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Hermanas y grupos católicos apoyan a inmigrantes ante posibles deportaciones masivas en EE. UU.

Autor: National Catholic Reporter

Los católicos de Estados Unidos se preparan para cambios masivos en el ámbito de la inmigración de este país —como la amenaza de deportaciones masivas—, aunque nadie sabe qué ocurrirá tras la toma de posesión de Donald Trump el 20 de enero de 2025.

El presidente electo Trump ha prometido deportar a millones de inmigrantes indocumentados en cuanto asuma el cargo. Pero encontrar, detener y deportar a millones de personas llevará tiempo e incontables miles de millones en financiación, y el esfuerzo podría verse obstaculizado por políticas, leyes y decisiones judiciales federales.

Aún así, grupos católicos, laicos y religiosos se preparan para lo peor: crean redes, emprenden campañas educativas, prestan asistencia jurídica, apoyan a los inmigrantes e incluso organizan atención médica a domicilio para quienes temen acudir a centros médicos. 

La Hna. Suzanne Jabro, fundadora de Border Compassionhermana de San José de Carondelet , dijo a Global Sisters Report (GSR) que hay una red no oficial de religiosas y organizaciones interreligiosas en San Diego y sus alrededores que se está preparando para lo que venga.

Jabro dijo que no espera cambios masivos en los patrones de inmigración, ya que la frontera está en gran parte cerrada a la migración legal; los solicitantes de asilo que han cumplido con el rellenado de su papeleo en México no están obteniendo audiencias sobre sus casos

Border Compassion gestiona un refugio para migrantes en el lado sur de la frontera entre Estados Unidos y México, en Mexicali; Jabro dijo que otros refugios allí están informando de lo mismo: nadie está consiguiendo citas para una audiencia.

“Han ralentizado tanto [el proceso] que aquellos que tienen un temor real y derecho a una audiencia no la van a tener”, dijo Jabro, en referencia a la administración Biden.

Si la política fronteriza se endurece aún más, aseveró, eso no cambiará mucho. Pero su organización se está preparando para aceptar deportados en el refugio de Mexicali si el plan de la administración Trump para deportar inmigrantes llega a buen puerto.

“Pero no se arroja luz sobre cómo se va a manifestar”, dijo. Y debido a esa falta de información “la gente está muerta de miedo”.

La hermana María Luisa Edwards, miembro de la junta directiva de Águilas del Desierto, también dijo que no espera que cambie mucho de inmediato. Águilas del Desierto es una organización de búsqueda y rescate que busca a inmigrantes desaparecidos que han desafiado el desierto para cruzar la frontera, un angustioso viaje de ocho días que ha causado miles de muertes.

Edwards dijo que los cárteles mexicanos controlan la frontera, cobrando 500 dólares por persona a quienes se presentan ante los agentes fronterizos para pedir asilo o para atravesar el muro fronterizo y esperar a presentarse ante la Patrulla Fronteriza, o hasta 10 000 dólares por cruzar el desierto alrededor del muro y el vallado fronterizo.

Los cárteles no van a renunciar a sus ingresos, dijo, y el coste seguirá limitando el número de quienes intenten la travesía del desierto, independientemente de la política estadounidense.

“No creo que los cambios sean tan drásticos como cabría esperar, porque no se puede cruzar sin pagar a los cárteles”, dijo Edwards.

La religiosa aseveró que su grupo está trabajando para mejorar las comunicaciones entre sus voluntarios sobre el terreno y puede que aumente el número de búsquedas, pero sobre todo está incrementando sus esfuerzos educativos al sur de la frontera, advirtiendo a la gente de los graves peligros a los que se enfrentan. Edward dijo que las autoridades creen que más de 10 000 personas han muerto en el desierto a lo largo de la frontera, aunque la mayoría afirma que esa cifra está muy subestimada.

Águilas del Desierto ha rescatado a unas 1000 personas desde que se formó en 2012, y ha recuperado casi 170 cadáveres de quienes no sobrevivieron.

Más lejos de la frontera, es lo desconocido lo que motiva a la gente.

En una entrevista con National Catholic Reporter (NCR), Margaret Martin, codirectora de la División de Servicios para Inmigrantes Refugiados de Catholic Charities en Nueva York, citó la atmósfera de miedo e incertidumbre que reina entre los inmigrantes e incluso entre el personal de su organización. Muchos inmigrantes se preocupan por los posibles cambios en las políticas federales, temiendo que puedan ser arrancados de sus familias o comunidades, dijo.

Esta preocupación es especialmente aguda para quienes llevan mucho tiempo viviendo en Estados Unidos o han huido de la violencia en sus países de origen. Los miembros del personal también están preocupados por lo que el cambio de políticas podría significar para sus clientes y los marcos jurídicos en los que se basan.

“Siempre es muy difícil saber cuál será el resultado de una determinada orden ejecutiva o política y cuándo se producirá”, dijo y además señaló  la complejidad de la administración federal, los desafíos judiciales y los esfuerzos de defensa.

Catholic Charities ha funcionado como un salvavidas para los inmigrantes en Nueva York, ofreciendo una gama de servicios que atienden tanto a personas documentadas como indocumentadas. La organización proporciona asistencia jurídica y gestión de casos, y gestiona una línea directa que recibe decenas de miles de llamadas al año.

Para hacer frente a los nuevos retos que se avecinan, Catholic Charities se ha centrado en la divulgación y la educación, preparando materiales y presentaciones para informar a las comunidades sobre sus derechos y protecciones. Martin explicó que un mensaje clave es que, por ahora, “nada ha cambiado todavía”, pero la organización está preparada para responder rápidamente a medida que evolucionen las políticas.

Martin también señaló al estatus de santuario de la ciudad de Nueva York como fuente de estabilidad para muchos inmigrantes. Las leyes de la ciudad santuario garantizan que los inmigrantes puedan acceder a los servicios de la ciudad, como la policía y las escuelas, sin miedo. “Garantiza que nuestros vecinos inmigrantes estén protegidos de ser remitidos automáticamente a las fuerzas federales de inmigración sin el debido proceso, al tiempo que deja claro que nuestras fuerzas de seguridad protegen a todos los neoyorquinos”, dijo Martin.

Más al norte de la ciudad de Nueva York, en Siracusa, la iglesia de Todos los Santos dirigida por el padre Fred Daley ha acogido a lo largo de los años a cientos de refugiados africanos, principalmente del Congo, la República Centroafricana y Ruanda, muchos de los cuales llegaron a través de los programas de refugiados de las Naciones Unidas. Su presencia ha transformado la parroquia, infundiendo su vida litúrgica con música vibrante, lecturas evangélicas multilingües y una congregación joven y creciente.

“Ahora somos una parroquia joven”, dijo Daley a NCR, quien además señaló que 50 niños asisten regularmente a la misa de 11:30 junto a un coro de jóvenes adultos africanos de 25 miembros que canta en swahili, francés y kinyarwanda. “Han traído una nueva vida maravillosa a la parroquia”, apuntó.

Pero más allá del enriquecimiento cultural, el papel de la parroquia se ha convertido en un sistema de apoyo fundamental para los inmigrantes. La parroquia de Todos los Santos cuenta con un grupo de trabajo dedicado a ayudar a los refugiados con sus necesidades básicas, desde conseguir vivienda y atención médica hasta sortear las complejidades del papeleo legal y el empleo. Los voluntarios trabajan incansablemente para ayudar a las familias a adaptarse a la vida en Estados Unidos, una misión que se ha hecho cada vez más urgente a medida que el temor a la deportación y la separación familiar se cierne sobre la comunidad inmigrante.

“Hay un manto de miedo en toda la parroquia”, dijo Daley.

El compromiso de la parroquia con el santuario ha sido una piedra angular de su misión histórica, expresó, y se extiende más allá de las familias individuales. En colaboración con otras 15 comunidades religiosas, la parroquia de Todos los Santos ha formado una coalición interreligiosa de santuarios —que incluye congregaciones católicas, metodistas, unitarias, cuáqueras y congregacionales— que está elaborando estrategias para apoyar a los inmigrantes que pueden tener miedo de buscar atención médica o abandonar sus hogares.

La coalición, formada originalmente en 2017 durante la administración Trump, ha ayudado a decenas de personas y familias mediante asistencia jurídica, transporte y otras formas de apoyo. Ahora que el clima político suscita nuevas preocupaciones, la coalición pretende ampliar su alcance y fortalecer su red.

Los planes incluyen movilizar a profesionales médicos para que ofrezcan atención a domicilio y educar a los inmigrantes sobre sus derechos a través de talleres, como uno que atrajo a unos 200 asistentes el 9 de noviembre, justo después de que Trump ganara las elecciones. “Estamos viendo un esfuerzo renovado para hacer todo lo que podamos”, dice Daley, quien tiene esperanza a pesar de los desafíos. La coalición, junto con el estatus de ciudad santuario y las recientes garantías de las fuerzas de seguridad locales, proporcionan cierto consuelo, dijo, ya que los funcionarios se han comprometido a respetar las protecciones de santuario de la Iglesia.

Dos hermanas de congregaciones religiosas femeninas de la zona de Nueva York, quienes no quisieron ser identificadas debido a la naturaleza delicada de las conversaciones, dijeron que es demasiado pronto para decir lo que las congregaciones podrían hacer si las deportaciones masivas realmente ocurren.

Una hermana se muestra escéptica ante la posibilidad de que los organismos federales o locales encargados de hacer cumplir la ley de inmigración dispongan de los recursos necesarios para llevar a cabo grandes deportaciones, debido a que el coste de deportar a un gran número de inmigrantes sería elevado.

Congregaciones debaten ofrecer ‘santuario’ para inmigrantes en EE. UU.. pero temen consecuencias. En San Diego, una red no oficial de religiosas y organizaciones interreligiosas se prepara para lo que venga. “La gente está muerta de miedo”, dijo una hermana. 

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Pero eso forma parte de un panorama más amplio de incertidumbre, dijo la hermana. “Trabajamos un poco en el vacío”, afirmó.

Esta hermana agregó que “hay muchas discusiones” entre y dentro de las congregaciones.

“Las congregaciones, el personal de los centros religiosos de inmigración, tanto religiosas como laicos, y colegas de otras organizaciones de defensa de los inmigrantes, se preguntan cómo podrían responder”, dijo a GSR, y añadió que “hay mucha preocupación” y que los grupos de defensa de los inmigrantes están empezando a asesorar a los inmigrantes sobre sus derechos legales.

“Hay grupos que ofrecen talleres de ‘conozca sus derechos’ para asesorar a los inmigrantes sobre cuáles son sus derechos legales ahora”, dijo la hermana. “Existe la preocupación de que con la nueva administración cambien los derechos de los inmigrantes. Ahora mismo, es importante que estemos con y escuchemos a nuestros hermanos y hermanas inmigrantes e intentemos satisfacer sus necesidades”, añadió.

“Es un momento de gran preocupación”, dijo otra hermana del área de Nueva York que trabaja con inmigrantes. “Nuestros electores están muy preocupados”, apuntó.

En un reciente taller sobre “conozca sus derechos” —organizado por la hermana junto a otros defensores— se debatió, entre otros temas, cómo responder a las fuerzas del orden en caso de que acudan a la puerta de un inmigrante, cómo crear un plan de seguridad para las familias y la importancia de no faltar a las citas del tribunal de inmigración.

“Las lágrimas y la ansiedad estaban visiblemente presentes en la sala, mientras expresaban una y otra vez su preocupación por ser ellos mismos detenidos y luego separados de sus hijos”, dijo la hermana y agregó: “Es un momento aterrador para todos”.

Algunas congregaciones están debatiendo las implicaciones de las acciones de ‘santuario’ de los años ochenta, en las que las Iglesias y comunidades religiosas estadounidenses ofrecían refugio a quienes llegaban a Estados Unidos huyendo de las guerras en Centroamérica.

Pero ese tipo de respuesta requerirá una deliberación cuidadosa y reflexiva dentro de las congregaciones, dijo la hermana, dado que estas tienden a tener buenas relaciones con las agencias de policía locales, agencias que podrían ser delegadas por las autoridades federales para llevar a cabo acciones de deportación.

“Va a ser un reto”, dijo la hermana sobre los próximos meses. “No está probado”, expresó.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 12 de diciembre de 2024.  

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