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Donald Trump acaricia la victoria frente a Kamala Harris; el resultado definitivo sigue en el aire

Autor: Miguel Jimenez

El mensaje apocalíptico, autoritario y xenófobo de Donald Trump ha calado en gran parte del electorado estadounidense. El expresidente y candidato republicano a las elecciones presidenciales se ha situado con una ventaja clara frente a su rival, la demócrata Kamala Harris, en las primeras horas del escrutinio electoral. Trump se ha apuntado Carolina del Norte y Georgia. También parece ir por delante en las proyecciones del resultado de Pensilvania y en otros de los Estados decisivos. Si ganase, se convertiría en el primer presidente que recupera el cargo desde Grover Cleveland en las elecciones de 1892. Además, sería también el primer delincuente convicto elegido presidente. El escrutinio, sin embargo, sigue en marcha y todavía hay posibilidades ―remotas― de un giro.

El dólar y los futuros sobre índices bursátiles han subido con fuerza en los mercados, anticipando la victoria de Trump en una noche intensa y emocionante a la que se llegaba sin un claro favorito en las encuestas. Kamala Harris aún tiene algunas posibilidades, más bien escasas, de defenderse en el llamado Muro Azul, los Estados de Wisconsin, Míchigan y Pensilvania, que le darían el acceso a la Casa Blanca. Sin embargo, no tiene asegurada la victoria en ninguno de ellos, sino que va por detrás.

La noche electoral empezó a sonreír a Donald Trump con el cierre de los colegios electorales de Georgia, donde Joe Biden ganó en 2020 por menos de 12.000 votos. Pronto se ha visto que los resultados del republicano eran mejores que hace casi cuatro años en casi todos los condados de dicho Estado. Aunque la victoria no ha sido proyectada aún por Associated Press ni el resto de grandes medios, la distancia empieza a parecer insalvable.

En Carolina del Norte el escrutinio ha dado más vuelcos. En un principio parecía que Harris podía tener algunas posibilidades, pero a medida que se iban procesando las papeletas, la situación se ha ido asimilando a la de Georgia y la ventaja del republicano se ha confirmado hasta la proclamación de su victoria por Associated Press.

La derrota de Kamala Harris en esos dos Estados, cada uno de los cuales cuenta con 16 votos en el Colegio Electoral, obligaría a la demócrata a ganar en Pensilvania (el más importante, con 19 delegados), pero las noticias tampoco le favorecen allí. Las proyecciones apuntan a una victoria del republicano aún sin confirmar. Incluso en Míchigan y Wisconsin, Trump parece por delante en una comparación homogénea con los resultados de 2020. Además, es claro favorito en Arizona y también tiene opciones en Nevada. Trump podría acabar llevándose los siete Estados decisivos. Con todas las salvedades de unos resultados aún provisionales, el escrutinio apunta hacia la “gran victoria” que muy pronto en la noche el republicano ha dicho que iba a conseguir.

Una victoria de Trump abriría una época de incertidumbre en Estados Unidos y en el mundo. El expresidente ha emprendido una deriva autoritaria en la que se refiere a sus rivales políticos como el “enemigo interno” y ha llegado a amenazar con usar a los militares contra ellos. El sistema tiene mecanismos para defenderse de los abusos de poder, pero los republicanos acarician también el control del Senado ―la Cámara de Representantes está en el aire― y en el Tribunal Supremo está instalada una supermayoría conservadora de seis jueces a tres. Los demócratas, con Joe Biden y Kamala Harris a la cabeza, han advertido reiteradamente del riesgo para la democracia que implicaría la vuelta de Trump a la Casa Blanca.

El expresidente ha prometido una deportación masiva de inmigrantes irregulares si recupera el cargo. El mensaje xenófobo ―hiperbólico con frecuencia― le ha funcionado tras el aumento de las entradas irregulares en los cuatro años de mandato de Biden. Trump habló de que “envenenan la sangre” de los estadounidenses o de que se comen los perros y los gatos y los vinculó directamente con la criminalidad.

Su regreso también alteraría el tablero geopolítico mundial. Trump abraza el aislacionismo con su política de “Estados Unidos primero”. El republicano tiene sintonía con dictadores como el ruso Vladímir Putin y el norcoreano Kim Jong-un, o con líderes de ultraderecha como el húngaro Viktor Orbán o al argentino Javier Milei.

En septiembre, se reunió diplomáticamente con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, pero muchos temen que su promesa de “acabar con la guerra en un día” pase por forzar a Kiev a aceptar cesiones a Rusia bajo amenaza de quedarse sin una asistencia militar que muchos republicanos cuestionan abiertamente y que resulta imprescindible ―salvo un redoblado esfuerzo europeo― para resistir. El compromiso con los miembros de la OTAN y con otros aliados peligraría con el republicano. Con respecto a Israel, Trump ya ha adelantado que le da a Netanyahu carta blanca para que “haga lo que tenga que hacer”, aunque eso suponga redoblar su apuesta belicista.

El republicano, además, podría desatar una guerra comercial. Propone imponer aranceles recíprocos a las importaciones estadounidenses iguales a los tipos que los socios comerciales imponen a las exportaciones de Estados Unidos (por lo general, mayores). A eso se sumaría (o solaparía) un arancel básico universal del 10% al 20% sobre todas las importaciones. Para China, Trump ha prometido un arancel general del 60% y superior en algunos productos. Además, ha asegurado que pondrá tarifas del 100% para los coches importados de México. Trump ya impuso aranceles durante su presidencia que Biden ha mantenido, o incluso elevado en algunos casos, pero la propuesta actual es de una magnitud mucho mayor, que podría acabar en la práctica con el comercio con China y desatar represalias de la Unión Europea.

Aunque Joe Biden deja como herencia una economía pujante, con la tasa de paro cerca de mínimos y la inflación finalmente bajo control, Trump ha sacado partido de la frustración de los ciudadanos por las subidas de precios de los últimos cuatro años, superiores al 20%, que han hecho mella en el ánimo de los votantes. Esa inflación forzó a la Reserva Federal a subir los tipos de interés, encareciendo con ello también el acceso a la vivienda. Ahora que la inflación está cerca del objetivo de estabilidad de precios, el banco central ha empezado a rebajar los tipos de interés. De hecho, tras la rebaja de medio punto de septiembre, se espera que este mismo jueves apruebe un nuevo recorte

Los republicanos, además, acarician el control del Senado, donde hasta ahora los demócratas, con el apoyo de independientes, tenían una mayoría de 51 a 49. El republicano Jim Justice se ha hecho con el escaño por Virginia Occidental que deja Joe Manchin, que no se presentaba a la reelección. Ese cambio de signo iguala las cosas, pero, además, los republicanos tienen grandes opciones de arrebatar a los demócratas tiene la reelección muy difícil Jon Tester, senador demócrata por Montana, otro Estado marcadamente republicano, aunque se espera que el titular del escaño alcance allí un resultado mejor que el de Kamala Harris. Más igualadas están las cosas en Ohio, pero al senador demócrata Sherrod Brown también le costará defender su puesto en otro Estado rojo.

Por si esto fuera poco, los demócratas tienen en juego otros cinco puestos en Estados púrpura, que a veces se inclinan por un partido y a veces por el otro. Coinciden con cinco de los Estados considerados decisivos en las presidenciales: Pensilvania, Míchigan, Wisconsin, Arizona y Nevada. Los demócratas son ahí favoritos en las elecciones al Senado, pero no pueden dar por garantizados sus puestos.

En la Cámara de Representantes, la mayoría está en el aire, pero los buenos resultados de las presidenciales invitan a los republicanos a ser también optimistas. Los líderes del Congreso forzaron la renuncia de Joe Biden por el temor a perder el control del Congreso, pero puede que su relevo por Kamala Harris no les haya servido finalmente de mucho. Donald Trump acaricia su segunda victoria y como en 2016 frente a Hillary Clinton, se impondría frente a una mujer apoyándose en el voto masculino. Muchos estadounidenses no parecen concebir aún tener a la primera mujer presidenta.

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