El año 2024 terminó con la confirmación de que fue el más caluroso del que se tengan registros. Así lo indicaron las instituciones científicas de todo el planeta y aumenta la preocupación por las consecuencias que esto tiene en la esfera social, económica y ambiental. Y el 2025 no empezó mejor: el 20 de enero, Donald Trump asumió su segundo mandato en Estados Unidos y comenzó a desplegar el arsenal de ataques al medioambiente que venía vociferando en campaña electoral.
La situación preocupa, enfurece y entristece a científicos, gobernantes y sociedad civil de todo el mundo, que ven cómo años de avances -que todavía eran insuficientes- para luchar contra el calentamiento global y el cambio climático se esfuman en cada firma de una resolución administrativa que sale con bombos y platillos del Salón Oval de la Casa Blanca.
Vamos a repasar algunos de los ataques de Trump al planeta:
- Retiro de Estados Unidos del Acuerdo de París
Fue uno de sus primeros anuncios y confirmó lo que todos esperaban. Ya había tomado esta resolución en su primer mandato , dijo que lo haría de nuevo y cumplió con su promesa de campaña. El argumento que utilizó para bajarse de este acuerdo es que es injusto para la economía estadounidense.
Como informa el sitio especializado Climática, poco antes de abandonar el cargo, Joe Biden incrementó la ambición climática del país, comprometiéndose a reducir las emisiones de gases que causan el calentamiento global entre un 61% y un 66% para 2035 respecto a 2005. Sin embargo, la salida del Acuerdo de París dispuesta por el actual gobernante, excluye a Estados Unidos de la obligación de presentar planes climáticos de forma periódica para recortar las emisiones.

Foto: EFE/ Sascha Steinbach
En lo previo a la asunción del presidente estadounidense, Carbon Brief, medio especializado en clima, ciencia y política, estimó que “una victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales podría generar 4.000 millones de toneladas adicionales de emisiones en Estados Unidos para 2030 en comparación con los planes de Joe Biden”.
La decisión de Trump generó molestia en muchos países. Una de las que se expresó fue la ministra de Ambiente de Brasil, Marina Silva, quien sostuvo que Estados Unidos pagará “un alto precio” por haber abandonado el Acuerdo de París. “Estados Unidos es, de lejos, el país más afectado por el cambio climático”, apuntó.
“La población puede incluso tener un alineamiento ideológico, pero no va a querer ver amenazados sus negocios, su vida, por una posición que va en contra de todo lo racional que puede existir, que es la defensa de la vida“, declaró Silva.
De cara a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP30), que organiza Brasil, la ministra alertó que la deserción estadounidense será “un desafío” y los países miembros “deberán trabajar el doble para cumplir con las obligaciones”, incluso hacerlo por “aquellos que no lo están haciendo”. “El multilateralismo comienza con la agenda climática sin Estados Unidos, y ahora tendrá que aprender a ser fuerte y hacer los deberes en beneficio de la vida sin Estados Unidos”, aclaró.
- Declaración de emergencia energética y eliminación de restricciones a la perforación de pozos de hidrocarburos
“Perforar, baby, perforar” (“Drill, baby, drill”, en inglés), dijo en su discurso de asunción al anunciar esta medida, que entre otras cosas, permite actividades incluso en áreas protegidas de Alaska.
Su intención es agilizar la concesión de permisos y revisar las normativas que “imponen cargas indebidas a la producción y el uso de energía, incluida la minería y el procesamiento de minerales no combustibles”, según una lista de prioridades de la oficina de Prensa de Trump.

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Estados Unidos produce más petróleo que cualquier otro país en la historia y es también el mayor exportador mundial de gas natural. La industria de los combustibles fósiles donó más de 75 millones de dólares a la campaña presidencial de Trump, y Trump, a su vez, prometió debilitar las regulaciones ambientales de manera que se redujeran sus costos y se aumentaran sus márgenes. El presidente se burló repetidamente del cambio climático, criticó las regulaciones y dijo que más perforaciones reducirían las facturas de energía.
- Anulación de subsidios a energías limpias
La administración Trump eliminó subsidios y créditos fiscales destinados a incentivar la fabricación y adquisición de vehículos eléctricos, además de detener el desarrollo de infraestructura de carga para estos vehículos.
También tiene la intención de tomar medidas para poner fin al arrendamiento de tierras y aguas para la energía eólica.
El secretario de Transporte, Sean Duffy, firmó una orden para relajar las normas de ahorro de combustible promulgadas por la administración Biden, que fueron diseñadas para alentar a los fabricantes de automóviles a vender vehículos eléctricos.

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Y la administración tomó medidas para congelar 5 mil millones de dólares que el Congreso aprobó para la construcción de una red nacional de estaciones de carga de vehículos eléctricos.
La administración también está tratando de impedir que los estados e incluso las ciudades promulguen sus propias políticas climáticas.
- Reversión de políticas medioambientales previas
El gobierno de Trump revirtió regulaciones ambientales implementadas durante administraciones anteriores, relacionadas con la producción y uso de combustibles fósiles, la generación de energía eléctrica y la emisión de gases de efecto invernadero.
En este marco, el administrador de la Agencia de Protección Ambiental estadounidense (EPA), Lee Zeldin, anunció este 12 de marzo que se llevarán a cabo “31 acciones históricas” en términos de eliminar o cambiar regulaciones ambientales que afectan a la industria de los hidrocarburos o a la generación eléctrica en EE.UU. en línea con las políticas energéticas del Gobierno.
Uno de los apartados, titulado ‘Desatando la energía estadounidense‘, indica que se reconsiderarán regulaciones que afectan a centrales eléctricas, incluyendo las de carbón, a la industria del petróleo y el gas o a la necesidad de reportar emisiones de gases de efecto invernadero.

Foto: archivo
Por otra parte, expertos subrayaron la importancia de otro apartado, destinado a “Rebajar el costo de la vida para las familias estadounidenses”, que pretende volver a evaluar el llamado dictamen de peligro, establecido por la EPA en 2009. Ese dictamen estableció que seis gases de efecto invernadero presentes en la atmósfera terrestre son un riesgo para la salud. Entre ellos está el dióxido de carbono o el óxido nitroso, que son emitidos por los motores de combustión de los coches.
“Estamos apuñalando en el corazón a la religión del cambio climático y marcando el comienzo de la Edad de Oro de Estados Unidos”, escribió el propio Zeldin en un artículo de opinión publicado por el The Wall Street Journal coincidiendo con el anuncio.
Organizaciones sin ánimo de lucro que buscan proteger el medioambiente han denunciado que esto “podría poner en peligro la salud de millones de estadounidenses y es contrario a la misión fundamental de la EPA: proteger la salud humana y el medio ambiente”.
Paradoja: La industria petrolera siente el aguijón de los aranceles de Trump
Con información de The New York Times y AFP
La promesa de Trump durante las elecciones de facilitar la perforación de pozos de petróleo y gas emocionó a los ejecutivos del sector energético, que creyeron que sus políticas reducirían sus costos y les ayudarían a ganar mucho más dinero. Sin embargo, ahora, esas esperanzas se están desvaneciendo.
Gracias a los aranceles que viene imponiendo el mandatario, la industria del petróleo y el gas tiene que hacer frente al aumento de los precios de materiales esenciales como las tuberías de acero que se utilizan para revestir los nuevos pozos. Eso aún no se ha traducido en un cambio significativo en la actividad, pero las empresas han comenzado a revisar los presupuestos para reflejar los mayores costos de los materiales. Las decisiones que se tomen hoy sobre qué pozos perforar afectarán la producción dentro de muchos meses.

© Jack Hollingsworth/Corbis
De hecho, las refinerías de petróleo fueron golpeadas por separado con un arancel al petróleo canadiense, que algunas de ellas necesitan para producir gasolina, diésel y otros combustibles.
Al mismo tiempo, los consumidores se han vuelto cada vez más nerviosos por la economía y el precio del petróleo ha caído más de un 10% desde poco antes de que Trump asumiera el cargo, a alrededor de 68 dólares el barril. Las compañías petroleras tienden a perforar menos cuando los precios caen. La combinación podría complicar el deseo declarado de Trump de aumentar la producción de petróleo y gas natural de Estados Unidos, que ya está en niveles récord o cerca de ellos.
El presidente Donald Trump dañó gravemente la capacidad del gobierno para combatir el cambio climático, trastocando la política ambiental estadounidense con medidas que podrían tener consecuencias duraderas para el país y el planeta.
Está abandonando los esfuerzos por reducir el calentamiento global, incluso cuando el mundo ha alcanzado niveles récord de calor que, según los científicos, se deben en gran medida a la quema de combustibles fósiles. Todos los rincones del mundo están sufriendo ahora los efectos de estas temperaturas en aumento en forma de huracanes, inundaciones, incendios forestales y sequías más letales, así como la extinción de especies.
Despidos, cambios en informes y la NASA sin su jefa científica
Trump despidió también a miles de empleados federales, desmanteló programas destinados a ayudar a las comunidades contaminadas y eliminó referencias al cambio climático de numerosos sitios web federales. Fueron despedidos miles de empleados de la EPA, el Departamento del Interior, el Departamento de Energía y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), la principal agencia científica del gobierno.
Este 12 de marzo, la NASA anunció el despido de su científica jefe y de otros 22 funcionarios para cumplir el mandato del presidente Trump. La agencia espacial estadounidense informó que vendrán más recortes, y que eliminó la Oficina del Científico Jefe, dirigida por Katherine Calvin, una reconocida climatóloga que contribuyó en informes clave de Naciones Unidas sobre el clima.

“Para optimizar nuestra fuerza laboral, y en cumplimiento de una orden ejecutiva, la NASA está iniciando su proceso de reducción gradual de personal”, dijo la portavoz de la agencia, Cheryl Warner, y añadió que algunos empleados elegibles podrán optar al programa de jubilación anticipada voluntaria. Además, la NASA suprimió la Oficina de Tecnología, Política y Estrategia y la división de Diversidad, Equidad, Inclusión y Accesibilidad.
En febrero, la entidad iba a despedir a unos mil empleados en período de prueba, pero Jared Isaacman, candidato de Trump para dirigir la NASA y cliente cercano de Elon Musk, solicitó la suspensión de los recortes, según Ars Technica.
La NASA cumple un papel crucial en la investigación climática, pues opera una flota de satélites de monitoreo terrestre y desarrolla sofisticados modelos climáticos con código abierto para investigadores y el público.
Despidos de Trump ponen en peligro a la ciencia
AFP
Mientras la administración Trump se prepara para su próxima ola de recortes federales, el exjefe de una agencia climática clave de Estados Unidos habló con la AFP sobre el papel de esa oficina en seguridad pública, investigación científica y protección de la economía estadounidense.
Rick Spinrad, un oceanógrafo convertido en funcionario del gobierno, culminó su carrera como director de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) bajo la administración de Joe Biden.
PREGUNTA: ¿Cuál ha sido el impacto de haber perdido hasta ahora más de 1.200 de los 12.000 empleados?
RESPUESTA: Se han recortado muchas de las funciones de apoyo de la NOAA, incluidas las que son esenciales para el despliegue de barcos y aeronaves, lo que impide que la agencia realice evaluaciones clave de las poblaciones de peces, necesarias para gestionar la pesca de manera eficaz.
Pronto deberán establecerse temporadas de pesca comercial, pero sin datos sobre las evaluaciones de inventario va a ser imposible establecer temporadas significativas. Se trata de una industria de 320.000 millones de dólares que sustenta más de dos millones de puestos de trabajo. Ahora estamos entrando en temporada de tornados en el centro y sureste de Estados Unidos. A medida que perdemos técnicos, el mantenimiento y la operación de satélites y radares se vuelve más difícil.
Varias de las más de 120 oficinas de pronóstico meteorológico del país ya no pueden realizar sus habituales perfiles de altitud, en los que dos veces al día lanzan globos para recopilar datos esenciales para pronósticos precisos. Estoy muy preocupado por la temporada de huracanes. Si no podemos desplegar aviones cazahuracanes ni mantener los sistemas de observación que alimentan los modelos de pronóstico, las consecuencias podrían ser graves.
P: ¿Qué ha oído sobre los próximos recortes, que reducirían la plantilla de la agencia en casi un 20%?
R: La agencia le está presentando al Departamento de Comercio, su departamento superior, una lista de 1.029 candidatos para hacer su “reducción de personal”. No es inusual que los gobiernos busquen hacer recortes y ahorrar costos, pero todos los demás ejercicios de ese tipo que realicé durante mis casi 40 años de experiencia en el gobierno incluyeron alguna declaración sobre la misión, prioridad, estrategia o incluso sobre una ideología. No se ha transmitido nada de esa naturaleza, ni siquiera una prioridad geográfica.
Cuando me fui, la NOAA tenía 12.000 empleados federales y casi la misma cantidad de contratistas trabajando junto a ellos. La necesidad de ese apoyo con contratistas demuestra que la agencia prestaría un mejor servicio con una fuerza laboral más grande, no más pequeña, porque, honestamente, los contratistas son caros.
P: El plan conservador Proyecto 2025, que la administración parece estar siguiendo, propone privatizar el Servicio Meteorológico Nacional. ¿Qué piensa de eso?
R: Los costos aumentarían simplemente por los gastos de capital, las operaciones y el mantenimiento. Pensemos en el sector privado teniendo que operar 122 radares meteorológicos, 16 satélites, diez aviones… sin contar barcos. Por ley, las agencias federales están indemnizadas. Si el sector privado publica un pronóstico defectuoso o erróneo, es responsable de pérdidas. Esto ha sucedido en el pasado.
Al final, lo que esto realmente significa es que los pronósticos del tiempo serían como una especie de transmisión de video. Si puedes permitírtelo y lo quieres, lo compras. ¿Cómo se concilia esto, entonces, con la idea de que el gobierno está ahí para toda la gente todo el tiempo?”.
P: ¿Cómo perjudicará los intereses estadounidenses la limitación del trabajo de la NOAA sobre el clima?
R: Significará que no tendremos un lugar en la mesa, lo que será una pérdida terrible. Hemos trabajado muy duro para colaborar con nuestros socios a través de la Organización Meteorológica Mundial.
La gran mayoría del público estadounidense entiende que los impactos climáticos son reales y se están sintiendo ahora mismo. Nuestra capacidad para contribuir a la comprensión de cómo el cambio climático afectará a nuestra sociedad se verá comprometida. Me preocupa mucho nuestra capacidad para construir la fuerza laboral del futuro. Los científicos están desmoralizados. Están muy preocupados porque el paradigma en el que hemos operado por casi 60 años se está rompiendo y no sabemos cómo será el nuevo.