Los riesgos de las dietas restrictivas: Trastornos alimentarios en aumento.
En entrevista con Paislobo Prensa, la doctora María José Figueroa, nutrióloga de la Clínica Alemana, abordó los peligros de las dietas restrictivas y su estrecha relación con los trastornos de conducta alimentaria (TCA). Este fenómeno, exacerbado tras la pandemia, afecta tanto la salud física como mental, siendo una de las problemáticas de salud más preocupantes de la actualidad.
Dietas restrictivas y su impacto en la salud
Las dietas restrictivas, caracterizadas por la exclusión de grupos alimentarios o una ingesta calórica muy reducida, son el factor detonante más común de los TCA, incrementando hasta 18 veces la probabilidad de desarrollarlos. Según Figueroa, estas prácticas pueden generar desde desnutrición cardíaca y pérdida de masa ósea hasta problemas emocionales graves, como ansiedad y depresión. “El control alimentario puede convertirse en un mecanismo para manejar emociones negativas, lo que a menudo lleva a desórdenes como anorexia o bulimia”, explicó.
La doctora también destacó que la rigidez de estas dietas provoca atracones, donde el cerebro, en modo de supervivencia, busca compensar las carencias energéticas. Esto genera un ciclo de culpa y conductas compensatorias como vómitos, ayunos y uso de laxantes, profundizando el daño psicológico y físico.
Las redes sociales desempeñan un papel crítico en la proliferación de los TCA, especialmente entre adolescentes. Figueroa enfatizó que las imágenes idealizadas de cuerpos “perfectos” y los mensajes polarizados sobre alimentación refuerzan estándares de belleza poco realistas, generando insatisfacción corporal y conductas alimentarias perjudiciales. “En verano, aumenta la presión por alcanzar un ‘cuerpo ideal’, pero lo importante es disfrutar sin caer en extremos que dañen nuestra salud”, comentó.
Cómo identificar y tratar un TCA
Los TCA pueden afectar a personas de todas las edades, aunque los adolescentes y adultos jóvenes son los más vulnerables. Entre las señales de alerta están la obsesión por las dietas, el aislamiento social, cambios repentinos de peso y comportamientos inusuales relacionados con la comida, como esconder alimentos o recurrir a conductas compensatorias.
El tratamiento de los TCA es multidisciplinario, incluyendo apoyo psicológico, psiquiátrico y nutricional. Con un diagnóstico temprano, las tasas de recuperación pueden alcanzar hasta un 80%. Sin embargo, la doctora Figueroa advirtió que, sin tratamiento, estas patologías pueden ser crónicas y tener consecuencias graves para la salud, como el riesgo de suicidio asociado a la anorexia nerviosa.
Prevención y educación
La prevención es clave para combatir esta problemática. Figueroa subrayó la importancia de no hacer comentarios sobre el cuerpo de los demás, fomentar una relación equilibrada con la comida y promover hábitos saludables desde la infancia. “Como sociedad, debemos trabajar juntos para prevenir esta avalancha de trastornos alimentarios y garantizar un futuro más saludable para las próximas generaciones”, concluyó.
Fuente información: Rocío Gambra
