Silky Shah lleva más de una década luchando por los derechos de los inmigrantes. Como voz destacada del movimiento por la justicia de los inmigrantes en Estados Unidos, cree que el movimiento debe oponerse tanto a la militarización de las fronteras como al sistema carcelario, entendiendo así la lucha de los inmigrantes como algo conectado a otras luchas contra la opresión racial y económica. Así lo sostiene en su reciente libro Unbuild Walls, publicado por Haymarket Books. También es directora ejecutiva de Detention Watch Network, una coalición nacional de organizaciones que se oponen a la criminalización de inmigrantes.
En esta entrevista realizada por el editor de Left Voice dedicado a temas de inmigración Samuel Karlin, Shah discute los ataques que el presidente Trump y su Partido Republicano están llevando adelante, con el apoyo del Partido Demócrata, la intensificación de la guerra contra la inmigración durante décadas, y cómo aquellos que resisten los ataques pueden unirse con otras luchas de los oprimidos.
¿Por qué emigra la gente?
Existe la percepción, sobre todo debido a los discursos en torno a la seguridad pública y la seguridad nacional, de que la gente emigra por razones nefastas. Eso es totalmente absurdo, y es una mentira que repite constantemente, que la inmigración es un problema de seguridad pública o de seguridad nacional, cuando eso no es cierto en absoluto.
Las personas emigran por cuestiones familiares, es decir, la reunificación con la familia que está aquí en Estados Unidos. Y también por trabajo, probablemente sea la razón más importante, la búsqueda de oportunidades, esa es la razón por la que vinieron mis padres. Ahora también se habla mucho sobre personas que buscan refugio, pero el contexto en el que hablamos de ellas es complicado. Hay menos información al respecto, pero en general detrás de eso hay cuestiones en las que EE. UU. está involucrado, directa o indirectamente. Por ejemplo, temas relacionados a la globalización, a las catástrofes climáticas, a las condiciones de violencia en otras partes del mundo, y especialmente en lugares como América Central, en términos de guerras respaldadas por Estados Unidos en esas regiones, especialmente en la década de 1980. Así que, viendo los trastornos provocados por la participación de Estados Unidos, por cosas como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y los acuerdos económicos, hay mucha devastación en las comunidades de México y América Central y más allá.
Todos estos son los diferentes motivos detrás de la inmigración, y creo que, en muchos sentidos, el movimiento por los derechos de los inmigrantes evitó hablar de algunas de esas causas fundamentales. Pero es esencial que contemos una historia más amplia cuando hablamos de lo que ocurre con la inmigración.
Llevamos poco más de un mes en la segunda presidencia de Trump. ¿Cómo caracterizaría los ataques de su gobierno, de la derecha, e incluso del Partido Demócrata? ¿Cómo se compara con lo que vimos en la primera presidencia de Trump?
Durante muchos años, en la administración Obama, luchamos contra las deportaciones masivas y contra la expansión del sistema de detención de inmigrantes. El discurso oficial durante ese periodo era que había un conjunto de inmigrantes que merecen poder quedarse, que son buenos, productivos, no hacen nada malo y son relativamente inocentes. Y luego hay un conjunto de personas que son un problema. La administración Obama lo planteó como que hay inmigrantes que no merecen quedarse en el país, que pasaron por el sistema jurídico penal y, por lo tanto, debemos deportarlos.
La oposición de inmigrante bueno contra inmigrante malo nos dificultó la discusión contra algunas de las políticas de la administración Obama, como Comunidades Seguras, que vinculaba más estrechamente a la policía o a las cárceles locales del condado con el ICE [Agencia de control aduanero y de inmigración, NdelT]. Y lo que sucedió cuando Trump llegó en 2017 es que, en realidad, nos dio espacio para hacer un par de cosas. Una es romper con la idea del inmigrante bueno contra el malo. Había más espacio para decir No, no queremos que ICE se involucre en absoluto con la policía local, y no queremos centros de detención de inmigrantes. Otra idea que habían instalado los demócratas era que darle más presupuesto a ICE era una forma de crear mejores condiciones para los inmigrantes. Pudimos decir claramente “No, en realidad, más dinero para ICE no va a crear mejores condiciones. Solo va a hacer crecer el sistema de detención”.
Así que el primer mandato de Trump fue un gran momento para cambiar la forma en que la gente pensaba sobre estas cosas. Fue el surgimiento del slogan Abolir ICE, y se empezó a ver el daño que hace ICE como un todo. No quiero decir que las cosas estuvieran bien antes de la creación de ICE, sino que esta agencia existe sólo para arrestar, detener y deportar a los inmigrantes.
Lo que complica las cosas ahora es que los demócratas giraron a la derecha en los últimos dos años. Especialmente a través de la campaña que Kamala Harris hizo para presidente, donde vimos a los demócratas tratando de ser más duros hasta cierto punto que Trump en el tema, con el fin de obtener más votos. Vimos a un montón de demócratas ceder en la Ley Laken Riley, una legislación realmente dañina [1]. Claramente los demócratas abandonaron su visión pro-inmigrante.
Me alegro de que hayas mencionado la Ley Laken Riley. No quiero adelantarme a tú análisis, pero es un ejemplo de cómo exponer a más inmigrantes a la detención o al sistema carcelario o policial abre el camino para todo tipo de acontecimientos horribles. Pero, ¿qué podría significar esta ley y qué toma de leyes anteriores?
En términos de mi análisis general, entender la forma en que Estados Unidos se convirtió en el principal encarcelador del mundo, con el mayor sistema penitenciario del mundo, y luego, con el tiempo, el mayor sistema de detención de inmigrantes del mundo, es una historia que está realmente ligada al pánico moral en torno a la delincuencia.
En la década de 1980, los demócratas empezaron a ver que la mano dura les servía para ganar elecciones. Desde ese momento se aprobaron muchísimas leyes, cada vez más duras y, además, comenzó la llamada guerra contra las drogas. En la década de 1990, se pasa de tener 1 millón de personas en la cárcel a 2 millones de personas. En muchos sentidos, siento que estamos viviendo un momento similar.
Laken Riley era esta joven de Georgia que fue asesinada por alguien que es venezolano, y que es un inmigrante que previamente había cometido un robo. Es una historia horrible, pero esto no es común. Es bastante raro. Es una tragedia realmente horrible. Pero los políticos tomaron esta horrible tragedia y la aplicaron a toda una categoría de gente, como cualquiera que sea inmigrante y que haya cometido un robo. Y esto se convierte en el discurso oficial y se usa para justificar la detención obligatoria y la deportación obligatoria sin ningún tipo de debido proceso.
Esta idea del inmigrante bueno frente al inmigrante malo, de la que hablaste y escribiste, está muy extendida. Veo un sentido común de los derechistas que dicen que Trump no persigue a los inmigrantes, sino a los criminales. Hablanos más sobre lo esencial que es ese tipo de encuadre para estos ataques, pero también algunas de las formas en que vemos que se aplica incluso dentro de los espacios de activistas.
Realmente creo que está diseñado para dividir a las comunidades. Durante mucho tiempo, la búsqueda del movimiento por los derechos de los inmigrantes se centró en este marco de reforma integral de la inmigración. La idea era conseguir la legalización de un gran número de inmigrantes indocumentados a cambio de una mayor militarización de las fronteras y una mayor criminalización. Eso también crea este empuje para que los inmigrantes sean como el pináculo de un ser humano, tan productivos, tan perfectos. Está muy en consonancia con la política de respetabilidad. A menudo el discurso se convierte en que los inmigrantes no son criminales.
La cuestión es que Estados Unidos tiene una larga historia de racismo y, obviamente, de esclavitud. Si nos fijamos en el sistema penitenciario de Estados Unidos, y en quiénes son los objetivos de forma desproporcionada, son los negros, los latinos, los indígenas, la clase trabajadora y los pobres. Así que cuando se dice “no somos delincuentes”, a menudo la suposición, aunque la gente no lo diga, es: “Bueno, no somos esos individuos que son negros o pobres”. Divide a la gente y no nos ayuda. Sigue haciendo la conexión entre inmigración y seguridad pública, que, de nuevo, es mentira. Y hay una discurso subyacente de racismo contra los afroamericanos.
Es un verdadero reto para nosotros como movimiento, porque, claramente, hay señalar que el ICE acata preferencialmente a ciertos grupos demográficos, pero, al mismo tiempo, la forma en que funcionan estos sistemas es ampliar el alcance de quién puede ser considerado criminal.
Este marco tampoco reconoce que muchos de estos sistemas carcelarios surgieron, como hemos visto, de la destrucción del Estado del bienestar y del hecho de que cada vez había más estratificación en la sociedad. Se observa la reducción de la clase media y de los recursos disponibles, y la gente no obtiene lo que necesita. También es la razón por la que ahora se utiliza a los inmigrantes como chivos expiatorios, y el alarmismo es eficaz porque la gente está pasando verdaderos apuros y busca a alguien a quien culpar. Los inmigrantes se convirtieron en el blanco.
¿Qué papel desempeñan los estados fronterizos y la militarización de la frontera entre Estados Unidos y México en el desarrollo de estos sistemas represivos?
Lo más destacable de los años de Obama es que Arizona se convirtió en un lugar increíble de organización y resistencia a lo que estaba ocurriendo. Hubo ataques tanto de Obama como de actores conservadores. En lugares como Arizona, los conservadores aprobaron la ley SB 1070, apodada la ley de los papeles, que finalmente fue declarada inconstitucional. Pero promovió esta idea de que los estados tienen derecho a participar en la aplicación de la ley de inmigración de una manera particular.
Vemos esto en el gobernador de Texas, Greg Abbott, un actor importante en materia de inmigración que a veces pasa desapercibido. Abbott desarrolló el plan de transporte de inmigrantes en autobús a Chicago, Nueva York y otras ciudades santuario para sobrecargar las redes de seguridad social y crear las condiciones para que hubiera divisiones en la comunidad, lo que llevó a muchas de estas ciudades a girar a la derecha.
Pero, además, Abbott puso en marcha la Operación Lone Star para aprovechar el sistema jurídico penal del estado para perseguir a los inmigrantes y usar ciertas herramientas ejecutivas para hacer que ciertos delitos menores fueran aún más graves. Utilizó las prisiones estatales para la detención de inmigrantes, el sistema jurídico penal y las policías estatales para la persecución.
Otra capa de todo este sistema es el rol y la expansión de las prisiones privadas y la detención privada de inmigrantes. Pero al criticar a estas empresas, que lucran destruyendo la vida de la gente, ¿cómo podemos evitar hacernos ilusiones de que esto estaría bien siempre y cuando fuera el gobierno el que se encargara?
Lo que pasa con las prisiones privadas es que surgieron en el periodo en que el neoliberalismo estaba creciendo. Así que fue este momento cuando, durante la era Reagan, hubo esta mentalidad de gobierno pequeño. Fue una oportunidad para que estas empresas depredadoras se desarrollaran. Realmente, el estado y las entidades privadas trabajan juntos.
El discurso pasa a ser “miren estas cárceles privadas, lo malas que son”. Claro que son terribles, pero la realidad es que no serían nada si el Estado no estuviera dispuesto a trabajar con ellas.
La aplicación de la ley de inmigración y la detención de inmigrantes han sido siempre una de las principales actividades de estas empresas. Está la empresa privada de prisiones, GEO Group, por ejemplo. Creo que algunas personas lo han llamado un conglomerado de aplicación de la ley de inmigración, porque se adaptan a las diferentes formas en que el gobierno federal quiere hacer este trabajo.
Algo que vimos durante la administración Obama fue que, durante años, hubo cientos de cárceles que estaban en condiciones realmente terribles. En general están pensadas para estancias cortas, pero la gente pasaba meses en ellas sin poder disfrutar de actividades al aire libre y en muy malas condiciones. Y lo que hizo la administración Obama, porque estaban tan centrados en las condiciones, fue decir: “Bueno, vamos a crear instalaciones más agradables”. Y el Grupo GEO aprovechó la posibilidad. Así que, básicamente, lo que vimos durante ese período fue una expansión del uso de prisiones privadas, donde había como un 50% de las instalaciones de gestión privada, pero a finales de Obama, era el 70%.
Existe la idea de que estas empresas privadas de prisiones dan dinero a los funcionarios locales o a los funcionarios elegidos en el Congreso. Pero la mayoría de las veces, lo que vemos es que la razón por la que los miembros del Congreso apoyan las prisiones privadas es que tienen una prisión privada en su zona. Y si la prisión privada desaparece, entonces habrá una pérdida de puestos de trabajo. En gran parte se trata de economía política, y esa economía política no es sólo la privatización. Se trata de todas estas instalaciones. Incluso en lugares como Nueva Jersey o Illinois, donde se ha luchado para prohibir las prisiones privadas y la detención privada de inmigrantes, muchos condados dudaban en renunciar a estos contratos porque perderían ingresos federales. Así que creo que tenemos que tener una visión más amplia.
Eso no quiere decir que las prisiones son terribles solo por ser privadas. Sería bueno que desaparecieran. Pero creo que, en última instancia, cualquiera de estas instalaciones es mala porque encarcelan a la gente en condiciones realmente horribles.
Estamos viendo muchas protestas en todo el país. ¿Qué posibilidades hay de resistencia frente a esta guerra contra la inmigración?
Ha sido realmente alentador e increíble ver esas protestas que nombras y ver cómo se manifiesta la gente. También hay mucho trabajo entre bastidores que la gente no ve. Durante muchos años, no tuvimos esta escala de deportaciones masivas interiores que vimos, especialmente bajo Obama y a principios de Trump, donde las personas eran atacadas desenfrenadamente y canalizadas a través del sistema legal penal. Ahora eso está empezando a aumentar un poco más, pero gran parte de la infraestructura que el movimiento de derechos de los inmigrantes había construido, los recursos que necesitamos para apoyar a las personas que están siendo atrapadas en el sistema, han estado inactivos. Las políticas de las ciudades santuario también han sido importantes, y ahora mismo hay muchos ataques contra ellas. Como la Ley de No Rescate para Ciudades Santuario en el Congreso. Ahora mismo está en marcha. Intentamos asegurarnos de que no se ataca a las ciudades santuario, pero también intentamos ampliar los santuarios.
Creo que también estamos empezando a prepararnos para algunas de esas luchas. Sé que cosas como el uso de Guantánamo para la detención de inmigrantes y el regreso de la detención familiar y otras cosas han estado en las noticias. Creo que algunas de esas cosas van a ser la lucha continua, que nos espera en los próximos dos años.
¿Qué haría falta para ganar no sólo estas luchas inmediatas, sino para construir un mundo que elimine las detenciones, abra las fronteras, se organice internacionalmente y deje de mantener divididas a las comunidades en lucha, sino que las una? ¿Cómo podemos tener una visión más amplia para acabar con estos sistemas represivos?
Me encanta esta pregunta, y creo que soñar y tener una visión es esencial ahora mismo.
En el futuro podríamos tener oportunidades que ahora no tenemos, y tenemos que construir hacia ellas. Y construir hacia ellas es tender puentes a través del movimiento. Así que gran parte de lo que escribo y de la intención de mi trabajo es intentar que el movimiento por los derechos de los inmigrantes se vea a sí mismo como un movimiento por la justicia racial y trabaje en línea con la gente que lucha contra la expansión de las prisiones y contra la discriminación policial. También creo que hay una división que impide que la gente vea a las comunidades inmigrantes como parte de la comunidad laboral, como trabajadores, y es tan, tan esencial que no haya esas divisiones.
Tenemos que pensar realmente en cómo luchar juntos, y cuál es la manera de romper algunos de estos sentidos comunes. Esta es la forma en que el Estado opera y divide intencionadamente a la gente. En términos más generales, lo que dices sobre el internacionalismo es importante. Creo que estos dos últimos años, al ver lo que ha ocurrido en Gaza, ha habido cierta apertura para pensar en ello.
A menudo pienso en la década de 1980, cuando, en realidad, el movimiento santuario durante ese período era intrínsecamente internacional. La gente de Estados Unidos estaba realmente en comunicación con la gente de América Central y hacía lo que podía para proteger a las personas y llevarlas a Estados Unidos, y llevarlas a Canadá y a otros lugares donde iban a estar más seguras. Y creo que ahora, especialmente después de lo que está ocurriendo en Panamá y las deportaciones a terceros países como Panamá y Costa Rica, tenemos que empezar a construir esas relaciones.
Mi esperanza es que algunas de las lecciones que aprendamos sean detener algunas de esas divisiones entre movimientos, detener algunos de esos silos y pensar en algo de ese trabajo entre movimientos. Los inmigrantes son un chivo expiatorio fácil en este momento porque la gente siente inseguridad económica, siente esa especie de mentalidad de escasez. Pero, en realidad, tenemos que decir que son los multimillonarios los únicos que se benefician. Es todo este dinero que va al militarismo estadounidense y a la detención y deportación. Tenemos que desprendernos de eso e invertir en el bien público, y hacerlo juntos y para todos.
[1] Esta ley ordena la detención federal de inmigrantes ilegales acusados de robo, allanamiento de morada, agresión a un agente de la ley y cualquier delito que cause la muerte o lesiones corporales graves. La ley fue aprobada por el congreso con el voto de 12 senadores demócratas y promulgada por Trump el 29 de enero de 2025