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Donald Trump y la probable regresión climática

Autor: 20minutos

Por Diego Ferraz Castiñeiras, responsable de Cohesión Territorial de Fundación Renovables

“Drill, baby, drill”, lema republicano utilizado por primera vez en 2008 en la Convención Nacional del Partido Republicano estadounidense y que Donald Trump recuperó para la campaña a las elecciones del país norteamericano de este año. Algo así que viene a significar “perforar, perforar y perforar” y que es una clara síntesis de la intención del próximo presidente Donald Trump. 

A pesar de esto de esto, quién ha llevado a Estados Unidos a batir el récord de producción de petróleo y gas situándolo en el primer puesto mundial ha sido la administración Biden-Harris, produciendo en 2023 12.9 millones de barriles de crudo al día. 

Sin embargo, en ningún caso la llegada de Trump a la Casa Blanca parece indicar que vaya a haber una mejoría en las políticas climáticas y energéticas tanto internas como externas, más bien todo lo contrario.

El regreso de Trump a la presidencia estadounidense podría suponer un aumento de hasta 4.000 millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono equivalente (CO₂e) para 2030 en comparación a las políticas actuales, lo que tendría un coste climático global de más de 900.000 millones de dólares, según Carbon Brief. Esto es lo equivalente a las emisiones anuales combinadas de toda la Unión Europea y Japón. 

La victoria de Donald Trump se ha basado en la desinformación y el negacionismo climático. Para él, la crisis climática que ha influenciado los dos huracanes que llegaron unas semanas antes de las elecciones y que causaron daños por valor de al menos 1.000 millones de dólares, según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) son parte de la “estafa climática”.

Trump ha prometido cargarse de un plumazo las regulaciones ambientales y revertir todas las políticas climáticas de la actual administración, devolviendo así las multimillonarias donaciones de las grandes petroleras a su campaña electoral.

Entre las medidas destacan: frenar la Ley de Reducción de la Inflación; impulsar una nueva ola de nuevos proyectos de petróleo y gas y aumentar la exportación acabando con la moratoria de Biden a nuevos permisos para exportar GNL; poner fin a las políticas federales que incentivan la venta de vehículos eléctricos; acabar con regulaciones de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) que limita la contaminación de los tubos de escape de los automóviles y las camionetas ligeras o con las que limitan la contaminación de las centrales eléctricas a base de carbón. 

La Ley de Reducción de la Inflación (LRI), firmada por Joe Biden en 2022, es la mayor inversión en acción climática en la historia de EE. UU., con un presupuesto de 369 mil millones de dólares para reducir la contaminación que causa el calentamiento global. Esta ley ha generado miles de empleos y miles de millones en inversiones, y se han distribuido decenas de miles de millones en fondos para programas climáticos. Con la llegada de la nueva administración de Trump, los varios grupos de defensa están presionando para que se asignen los fondos restantes antes de que termine el año, preocupados por que no se mantenga el mismo compromiso ambiental. En los dos primeros años de vigencia de la LRI, las empresas anunciaron inversiones por 130.000 millones de dólares en 338 proyectos importantes de energía renovables y vehículos eléctricos que se espera que creen al menos 110.000 puestos de trabajo. 

Cabía esperar que Trump prometiese retirar a Estado Unidos del Acuerdo de París, como ya hizo en su anterior mandato. Sin embargo, esta vez ha ido un paso más allá y ha hablado de salirse por completo de todo el proceso de la ONU referido al cambio climático, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Especialmente teniendo en cuenta que durante los últimos cuatro años, Donald Trump ha consolidado su control sobre el Partido Republicano, eliminando a quienes no apoyaban su ideología Make America Great Again. Esta purga interna le ha dado el poder necesario para impulsar una agenda más radical sin apenas oposición. Además, con la mayoría republicana en el Senado, la Cámara de Representantes y el Tribunal Supremo, Trump se encuentra en una posición única para aplicar políticas extremas sin los frenos y contrapesos habituales, lo que plantea interrogantes sobre el futuro de la democracia estadounidense.

Esta probable regresión climática y democrática sucede en una década clave para la acción climática y donde los recientes informes nos indica que según las políticas actuales incumpliríamos el Acuerdo de París y nos situamos en la senda de alcanzar una temperatura media global de +2.6-3.1 C a finales de siglo respecto a época preindustriales. 

El 11 de noviembre empezó la cita climática anual, la COP29 (Bakú), donde no han asistirán ni Biden ni Trump. Además, Trump ya ha anunciado que no va a destinar un dólar más para el Fondo Verde o Fondo Climático, el mecanismo financiero para ayudar a los países en vías de desarrollo en políticas de mitigación y adaptación del cambio climático y que se tratará estos días en la Cumbre del Clima de Bakú.

Sin embargo, existen algunas palancas que pueden hacer contrapeso a las intenciones de tirar por los suelos todos las políticas climáticas, ambientales y energéticas de los EEUU. El presidente del Consejo de Defensa de los Recursos Naturales (NRDC) afirmó que “están preparados” y que tienen “un plan para luchar contra todos los esfuerzos que perjudiquen la salud pública, la acción climática y el medio ambiente”.

Además, el freno a la inversión climática aumentaría más la brecha que hay en inversión en tecnología verde entre Estados Unidos y China, países que el año pasado aportaron 303 y 676 mil millones de dólares respectivamente a la transición energética. Una disminución en la cifra estadounidense no solo supone un riesgo para el clima y la descarbonización de la economía norteamericana, sino para la modernización del país tanto a nivel económico como industrial.

Por último, es necesario resaltar que algunas propuestas derogativas de Trump podrían enfrentarse a grandes dificultades en el Capitolio, donde muchos colegas republicanos de Trump se opondrían a una derogación total de los créditos fiscales a la energía limpia que ofrece la LRI. Además, al mismo tiempo que la Cámara de Representantes y el Senado se llenaba de republicanos, también llegaron nuevos defensores del medio ambiente con preocupación por la crisis climática. Finalmente, cabe destacar que los estados donde Trump ha sacado más rédito en las elecciones son los que más se benefician de las inversiones masivas y los millones de empleos generados por la Ley de Reducción de la Inflación, por lo que esperemos que esta vez la realidad de la transición energética supere a la ideología y a los lobbies.

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