BOGOTÁ, Colombia — El 10 de noviembre era el día en que Daniel García, un repartidor venezolano que vive en la capital de Colombia, había planeado comenzar un arduo viaje por tierra a Estados Unidos.
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Luego Donald J. Trump se convirtió en Presidente electo. Sin estar seguro de poder llegar a la frontera antes de la toma de posesión de Trump y temeroso de que lo rechazaran una vez que asumiera el cargo, García, de 31 años, decidió quedarse.
“Es una inversión muy cuantiosa”, dijo sobre el viaje al norte, que le costaría 2 mil 500 dólares, los ahorros de un año. “Prefiero no arriesgarme”.
Ahora que Trump retomará la Casa Blanca, muchos inmigrantes potenciales están reconsiderando sus planes, mientras que los funcionarios fronterizos están trabajando para comprender qué significará una Presidencia Trump para la cantidad de personas que intentan llegar a EU.
Trump hizo de la represión a la inmigración un pilar de su campaña —un mensaje que se difundió por todo el mundo.
En México, grupos humanitarios y funcionarios de migración se están preparando para una posible avalancha de migrantes a Estados Unidos antes de que asuma la Presidencia en enero.
“La gran mayoría de los que están en México van a intentar llegar a la frontera”, dijo Irineo Mujica, director en México de Pueblos Sin Fronteras, un grupo de defensa. “La puerta definitivamente se cierra ahora, y muchos de ellos van a intentar pasar”.
En las redes sociales, los contrabandistas están aprovechando las elecciones para instar a la gente a utilizar sus servicios ahora. “Aún hay tiempo”, dijo un contrabandista en un grupo de WhatsApp para inmigrantes potenciales que tiene más de 400 miembros.
Una persona con buena salud, algunos ahorros y suerte, puede llegar de Sudamérica hasta la frontera de Estados Unidos en unos dos meses. Si la persona es secuestrada, robada o agredida —experiencias comunes para los migrantes— puede llevar más tiempo. Y muchos migrantes nunca se acercan a la frontera con Estados Unidos. Son deportados, detenidos por las autoridades mexicanas o son víctimas de lesiones, o peor.
Sin embargo, algunas personas que habían considerado el viaje dijeron haber decidido que la elección de Trump significa que no intentarán llegar a Estados Unidos, legalmente o no. Algunos dijeron que temían la deportación o un clima poco acogedor.
Trump ha culpado a los inmigrantes de muchos problemas en Estados Unidos, como la delincuencia y el aumento en los costos de la vivienda, y ha prometido llevar a cabo el mayor esfuerzo de deportación masiva en la historia del País.
En Maracaibo, Venezuela, Josefina Quintero, de 59 años, dijo que su hija se había ido a Estados Unidos hace años y la había instado a hacer solicitud a un programa de entrada legal conocido como permiso humanitario para que la familia pudiera reunirse.
Quintero, que gana alrededor de 20 dólares a la semana haciendo trabajos de limpieza, nunca presentó su solicitud. Le preocupaba dejar a su padre de 90 años, que padece demencia, y ahora cree que Trump pondrá fin al programa. “Ese sueño terminó. Tengo que conformarme con quedarme”, dijo.
La migración en la frontera sur de EU se disparó a niveles récord bajo la Administración Biden, impulsada por la pobreza y los conflictos en países como Venezuela y Ecuador.
Trump denostó las políticas fronterizas y migratorias de la Administración Biden, llamándolas demasiado laxas. En el 2022, las detenciones de migrantes en la frontera sur de EU aumentaron a 2.2 millones, alimentando el descontento en Estados Unidos.
Los cruces fronterizos hacia Estados Unidos han disminuido en los últimos meses. El Gobierno mexicano ha hecho que sea particularmente difícil para las personas cruzar el País, enviando a los migrantes que llegan al norte de México de regreso a las regiones del sur.
Aunque las detenciones en la frontera de EU hayan disminuido, aún hay miles de personas camino a Estados Unidos.
Hay tres caravanas de migrantes en el sur de México que se dirigen al norte —la más grande consiste en unas mil 600 personas, reporta la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados.
En un refugio en la ciudad fronteriza mexicana de Tijuana, Rosalba Magallón, de 45 años, dijo que solía vender quesadillas en el Estado de Michoacán, hasta que miembros del cartel quemaron su casa cuando no pagó cuotas de piso.
No importaba que Trump fuera Presidente, dijo. Cree que Estados Unidos es el único lugar donde podría no estar en peligro. “Huí y ahora vivo en la incertidumbre”, dijo. “Obviamente estamos preocupados por la llegada de Trump, pero no puedo regresar”.