colectivamente en el cuidado de nuestro hogar, el planeta tierra.
Por eso, este 50° aniversario es una oportunidad para celebrar los logros alcanzados y renovar el acuerdo para una educación ambiental comprometida y transformadora.
